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miércoles, 27 de octubre de 2010

La Batalla

Me puse a meditar mientras armaba el bolso, las medias, la camiseta, los botines, todo lo iba colocando prolijamente, que paso antes? No recordaba bien, estaba todo muy blanco, una luz fuerte me enceguecía, una hermosa enfermera rubia me empezaba a tomar la presión.

Había silencio, una camiseta embarrada estaba en el piso , unos botines embarrados , la mirada del colo, mi capitán y amigo desde infantiles, también vi los rulos de Fito, el mas alto del colegio , una vez lo invité al club , y se enganchó para siempre, que jugador!.
De nuevo un fuerte dolor de cabeza.

Ahí estábamos el Colo, Fito y yo, con los otros hermanos poniéndonos las botas. Dalia mi mujer me entregaba mi espada, después de besarla ahí estábamos en el medio de los Andes , Yo estaba vistiendo un uniforme azul , el colo izaba la bandera de nuestro regimiento Azul y Blanca con un sol en el medio , la bandera del regimiento de los Andes.

Nos abrazamos y nos arengábamos para pelear esta batalla, por la libertad y por nuestros hermanos!, el ejercito de casaca roja con su pabellón rojo amarillo se acercaba al galope, Sonó la diana y era a la pelea, entramos a correr hacia las líneas enemigas, un godo lo tiró al colo al piso e intentó clavarle un puñal, lo empujé salvando su vida, el sable del godo, voló por los aires, cayó el colo lo tomó y cantó, marck!.

El referí pito, el colo la jugó y seguimos corriendo se la paso a fito que hizo un cambio de paso y pateo un largo kick, empecé a correr para llegar, pude tomar la pelota, uno del equipo contrario me empezó a seguir, escuchaba que todos me gritaban, Bandera!, bandera!, estaba emocionado palpitando, me tiré al ingoal.

De nuevo ese dolor de cabeza, la sangre corriendo por mi cara , escucho un pitazo.
Ganamos??.

Veo a la enfermera la misma rubia, el colo me sonríe, Fito me abraza.
Fito me dice _” Ganamos por tu try “!.

Fito me cuenta que tuve una conmoción, que por un rato hablaba boludeces, algo del cruce de los Andes, me sonrío, salgo de la sala, todos mis compañeros me abrazan con afecto y emoción, me toco la cabeza, estoy todo vendado.

Llega Diana mi señora, todos la saludan y la felicitan, ella no me dice nada, subimos al auto para ir rumbo a casa, el estomago me empieza a hacer ruidos, tengo hambre.

Diana me mira y me dice_” Cuando vas a dejar este deporte de mierda”?, me sonrío nuevamente y pongo la radio para escuchar los otros resultados de la fecha.

Relatos de Amigos, Rugby, minas y otras yerbas.


Cómo empezar, desde el principio dicen, me llamo Juan Bokowsky, mi apellido de origen centroeuropeo se emparenta con un escritor yanqui, pero nada que ver, capaz entre esa extraña mezcla de yugoeslavo, alemán, ruso y polaco, algún pariente en común tenemos.

Digamos… nunca fui un buen estudiante, me echaron de varios colegios, tampoco hice mucha guita ni nada de eso, creo que fui y soy un buen hijo y un buen amigo, un buen hermano, pero tengo dos amores, o dos vicios, entre otros, las minas y el rugby.

Hay que confesarlo, no tengo mucha facha, tal vez soy feo, no soy un jugador de Grupo I, juego en un club del Grupo IV, pero mis mejores momentos los viví en una cancha; y ahora reemplazar “a” por “o” en la última palabra de la frase anterior.

Estaba en la milonga, un lugar donde se baila tango, sin ser un gran bailarín, me las ingenio para zafar y conocer minas.

Aunque me gusta el tango, qué más lindo que estar con una mina, abrazarla, sentir su pecho con el mío, sentir su palpitar, su respiración.

Estaba un viernes en el salón “Canning”, unos cuantos perdedores tomaban un trago, otros cancheros y bailarines de la tele, apoyados en la gran barra del salón, mostraban sus aretes y colitas en su pelo, vistiendo con ropas muy modernas. El que escribe esto estaba con unos buenos timbos, pantalón de franela, samica y una camperita colorada de la URBA, que alguien generoso me regaló en algún curso, creo que fue Pancho Rubio, no me acuerdo.

Era como la una de la matina de un viernes a la noche, los códigos del rugby me decían que tenía que ir a dormir, y lo iba a hacer, cuando vi una hermosura que entraba por la puerta.

Una chica de unos 30 años, pelo rubio, ojos azules y terribles pechos, yo recorrí con mis globos oculares su cuerpo, como si lo pudiese tocar, ella me miraba y vi que fichaba mi campera y el logo de la campera.

Sin decir palabra cabeceé, códigos del tango, y salimos a bailar, era un tango de Pugliese ,”La Mariposa”, con mucho violín y momentos de pausa.

Allí la abrazaba con mucho placer, sentía su perfume, no hablaba español, me imaginé, pero estaba vestida con medias de red, pollera negra y tacos altos, un body negro, mientras bailaba, me acariciaba el escudito de la URBA.

“Rugbí?”(…) Me dijo con acento en la i, si le contesté. Seguimos bailando el correr de la noche y tomando tragos, en mi medio inglés le dije que era pilar, cosa que le pareció meritorio de una sonrisa y me dijo algo que no entendí …(…) “Ma pére aussi”.

Empezamos a besarnos con pasión y ternura, sus labios muy rojos, luego me acordé de un famoso tema de los Rollings y le dije: “Let´s spend the nigth togheter”. Me dio el “oui” y fuimos a casa, cuando llegamos y vio la pelota me dijo que tenía un fetiche, una fantasía, hacer el amor con un pilar. Siempre pensé en mi puesto como un lugar de mucho sacrificio y poco lucimiento, siempre ganaban minas los aperturas, los centros o los medios, los pilares terminábamos en el cabarute, pero la ley de las compensaciones, me calzé la número 3 de mi club, la tomé de la cintura como si fuese una guinda (me refiero a la ovalada para los más jóvenes) y le entré a dar en una escena digna de Federico Fellini, una rubia hermosa, delgada y fina, ¿de algún lugar de europa?, con un pilar medio borracho con la panza colgando, qué dirían mis amigos tres cuartos, o cómo diría alguno de zona norte, backs.

El reloj sonó a las 12hs. Me preparé el bolso con los botines, las medias y esa camiseta con un perfume exquisito, la llevé a la rubia a su hostel y me fui a jugar.

Los unió el amor por este juego - Por Eliseo Branca


Fue un partido complicado. Los italianos nos estudiaron muy bien. Los forwards nuestros tendrían que haber ido un poco más adelante, tratar de ganar un poco más de terreno en el campo rival, ya que Italia estaba muy replegado en el campo y no podíamos encontrar ningún agujero para abrir el partido. Argentina utilizó el maul como una buena opción y más gente en las formaciones.

Eso sí, no fue un partido lindo. Creo que lo más importante es que se ganó. No fue un encuentro bien jugado. Los italianos nos estudiaron mucho y nosotros no pudimos capitalizar las opciones mediante el line.

Otro de los aspectos a destacar es la recuperación de Ignacio Corleto. Eso es muy importante para el seleccionado; mientras que Federico Todeschini, en alza, se sigue afianzando en su puesto. También fue importante la actuación de Mario Ledesma.

No fue un partido emocionante, pero sirvió para afianzar algunos puestos. Las victorias que consiguieron son importantísimas para el grupo, ya que no están pasando por un muy buen momento fuera de la cancha. Ellos tienen que demostrarlo en los partidos. Están en el lugar privilegiado. En el lugar que todo jugador quiere estar. Con ellos, los argentinos estamos muy bien representados, a pesar de todo lo que esta pasando.

En el inicio no teníamos la pelota en nuestro poder y cometimos muchos penales en el primer tiempo. Costó encontrarse en la cancha y tantos cambios fueron un factor clave. El pack de forwards italiano fue fundamental y los tries convertidos por los argentinos fueron por errores de ellos.

Estoy muy contento. Creo que los dirigentes tendrían que sentarse a dialogar más sobre la realidad de los jugadores. No me pareció una buena idea llevarlo a Noriega. Los dirigentes tendrían que encargarse de dar amor y cariño a los jugadores. Tratar de que estén bien y saber qué necesitan. Sin embargo, creo que esto los unió, como en el Mundial anterior con Irlanda. Los unió el amor al juego. Me pareció bárbaro lo de Loffreda y Baetti, que se bancaron cualquier cosa para mantener unido al grupo.

Es muy meritorio y su continuidad es fundamental.

La victoria siempre tiene un precio - Por Charles Lussac

Hay victorias deseadas, victorias inesperadas, angustiosas o inclusive victorias que saben a derrota; pero todas ellas tienen algo en común, son victorias.

El rugby es como hacer el amor, todas las partes deben quedar satisfechas, gozadas de placer, pues de no ser así, es cuando el regusto amargo queda en el paladar de aquellos quince que desearon participar de la bacanal, del disfrute de la oval. Y en cuanto amargo me refiero, es en aquellos partidos en que, tras el silbato final, los jugadores salen del terreno cabizbajos, con el rabo entre las patas y las orejas agachadas; como perros moribundos que tras acechar un cubo de basura salen decepcionados por no encontrar comida; y siento ser tan tajante ante este tema, pero estas son las victorias falsas, las victorias que en vez de fortalecer al equipo lo menguan y pudren por su interior.

Pero este no va a ser el tema de hoy, no porqué no tenga ganas de hablar de ello, sino porqué hoy se trata de hablar de victoria, pero de esas que hacen cambiar el curso de las cosas; triunfos inesperados pero merecidos que agrandan los corazones de los que participan de ella, éxitos, premios y honores merecidos por aquellos que lo han dado todo por el todo.

Como bien he mencionado hay victorias de todo tipo, pero hoy tengo ganas de hablar de victorias merecidas o si más no, lidiadas:

A lo largo de la historia ha habido muchas, y de muchos tipos, pero de entre todas ellas, la más grande es la victoria luchada, arrancada del rival en las situaciones más desfavorables para conseguirla.

Si bien siempre es complicado conseguir un éxito en campo contrario, más difícil se vuelve la hazaña cuando la moral esta baja. Es en estos momentos dónde el equipo debe reaccionar, levantar la cabeza, arrimar los hombros y entrar en el campo como uno sólo individuo o, como me gusta creer, como quince amigos; pues en pocas palabras, los elegidos deben entrar creyendo que la victoria esta en sus manos. Y así es como, tras indicación del árbitro, empiezan los agarrones, pisotones, trifulcas… y todas ellas acompañadas siempre por catorce personas en las que debes confiar, en quienes debes creer; pues de ello depende la victoria, en encomendarse al equipo en todas las etapas del partido, y pensar que en cada ruck o mol en el que se entre, alguno de los tuyos ha luchado por hacerlo posible, lo a dado el todo porqué a confiado en que tu estarás con él, codo con codo, hombro con hombro.

“Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa” (Mahatma Gandhi; 1869-1948)

Las victorias, reflejan la actitud del equipo. No hay victorias individuales, cuando se gana, gana el equipo, gana la afición y ganan aquellos que por circunstancias han quedado rezagados en el banquillo, pues como he dicho, todos pisamos el terreno de juego, todos vivimos la emoción de la victoria, todos perseguimos el mismo fin.

Y de entre todos estos éxitos, no hay más gustoso que el conseguido tras luchar por cada metro de terreno, por cada punto, por cada contacto. Es extraño, pero en estos partidos tan reñidos, vividos como finales, es dónde el equipo sale dándolo todo, jugando más con el honor que con la destreza, jugando más con la pasión que con la técnica; pero hay veces que se debe jugar así, que se debe dar todo, pues es cuando se tiene la cabeza gacha, cuando se debe coger del saco, el honor, el orgullo, la pasión y las ganas de conseguir la victoria.

Las victorias fueron siempre para quien jamás dudó, no las consigue un único individuo, pues si bien uno puede ser quien las guíe, es el grupo quien las consigue. Y quiero recordar que todo éxito tiene un precio, sacrificarse por tu prójimo, por tu compañero, que como tú, a pisado el terreno de la oval para ganar

Es cierto, soy Full Back; lo veo casi todo; desde atrás; en la línea, desde dónde cuido a mis camaradas, pero estas sensaciones son otra historia, otra experiencia, otras vivencias, otros momentos

La Actitud ante la Trampa y hacia el Rival - Por Veco Villegas

La actitud ante la trampa

La honestidad es uno de los atributos más importantes que un coach de
excelencia debe transmitir a un jugador de rugby. En los antiguos juegos
griegos todo participante que rompiera las reglas o tratara de sobornar al juez
tenía que pagar una multa y se le obligaba a esculpir una estatua de sí mismo,
inscribiendo en ella su nombre y la naturaleza de su ofensa.
A tales estatuas se las conocía como zanes. Tal vez lo más notable de los
juegos de la antigüedad es que a lo largo de mil años se esculpieron solo 13
zanes. Sin embargo existen otras formas de ser honestos en el deporte que
van más allá de las trampas. En el golf hay una regla que dice que se
descalificará al jugador que falsifique su tarjeta o no la entregue firmada. En
una ocasión el conocido golfista Gary Prayer entregó una tarjeta sin firmar y
fue descalificado. Los periodistas preguntaron si no había ningún juez cerca
que le recordará firmar y el contestó: "Mi amigo, hay ciertas responsabilidades
en la vida que uno no puede hacer descansar sobre los hombros de otros. El
responsable de firmar era yo, y ahora debo pagar las consecuencias" En 1932 Lauri Lehtinen de Finlandia era favorito para ganar la prueba de los
5.000 metros, sin embargo un norteamericano de apellido Hill comenzó muy
bien la carrera. Cuando Hill quiso adelantar a Lehtinen, este le bloqueo el paso
durante dos momentos motivo por el cual Hill perdió el paso y el ritmo y perdió
la carrera. Fue tal el abucheo de la concurrencia que al momento de ser
coronado ganador, Lehtinen bajo del podio y entregó su medalla a Hill como
muestra de desaprobación por su actitud durante la carrera.
Demostrar como los valores de la honradez y lealtad superan a la humillación
de la trampa son responsabilidades del coach.

La actitud hacia el rival

Sabemos que este es un juego de conjunto que cuenta con algunos elementos
para poder ser realizado. Uno es el referí que puede no estar, otra es la cancha
que también puede faltar, otro es la pelota que podemos conseguir hacerla
nosotros mismos y la última es el adversario que es irremplazable, no
podemos jugar al rugby sin un equipo oponente; de manera que nuestra
actitud hacia el debe ser siempre de agradecimiento por permitirnos compartir
un juego tan apasionante.
Agradecer al rival significa honrarlo con nuestro juego, con nuestra tenacidad,
con nuestra valentía. También honrar a nuestro oponente significa dar el 110
% de nuestra capacidad al logro de un partido brillante. Honrar a nuestro
adversario significa, también, no tener lástima o compasión a la hora de ser
duros, significa marcar la mayor cantidad de puntos posibles, significa luchar
cada pelota como si fuera la última, significa no bajar los brazos si el partido se
escapa en el tanteador. Honrar a nuestro adversario significa tener humildad
ante el éxito y dientes apretados ante la derrota. Honrar significa respetar y
hacerse respetar, en cada tackle, en cada scrum, en cada line, en cada ruck o
en cada maul. Honrar es agradecer la deferencia de jugar con nosotros. Honrar
significa hacer lo correcto en cada momento.

No es honrar al adversario hacer cosas que están fuera del camino de
acercarnos a nuestro objetivo, eso es tratarlo como inferior, y eso
definitivamente, no es honrar al oponente.

La Actitud al marcar un tanto - Ante la derrota y el exito - Por Veco Villegas


La actitud al marcar un tanto

A lo largo de los años hemos visto cambiar las actitudes de los equipos al
marcar tantos al rival. Históricamente los tantos no eran festejados con
arranques futbolísticos, sino con respeto a quienes habían dejado todo para
impedir la caída de su ingoal. Nuestra gran alegría estaba en marcar el tanto, no en el festejo. También ante esta correcta actitud evitábamos el riesgo de
ser contrarrestados de la misma manera ya que nadie puede predecir el
desenlace del juego, ni quien terminara victorioso y quien no La historia no
debe ser traicionada. No traicionemos la historia. Tratemos con respeto a
quienes con hidalguía y valor defendieron con su integridad física su más
preciado tesoro, su propio ingoal.

La actitud ante la derrota

A nadie le gusta perder, es la esencia del ser humano. Pero lamentablemente
en cualquier contienda deportiva existen tres resultados posibles, ganar,
perder o empatar. No es importante desde lo actitudinal como termine el
partido sino que lo importante es como asumo como integrante de un team la
derrota.
Constantemente Miguel Iglesias repetía que ante la derrota un jugador debe
mantener su cabeza en alto, su espalda derecha, el pecho hacia afuera y
saludar con valentía al rival que había logrado el triunfo. También decía que el
rugby siempre da revancha y que la importancia de la actitud dentro del juego
del rugby no residía en las veces que se ganó o perdió, sino la cantidad de
veces que te levantas con más ímpetu después de cada derrota. No importa
tanto cuantas veces te tacklean sino cuantas veces te volvés a levantar.

La actitud ante el éxito

● Honrar al oponente que tanto tuvo que batallar para mantenerse en pie.
● Agradecer su entrega y valentía.
● Humildad ante el resultado favorable
● Servir con humildad a quien hizo posible nuestro triunfo
Estas son las actitudes con las cuales se debe formar un jugador de rugby de
excelencia, este es el criterio a adoptar luego de un a victoria. Recuerden que
los índices numéricos son cambiantes, lo que no cambia nunca es la actitud de
quienes entienden el rugby como un medio formativo. Es obligación del coach
hacer comprender este principio fundamental del juego del rugby y del hombre
de rugby, la humildad forja un carácter de por vida

La Actitud antes, durante y despues del Partido - Por Veco Villegas


Los antiguos guerreros impusieron la tradición de "velar las armas" la noche
previa al combate, esto significa sentarse frente al fuego con todas las armas a
la vista, simplemente conversando y mirando sus armas, las cuales iban a ser
usadas en combate para defender su estandarte. En ese momento su mente
estaba totalmente compenetrada con su próxima actuación y en la función que
debería desarrollar al día siguiente. Lo mismo sucede en el juego del rugby, la
noche previa al partido el jugador debe concentrarse en su juego, en las prácticas, en su desafío próximo y en como desarrollar entereza mental ante el
compromiso de defender su camiseta contra el oponente que llega con las
mismas intenciones. Para ello recomendamos que el coach haga mucho
hincapié en:

1.Su equipo (vestimenta adecuada, tapones y zapatos)
2.Su actitud mental (nervios, garra, motivación, grado de compromiso)
3.Su actitud física (estar preparado y no desesperado)
4.Su descanso
5.Su alimentación
6.Su función dentro del team
Existen diferentes formas para lograr una correcta predisposición hacia el
juego aunque recomendamos juntarse a comer ala noche anterior y ver alguna
película alentadora o inspiradora.

La actitud antes del partido

Todos pretendemos que previo al partido los jugadores estén ciento por ciento
concentrados en lo que va a ocurrir. No siempre pasa. Por eso entendemos que
una buena forma de incentiva a esto es llegar al partido una hora y media
antes del inicio del juego, ingresar al campo donde se jugará, chequeando el
estado del campo (aunque en realidad la importancia de esto es sentirse ya
mentalmente dentro el campo) e ingresar una hora antes al vestuario (ese es
su lugar, con sus compañeros, con el olor al partido, con los ruidos de los
tapones contra el suelo, sin ver otra cosa que su propia camiseta) en silencio,
con disciplina y a las ordenes del capitán. Esta ceremonia logra concentración y
motivación, dos factores fundamentales a la hora de desarrollar con excelencia
la práctica del juego.

La actitud durante el partido

Ochenta minutos es el tiempo reglamentario de un partido de rugby; ochenta
minutos es, entonces el desafío del jugador, ochenta minutos de tackle,
carrera, posesión, recuperación, velocidad mental, concentración esfuerzo,
sacrificio, unidad, compromiso, solidaridad, dientes apretados, visión clara del
juego, motivación, reacción y entrega. Esta es la actitud que se espera de un
gran jugador de rugby, todo lo demás puede esperar.

Es deber del coach hacer comprender esta responsabilidad a los jugadores que
integran un team. Repetimos ochenta minutos no quiere decir setenta y nueve,
son ochenta minutos donde se decide el éxito o fracaso de un jugador y de un
team. No queriendo decir con esto que éxito es ganar y fracaso es perder. Si
un jugador y un team logran mantener durante ochenta minutos la actitud
arriba mencionada, ha tenido éxito independientemente del resultado. Aunque
es lógico que manteniendo esta actitud le costará mucho al rival ganar
numéricamente

Resembrando Valores - Por Jose M. Posse



Acompaño éste escrito de Marcos Ocampo, un hombre de gran valía en el rugby argentino, hijo del recordado Catamarca Ocampo, uno de los primeros Maestros de nuestro deporte. La nota salió publicada en la página del San Isidro Club, entidad deportiva amiga con los que compartimos esta preocupación permanente por sembrar los valores que engendran el pretendido espíritu de nuestro deporte.

Lo que me motiva a aconsejar su lectura es que nuevamente estamos viendo reaparecer ciertas conductas que están alejadas de la prédica de nuestra esencia deportiva. Entiendo que un rugbista debe ser dentro y fuera de la cancha un ejemplo de conducta. Por tanto, la noticia que un grupo de deportistas de uno de los mayores clubes de rugby argentino están involucrados en actos patoteriles, en verdad me alarma, sobre todo cuando estos hechos son recurrentes.
Igualmente nos produce rechazo ciertas prácticas (importadas de otros deportes) en donde la hinchada pretende tener un protagonismo que no le corresponde, hostilizando al árbitro, al pateador rival, etc.
También (y esto lo digo como entrenador de infantiles), siento repulsión de las formas con las que algún club... está pretendiendo enseñar a sus jugadores más jóvenes a jugar a nuestro deporte. Un niño nunca debe ser alentado a jugar al filo de las reglas, a utilizar la violencia del juego rudo, a burlarse del derrotado. Resulta impropio exigirles a niños a comportarse como grandes, olvidándose que no están aprendiendo a ganar a cualquier costo, sino a ser hombres, desde la diversión de un deporte formativo. ¡¡¡Y no vaya uno a querer hacerles notar algún error ya que reaccionarán entrenadores, padres y demás con cualquier tipo de improperios!!!.
Uno escucha a esos mismos entrenadores, padres y hasta directivos del mentado club refiriéndose del árbitro como inefables bomberos como si la vocación del referee fuera ir a jorobarle la vida a ellos...¡¿a ellos?!...son cosas que están ocurriendo y no debemos mirar para otro lado.
Para no desvirtuar los objetivos de nuestro deporte, vienen al caso las reflexiones de Marcos Ocampo.

Las fuentes de lo que sigue han sido las enseñanzas de mi padre, junto con material guardado por él mismo y algunas reflexiones basadas en mi propia experiencia.
Por Marcos J. Ocampo


En la evolución del deporte en general, al ser considerado éste formativo del individuo además de una actividad recreativa, fueron desarrolladas muchas normas de conducta que tenían que ver con la caballerosidad y el Fair play. En el tenis, por ejemplo, nos enseñaron que debía aplaudirse el tanto obtenido por una pelota ganadora, inalcanzable para el oponente; pero no así el tanto que concluía con un error de un jugador, aunque lucia forzado, ¿En qué medida se aplica esta enseñanza en la Copa Davis de estos días? Recordemos los incidentes en los partidos de la Copa jugados en Buenos Aires o los mis recientes en Santiago de Chile.
El rugby es un deporte muy duro, de mucho contacto físico, en el que la lealtad es una condición necesaria para que cumpla aquellos principios de educación y recreación. El respeto por el propio equipo, por el adversario y por el referee es absolutamente necesario, mito como lo es la autoridad absoluta del arbitro. Se trata de un deporte que por sus reglas facilita que ello no se cumpla y, por ejemplo, uno pueda golpear deslealmente a un adversario sin ser descubierto. Es decir que ofrece numerosas oportunidades para faltarle el respeto al rival. Por ello, la diferencia entre una acción fuerte y una acción desleal esta dada por una tenue línea determinada solamente por la conciencia del jugador.

El festejo los tries

El entrenador de rugby infantil al que me refería al comienzo, me contaba que él, cuando hacía de referee, anulaba los tries en que el autor se abrazaba con sus compañeros para celebrarlo. En los tiempos que corren parece exagerado, propio de un ser de otro planeta, pero él estaba tomando el duro camino de la educación frente a un mundo que alienta todo lo contrario. Frente al soltá todas tus emociones, bésate con tus compañeros, aparece alguien que pregona: disfruta tu logro internamente, respeta a tu adversario pues en realidad sin el no podría haber partido.

Esto es lo que nos enseñaban de chicos. Hoy en día, en cambio, podemos cargar a nuestros rivales con total impunidad si nos viene bien; es lo que parece pregonar el ambiente.

El cumplimiento de las reglas del juego

Hace algunas semanas, Monseñor Kailic, hablando sobre deslealtad en el fútbol, decía que impedir un gol o cortar una jugada mediante una infracción no era ético. El periodista que lo entrevistaba se atrevía, con algo de sorna, a augurarle poco futuro como entrenador de fútbol.

A nosotros nos enseñaban precisamente eso: era contrario al espíritu del juego impedir un try con una acción desleal, seguramente no apreciada por el árbitro. Recientemente, ha surgido el sin bin como castigo para la acción desleal que implica una infracción, burda, e intencional, que corta una jugada de ataque del otro equipo. O sea, que se resuelve el mismo tema por vía de una acción punitiva y no por lo que debería venir a través de lo enseñado desde los inicios.

El público

La enseñanza tradicional nos decía que uno podía alentar con entusiasmo a su equipo pero sin meterse con el equipo adversario, es decir, respetándolo. Veamos cómo es esto ahora; los cantitos del público contienen, cargadas e insultos al adversario, muchos espectadores silban al pateador, y otras actitudes similares sobre las que no es necesario sobreabundar, pues todos lo vemos a diario.

Ahora está de moda también presionar al referee durante todo el partido. Por ejemplo, cuando da la espalda al público gritarle cosas tales como:
... ¡mira el offside En una jugada en que se penaliza a un jugador adversario por, digamos, un tackle alto, gritar; ...¡amarilla!, o ...¡roja!, etc.

Los dirigentes de los Clubes

No tomamos las medidas preventivas ni sancionatorias que deberíamos. Se lo dejamos a la Unión, como sí ésta fuera un ente extraño que no tiene nada que ver con los clubes. En el ejemplo que doy en el párrafo anterior, hacemos como si se tratara de un partido que se estuviera jugando en otro club.

Las excusas

Para el festejo de los tries: todos lo hacen, se ven en todos los otros deportes, etc.
Por las Acciones desleales: sos de otra época, basta que el referee no te vea.
Del público: hoy en día viene mucha gente a los partidos y no se los puede identificar a todos, si el otro empieza es imposible parar la respuesta.
La gran muletilla: todo se arregla en el tercer tiempo. Claro, yo pateo a un adversario en el suelo, ¡y después tomamos una cerveza en el tercer tiempo!

Algunas ideas para resolver estos problemas

Esta claro que los protagonistas principales son los clubes. Más aún en una época en la que hay cantidades de cursos y seminarios sobre técnica y táctica del juego. Asimismo, excelentes publicaciones de la Uniones.
Me pregunto:
¿Cuanto tiempo y espacio dedican, dichos cursos y publicaciones a los temas objeto de este artículo?
¿Cuanto tiempo dedican los entrenadores de los clubes a tratar estos temas, especialmente con sus divisiones infantiles y juveniles?
¿Son los jugadores de primera división conscientes del Jugar de modelos que ocupan frente a los chicos de las divisiones infantiles y juveniles?

Estos puntos son muy importantes, porque todos los clubes están en condiciones de identificar a cada uno de sus hinchas, pues ellos son ni mas ni menos que sus jugadores de divisiones inferiores, cuando no los padres y amigos de ellos.

Hace años, las publicaciones de la UAR, como por ejemplo el fixture, incluían al comienzo la definición de Sportsman (Deportista) que decía:
Deportista es aquel que no solamente ha vigorizado sus músculos y desarrollado su resistencia por el ejercicio de algún gran deporte sino que, en la práctica de ese ejercicio, ha aprendido a reprimir su cólera, a ser tolerante con sus compañeros, a no aprovechar una vil ventaja, a sentir profundamente como una deshonra la mera sospecha de una trampa y a llevar con altura un semblante alegre bajo el desencanto de un revés.

Esta definición dada es de 1850.

Propongo algo sencillo y barato:

Cada entrenador, de cada división de cada club, podría hacer su propio seminario de (tres o cuatro horas, con la siguiente metodología; separar a los chicos en grupos, darle a cada grupo una frase de la definición anterior para analizaría, y luego presentar sus conclusiones al entrenador y a sus compañeros en un plenario.

De esta forma, estaríamos sensibilizando a todos en este tema, y recalco la palabra todos porque acciones aisladas de algunos clubes serían útiles, pero en su aplicación duraría lo que un suspiro. Sólo una lenta pero sostenida tarea de educación, sumada a una firme y coherente actitud de todos los dirigentes, puede cambiar el actual estado de cosas.

Para concluir, soy consciente de que hoy en día plantearnos metas como las expuestas sería utópico. Los años me han ido haciendo cada vez más pragmático. Pero creo que quienes lean este articulo y sientan hay por lo menos una parte que les toca, tienen aquí algunas ideas que pueden aplicar sí se sienten con vocación, Tener claro hacia dónde uno se dirige facilita corregir los desvíos de rumbo.

Pero el ejemplo debe venir de nosotros los dirigentes; y estoy seguro que si todos nos lo proponemos, mucho antes de lo que pensamos estaremos en condiciones de revertir la situación actual.

El Rugby como escuela de Vida (Veco Villegas) - Por José M. Posse


Don Francisco “Catamarca” Ocampo (maestro del rugby argentino) enseñaba que: “Un deporte vale como consecuencia de la educación que deja en quién la practica”.
Las características propias del juego, hacen del rugby un deporte ideal para mejorar al hombre como tal. En él se da una mezcla perfecta de fuerza, habilidad, coraje, inteligencia, capacidad individual y sentido de equipo.
Carlos “Veco” Villegas (otro gran maestro de nuestro rugby) estableció tres principios fundamentales a partir de los cuales comenzar a construir este deporte. Sostenía que el rugby “es un medio para divertir, relacionar y además, educar.”
Como medio para educar: por las características propias del juego, (que son principalmente de adversidad) enseñan a quién lo practica bien orientado, a entrenar y vencer la adversidad.
Villegas manifestaba: “No es cierto aquello de que los hombres no tenemos miedo; no es extraño tenerlo, pero lo interesante es aprender a vencerlo y el rugby justamente da la oportunidad de vencer el temor”. Asimismo: en la práctica del juego “se hace un culto del juego en equipo, entonces uno aprende a vivir en función de los demás, uno aprende a sentir más placer en dar que en recibir, uno aprende a sacrificarse aun a riesgo de su propio físico, pues el interés máximo que existe en la cancha es el equipo.”
Al rugby se juega con el adversario, nunca contra él. El Veco afirmaba: “ No se puede concebir el juego sin adversarios…y surge entonces, como consecuencia natural de esa verdad la tradicional reunión de los equipos luego del partido, lo que en Argentina llamamos felizmente Tercer Tiempo, y es la manera de agradecerse unos a otros la oportunidad que tuvieron de disfrutar del juego dentro de la cancha. El rugby educa porque en un mundo materialista, se está marcando al jugador que por más bueno y brillante que sea, no podrá hacer nada sin la ayuda de su equipo y le enseña, además, que en el rugby que queremos y debemos defender, vale más el hombre que el jugador.”
“El rugby fomentó siempre hombres de bien que trabajen, estudien y que, como complemento de su actividad principal, sean buenos deportistas. El rugby siempre se enorgulleció de tener grandes hombres y siempre destacó, junto a la condición natural del jugador de hacer cosas bien dentro de una cancha, repetir lo mismo en la actividad privada de ese jugador”.
Otra de las enseñanzas principales del Veco, parafraseando a su maestro “Catamarca” Ocampo, fue: “El rugby nunca quiso ser la meta final del que lo jugaba sino el medio mediante el cual el hombre, al mismo tiempo que mejora su físico y su mente, mejora espiritualmente.”
El rugby es un deporte de contacto, en donde se puede poner en serio riesgo el físico del jugador, si el oponente o uno mismo actúan de mala fé. Por tanto, para Villegas: “existe con el adversario un pacto de caballeros de jugar lo más duro posible dentro de la cancha, puesto que cuanto más duro el juego mejor juego es.” “El jugador de rugby que encuentra en un adversario ocasional a un hombre duro y honesto en la cancha, luego del partido valora en ese oponente a un amigo para toda la vida y viceversa. El rugby fomenta las relaciones, amistades y uniones más fuertes. Por tanto es un medio para relacionar, un medio para vincular gentes, pueblos y sociedades.”
En un deporte en donde se hace culto de la lealtad y de la honestidad del juego, el Veco destacaba: “Una de las cosas más grandes que tiene el rugby es que tiene tradición, se respetan las jerarquías y los cargos, los capitanes y los dirigentes de años y las personas con galones”.
Es justamente ese respeto, al árbitro, al adversario y a uno mismo lo que marca esas diferencias con otros deportes. ¡El tackle siempre debajo de la cintura!...¡lo que está en el piso no es pasto, sino un compañero o un contrario que debe ser considerado!.¡En la cancha sólo habla el capitán y no se discuten ni sus decisiones ni las del árbitro!...estas son frases que recurrentemente se escucharán en los entrenamientos de infantiles y menores de los clubes argentinos, herederos de la mística y tradición del football- rugby. Estas son la esencia de nuestro deporte, del cual escribió Whinston Churchil: “es un deporte de animales, practicado por caballeros”.
Por último, Carlos Veco Villegas nos legó la siguiente reflexión: “El rugby debe tomarse con cierta diversión, con cierta ligereza, sin ceño fruncido, sin solemnidad militar. Siempre hay lugar para la broma, para la diversión, porque fundamentalmente, dentro y fuera de la cancha el rugby es para divertirse.”
La escuela rugbística argentina iniciada por Francisco “Catamarca” Ocampo, continuada y enriquecida por “Veco” Villegas es hoy representada por un discípulo dilecto de éste último: Marcelo “Tano” Lofreda, quién como entrenador llevó al Seleccionado Argentino de Rugby al más alto nivel en el último mundial.
Don “Catamarca” tenía algunas premisas que son hoy recordadas dentro del abc de nuestro deporte:
“Un país sin tradición, es como un cuerpo sin alma”. De allí que resulta esencial a los clubes, respetar su esencia rugbística, hacerla carne y transmitirla a las nuevas generaciones.
“Cada jugador es la quinceava parte del equipo”. Quizás ese espíritu solidario es lo que más representa a nuestros jugadores en el mundo, no debe jamás perderse.
“El contrario es un adversario que nos permite jugar. No es un enemigo y, por lo tanto, hay que respetarlo”. (Francisco “Catamarca” Ocampo”)

Ser Rugbiers

Es entender que el respeto es innegociable.
· Es vivir con pasión cada momento de nuestra vida.
· Es superar la adversidad.
· Es aprender que el esfuerzo es el único medio posible de trascender.
· Es escuchar a los más grandes, que por algo son más grandes.
· Es "cortarse" en la cancha, no "cortarse" nunca fuera de ella.
· Es imitar los buenos gestos que nos rodean.
· Es pensar antes de actuar.
· Es compartir.
· Es saber que el referee siempre tiene la razón, por más que se equivoque.
· Es tener la humildad para poder aprender y luego la misma humildad para saber enseñar.
· Es decirle no a la violencia.
· Es hacer amigos todos los sábados y domingos.
· Es compartir el tercer tiempo hasta el final.
· Es asumir un compromiso.
· Es soñar todo el tiempo.
· Es enseñar con el ejemplo.
· Es ganar a veces sin ganar.
· Es cuidar a tu club.
· Es caminar erguido y con la frente alta para siempre.
· Es saber que el compromiso, la disciplina y todos los valores del rugby se extienden más allá de la cancha y el club y que deben trasladarse a todos los ambientes de la vida.

Rugby - La dificil Londres

Es una de las ciudades más bellas del mundo. Porque Londres es majestuosa por donde se la mire. Allí, en la cosmopólita capital inglesa, están ahora Los Pumas aguardando el test del sábado. Pero como les contaba ayer, hay una historia detrás de este enfrentamiento. Una historia que registró el empate ya relatado y tres derrotas, dos de ellas en cero.

Tras aquel 13-13 del 78, Los Pumas volvieron a Twickenham en 1990. Se había ido Rodolfo O’Reilly con sus históricos y llegaba Luis Gradín con sus jóvenes y con la vuelta de Hugo Porta. Los argentinos venían de perder en tiempo de descuento con Irlanda y había algo de confianza para chocar fuerzas con los de la Rosa. Pero no fue así. Los Pumas sufrieron una paliza de 51-0 ante el equipo que un año después arribó a la final del Mundial.

Aquel partido guarda una historia: la tremenda piña que Federico Méndez, de sólo 18 años, le pegó al gigante Paul Ackford. Lo durmió, y las cámaras lo registraron a Fede cuando se iba insultando a sí mismo rumbo al vestuario. A partir de allí, el mendocino se ganó un lugar en el mundo del rugby.

El regreso a la Catedral en 1996 no tuvo nada que ver con el del 90. Allí, Los Pumas le jugaron de igual a igual a los locales y así lo indica el resultado: 20-18, con seis penales de Gonzalo Quesada. Esa noche, los argentinos armaron una jugada espectacular, de toda la cancha, que no fue try porque a Eduardo Simone se le cayó la pelota a centímetros del ingoal.

Y en el 2000, Los Pumas llegaban, para algunos, con algo de favoritismo. A mi me tocó estar en ese partido y los habia visto a los ingleses vencer una semana antes a Australia. Se estaba formando el gran grupo que iba a ser campeón mundial en el 2003.

Recuerdo que el miércoles previo al test, los jugadores ingleses se retiraron de la concentración porque la Federación no aceptaba sus reclamos económicos. El sábado, los de Clive Woodward, bajo una persistente lluvia, fueron muy superiores.

Un dato que surje de estos repasos. Los Pumas no marcan un try en Twickenham desde el 78. ¿Se quebrará el hechizo? Es muy probable.



Rutas del destino

Después de haber entrenado mucho en el ámbito escolar, de club, provincial e internacional, he llegado a creer que existen “cuatro rutas del destino” para el Coach que desea sacar de su equipo las cualidades que le permitan volverse un team en sentido verdadero.

Ellas son: Disciplina, Respeto, Espíritu de Equipo y Estado de Animo.

Grandes palabras, podrán decir ustedes, pero nunca me sentí turbado de usarlas. Son grandes palabras, pero creo firmemente que, cualquiera que sean los métodos de aproximación que un entrenador elija, mientras no tenga disciplina, respeto, espíritu de equipo y estado de ánimo en su equipo, no habrá base de apoyo para una performance que expresará lo mejor de los talentos y potencialidades de sus jugadores, y más importante aún, de su equipo.

Esto es lo importante sobre el entrenamiento en el Rugby. El resultado final es siempre el mismo: El equipo. No importa cuántos grandes jugadores un bando posea. Charlie Saxton solía machacarnos a nosotros, los Kiwis, que el objetivo total del Rugby era, para catorce jugadores, dar al decimoquinto una partida de medio metro. Y no creo que el concepto ideal del trabajo de equipo haya sido más conciso y precisamente explicado. Si usted tiene un buen equipo, tiene la base de todo: Aptitud, brillantez, audacia, etc. Pero si dentro de ese equipo usted no consigue que todos y cada uno de los jugadores dé lo mejor de sí, usted tiene uno o más talones de Aquiles. Cuando esto ocurre, la aptitud, la brillantez o la audacia pueden volverse torpeza, estupidez y tontería.

La Disciplina aparece en muchas formas: El maestro dando un “coscorrón” a su alumno o el Oficial ordenando a sus tropas “hacerlo de nuevo”. Pero la correcta disciplina para el Rugby, según me parece, es aquella definida en el Diccionario de Oxford: “El orden mantenido y observado entre personas bajo control o comando”. Observado es la palabra clave en lo que a mí respecta. Una alegre y jovial buena voluntad es el alto desarrollo de aquella disciplina. En los años sesenta Nueva Zelanda ha tenido la suerte de producir con Wilson Whineray y Brian Lochore, dos grandes capitanes All Blacks. Cada uno de ellos aseguraba una disciplina absoluta en sus equipos, cuyos jugadores estaban inclinados a su juego con alegre buena voluntad.

Nunca podríamos haber oído a sus jugadores protestar o quejarse. Por el contrario, todos deseaban hacer algo más de lo que les correspondía. Esto es vital en materia de disciplina. Alguien tiene que ser el jefe, pero el dar órdenes es sólo el comienzo de la disciplina. La prueba de un capitán es que él debe inspirar la voluntad entre sus jugadores para realizar sus intenciones.

Implica manejo de hombres. Y si tengo que elegir capitán entre dos candidatos: Uno con destreza táctica pero sin la capacidad para llegar a sus jugadores y otro sin brillo táctico, pero con la habilidad de conseguir que sus jugadores respondan alegremente y en forma consistente, yo tomaría el último. Calma y confianza (pero no sobre estimación), son las cualidades a buscar.

Estas son las cosas que engendran fe. Y cuando usted tiene fe, tiene al mundo. Daré algunos pensamientos sobre capitanía más adelante, pero la disciplina está tan vinculada a la capitanía que es mejor repetir acá algunos de ellos.

Respeto es aprecio y consideración. Respeto es una palabra de la cual usted puede leer muy bien todo aquello que tiene que ver con la rectitud de un hombre, una cualidad que surge cuando un hombre comanda y otro es comandado. Un compañero puede ser un poco retraído en empeñarse al tackle, pero si usted sabe que él está virilmente tratando de que nunca caiga su equipo y que su miedo al contacto es una reacción instintiva que desearía no tener, pero que lo supera, usted lo respeta.

Él está dando lo mejor de sí. Otro jugador puede ser su crítico despiadado, pero si usted sabe que no está siendo impulsado por malicia, sino que está profundamente preocupado, como usted, por el bien del equipo, lo respeta.

Esto también es suficiente. Son los perezosos, los sin voluntad, los egoístas y los maliciosos los que deben ser olvidados. Ellos no merecen respeto. Hay un test simple: si un jugador puede decir de otro, cuando le preguntan si le gusta o no, “yo lo respeto”, es suficiente. Cuando en su equipo existe respeto entre cada uno de sus jugadores, usted tiene la base más sólida y fuerte que puede aspirar.

Espíritu de equipo es una cualidad intangible, pero vital. En estos días de falsedad y reputaciones “burbuja”, es a menudo ridiculizado y uno es consciente, también, que el “espíritu de equipo”, acompañado por emotivos llamados a los individuos para que hagan lo mejor en beneficio de su equipo, es demasiado rápidamente invocado por “líderes- animadores” a los que les faltan recursos para extraer esas cualidades de sus hombres.

No se puede imponer “espíritu de equipo” sobre un grupo de jugadores. El capitán o el coach que se paran frente a su equipo y le dicen: “Bueno, desde hoy vamos a tener un buen espíritu de equipo”, está perdiendo su tiempo. Espíritu de equipo es algo que emana hacia fuera de cada individuo con tal fuerza que pronto abarca la totalidad del grupo.

La noche anterior a que Auckland (del cual yo era entrenador), ganara la Ranfurly Shield (campeonato nacional de Nueva Zelanda), venciendo a Southland en 1959, Wilson Whineray (capitán del equipo) y yo tuvimos una charla con los jugadores. Albert Pryor, famoso jugador maorí y segunda línea del equipo, dijo: “Willie: ¿Puede llegar el momento en el partido en que yo les pida a cada uno de ellos un esfuerzo supremo?” Yo le contesté que me parecía bien.

Al día siguiente íbamos ganando, pero empezábamos a desmejorar. Southland empezaba a “irse” y a todos nos parecía que se nos iba el partido.

Hubo una interrupción en el juego y mientras esperábamos parados en el Line- Out, pude oír a Willie caminando a lo largo de la hilera, gritando: “¡Quiero un esfuerzo supremo!”… ¡Supremo esfuerzo!… Nunca podré explicar lo que sentí dentro de mí cuando escuché esas palabras –contaba después Albie- agregando que si Willie le hubiera dicho: “Albie, por el bien del equipo, tienen que morirse”, él se hubiera muerto.

Sólo un capitán del calibre de Whineray pudo, supongo, tener tanta seguridad preguntando lo que a sangre fría parece un gesto teatral. Pero el hecho es que Auckland se revalorizó y ganó el partido. Todo como consecuencia de ese grito y la respuesta de un espíritu de equipo tan altamente desarrollado como nunca pudiese tener. ¡Era un buen equipo, además!

Moral o Estado de Animo es orgullo. El orgullo en su odiosa forma es uno de los siete pecados capitales, una tediosa expresión humana. Pero el orgullo dentro del equipo es una cualidad vigorosa y admirable. Un equipo con orgullo de sí mismo, de su club, de su país, aunque sufriendo la más ultrajante derrota, no perderá su identidad como equipo. Puede ser superado en la cancha, puede no conocer nunca la impetuosa calidad de la victoria, pero debido a su orgullo, seguirá siendo equipo. Esto es Moral, una extraordinariamente importante cualidad en el Rugby.

Esta, no hay duda, es la prueba de los equipos de Rugby. Ser capaces de tomar las variaciones de la fortuna sin detrimento de su espíritu combativo. Y por espíritu de lucha (que puede tener sabor a fanatismo o política de agresividad), hablamos de espíritu de equipo y moral y aún de respeto y de disciplina. Pero desde una experiencia considerable en Rugby como jugador, selector y entrenador, es realismo y no-exaltación, lo que me lleva a creer que la disciplina, el respeto, el espíritu de equipo y la moral, son las cuatro rutas del Rugby.

Usted puede llegar usando sólo dos de ellas, quizás tres. Pero como equipo, como colección de jugadores, usted sólo descubrirá las mejores cualidades de los jugadores del equipo y de éste como tal, viajando por las cuatro rutas. Y lo que es más, como lo observó una vez el viejo Rudyard Kipling: “Usted será un hombre, hijo mío”.