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viernes, 14 de enero de 2011

Batallas eran las de antes - Por Pancho Vázquez


La Guerra de los Seis Días duró, como diría Perogrullo, seis días. La del Yom Kippur de 1973 fue algo más prolongada, lo mismo que la del Golfo, en 1991.
Claro está que ninguna batalla fue como la de Stalingrado, que entre 1942 y 1943 demandó casi ocho meses y más de un millón de muertes.
Pero ésta es una revista de rugby y sobre él debo escribir, aunque en los surcos de mi aún intacta memoria se inmiscuyen colisiones que, a excepción de las armas de fuego -felizmente-, tuvieron los matices de las conflagraciones bélicas.
Como rezaba el “himno de Quilmes” para el Mundial de Fútbol 2002, “…eran otros tiempos, era otra la historia…” Y otro era el reglamento o, mejor dicho, lo que el mismo permitía o no castigaba.
Lo cierto es que quienes peinamos canas –si es que algo peinamos- recordamos verdaderas refriegas. Y no es cuestión de alabarlas ni de condenarlas, ya que no soy quién para hacerlo, sino que forman parte del bagaje de mi disco rígido y no debo ni quiero evitarlas. Simplemente eso.
Los días contemporáneos nos ofrecen espectáculos rugbísticos que, más allá de la riqueza o la orfandad técnica de quienes los protagonizan, están afortunadamente impregnados de un riguroso respeto a las normas y las transgresiones son rápida y drásticamente penadas en un marco que antaño, y particularmente en el terreno internacional, no existía.
Como no quiero que esta columna se remonte a tiempos que muy pocos puedan evocar, me remitiré a la década de los ´80, cuando los que hoy transitan por su cuarta década eran adolescentes y encuentren en estas líneas algo que hayan visto.
Formado en la gira a Gran Bretaña de 1978, fogueado en la Nueva Zelanda de 1979, con sonoras victorias ante Australia, Springboks y franceses, golpeado en el Mundial ´87 y resucitado ese mismo año ante los Wallabies, el gran equipo Puma de 1988 recibió a la Francia subcampeona mundial en el Amalfitani.
Primer test para los galos (15-18) y revancha siete días después.
De un lado, “nenes” como Serge Blanco, Philippe Sella, Pierre Berbizier y, en particular, los forwards: Garuet, Dintrans y Ondarts; Condom y Lorieux; Carminatti, Rodríguez y Cecillon.
¿Y por casa?: Diego Cash, “Perica” Courreges y “Serafo” Dengra; “Sandro” Iachetti y el “Chapa” Branca; Pablo Garretón, el “Tati” Milano y “Georgi” Allen.
Se quería ganar. Y se ganó (18-6)… Pero, ¡mamita, qué batalla! Los franceses vendieron cara su derrota y los Pumas pagaron esterlinas por su victoria.
A su lado, ¡Stalingrado un poroto!


Agustín Pichot - “Este año quiero trabajar en política”

El ex capitán de los Pumas, Agustín Pichot, de 36 años, dio una entrevista a la Revista Hola. “Quiero empaparme más de la realidad argentina”, dijo.

–¿Cómo es ser ex jugador?
–Raro. Fueron quince años fuera del país. Inglaterra, Francia, siete mudanzas con la familia, el Bristol primero, Stade Français y el Racing Metro, en París, más tarde. Los mundiales con los Pumas y el tercer puesto en Francia 2007. También la lucha para que los jugadores argentinos compitan en igualdad de condiciones con las potencias mundiales del rugby. Claro que ahora, en cada proyecto, aplico los valores que me enseñó el rugby: pasión, disciplina, garra, camaradería, lealtad, respeto, coraje…
Llevo un año fuera de las canchas y ya concreté varios proyectos.


–¿Cuáles son?
–Armé un grupo mediático alrededor de la radio FM de ESPN. Ahí está mi hermano Joaquín, el menor. Formamos un excelente equipo de trabajo y estamos en plena expansión. Con Enrique, mi hermano mayor, organizamos la producción de un campo que tenemos en Mendoza. Producimos vinos Pichot, aceto, aceites, dulce de leche…, eso también funciona. Bárbara, mi hermana, se encarga del marketing de los productos. También me divierte mucho seguir el desarrollo de mi línea de indumentaria de Nike. La AP9 anda muy bien.


–Estás a full, ¿y de rugby, nada?
–No, no. De rugby, todo. Trato de crear, organizar y delegar en mis otras actividades, eso me deja tiempo para el rugby. Con mis amigos de la generación 74 del CASI [Club Atlético de San Isidro, el lugar en que se crió y donde jugaron su padre, Enrique, sus hermanos y él mismo], agarramos la Comisión de Rugby. En la UAR [Unión Argentina de Rugby] tengo un puesto no rentado en la Comisión de Alto Rendimiento. También participo de algunos proyectos del Comité Olímpico Argentino [COA]. Todos son proyectos trascendentes. La inclusión de los Pumas en el torneo Tri Nations, junto a Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda, las tres máximas potencias del rugby; o lograr la inclusión del rugby de siete jugadores en los Juegos Olímpicos son buenos ejemplos.


–La Fundación Pichot, la UAR, el COA, el CASI, prácticamente no tenés ni un minuto libre.
–Para nada. No sé cómo hago, pero le dedico tiempo a la familia. Florencia también está ocupada con sus cosas y nos turnamos para atender a las chicas. Además, veo a mis amigos todo el tiempo. El otro día hicimos acá, en casa, la fiesta de fin de año con todos ellos. Fue impresionante, más de setenta personas. E intento darme gustos que antes postergaba una y otra vez.


–¿Y el futuro, cómo lo imaginás?
–Estoy trabajando en la creación de una nueva fundación. Ya tengo los sponsors comprometidos. Creemos que se llamará Fundación Encontrarse, que se dedicará a sostener proyectos deportivos con contención social y de salud.


–¿No existe ya una Fundación Pichot?
–Sí, pero ese [la Fundación Enrique Alberto Pichot] era un proyecto de mi papá, que murió en 2006. Con mis hermanos decidimos sostenerlo. Se encarga de apoyar a la comunidad toba que está radicada en Derqui, cerca de Pilar. El nuevo proyecto es completamente distinto.


–¿Y qué más? Dicen que no te conformás con un solo objetivo por vez.
–Ahí va la bomba: ahora me veo, me imagino, metido en política. Ya hice algo como representante de la provincia de Chubut en Europa. Me mantengo expectante, quiero empaparme más de la realidad argentina y esperar a que pase el torbellino de las elecciones 2011. Después, definiré el camino.