Logo Chamigos

Logo Chamigos

viernes, 3 de diciembre de 2010

¿Cómo comienza esta locura? Parte I - Por Diego Pacheco



Me imagino, que cada uno de los que somos parte de esta pasión interminable, ya sea como jugador, entrenador, directivo, veterano, padre o madre, tiene suparticular recuerdo de cómo llegó a estar ligado a este grandioso deporte.

Hay historias similares, otras particulares, pero en todas ellas, siempre habrá una situación puntual, que la diferencie del resto. En mi caso particular, la cosa empezaba muy temprano, pero por diferentes motivos, recién sobre los 13 años, tuve la suerte de pisar una canchavestido como jugador.

Todo comenzaba con una particular admiración, hacia esos gladiadores con sus vinchas y sus tapones de metal. Casi siempre me escapaba para ver al equipo del colegio vecino, a la postre, donde comenzaría mi carrera, el La Salle Florida.

Por esos años, tenía un vecinito que jugaba en el SIC, con él y otros más, jugábamos  en la vereda de un vecino que nos odiaba, era una franja de verde césped alucinante. Era un uno contra uno, a veces pasaba, otras caíamos en el asfalto, los codos al rojo vivo eran motivo suficiente para cabrear a mi pobre vieja.


Una tarde fue el summun!. Por la mañana dieron Gales-Pumas en la tele, el primer partido televisado en directo para Argentina, aquella tarde galesa donde, esedudoso tackle alto de Chiquito Travaglini sobre J. P. Williams, derivó en aquel penal desde mitad de cancha de Phil Bennett.

En tiempo cumplido, Gales pasaba al frente y ganaba el partido, uno de los mejores equipos de la historia o quizás el mejor, estuvo contra las cuerdas, frente a15 pumas que dejaron todo para demostrarle a una generación, lo que tanta pasión podía producir.

Quién me iba a decir, que ese gigante de vincha que veía en blanco y negro con el número cinco, iba a ser el principal culpable, unos años más tarde, de convertirme en un fanático apasionado en todo lo que se relacione con una pelota ovalada.Era Tito Fernández, quien junto al Chapa Branca, el Palomo Etchegaray, Gonzalo Beccar Varela y el gran Hugo Porta pasarían a ser historia viva de nuestro deporte.


Fue la tarde soñada, había llovido durante el almuerzo, y poco a poco nos fuimos juntando en nuestra franja privada, ahí comenzamos a seguir los pasos de nuestros ídolos, intentando llegar como sea, esquivando, chocando, chapoteando en el agua…, para apoyar la pelota en aquel ingoal imaginario.

Fueron 30 minutos de pura adrenalina, los gritos del vecino al ver como habíamos dejado esa cuidada franja verde, interrumpieron el test match, huimos desaforadamente para escondernos de nuestros padres, internamente sabia que no seria la última vez que llevaría una pelota bajo el brazo, corriendo como poseído…

De todas maneras, hubo un intervalo importante de tiempo, hasta volver a sentir esa sensación inigualable. Las cosas estaban convulsionadas en la Argentinapost Perón, y un manto de tinieblas iba cubriendo el cielo de nuestro hermoso país, comenzaba el momento más terrible de nuestra historia contemporánea.

Mientras tanto, en una escuela alemana de Munro, era arquero de handbol y de fútbol, aunque nada me atraía demasiado, hasta probé lanzamiento de bala…, casi mato a dos compañeros!

La insistencia de mi hermano Pablo, gran jugador de básquet, que incluso llego a jugar en la primera de River siendo bostero fanático, me llevó a probar en el club de sus comienzos…, dure 4 entrenamientos, los golpee a todos, no metí una…, por favor deja, pibe!

Hasta que en segundo año del La Salle Florida, un carismático profesor de gimnasia, Roberto Fabro Vello, me convocó para el equipo del colegio.


Imaginen mi felicidad! Al final del primer entrenamiento, esa alegría había acabado, me tocaba ser el nuevo, empezar de cero, torpe, gordo, con dudas de poder hacer algo, todo se pone en contra…, me tomaron de punto.


Cada entrenamiento era una verdadera pesadilla, me pegaban con pelota, sin pelota, me robaban la ropa, pero a esta gente qué carajo le pasa?


La vida es una rueda dicen los que saben, ya me llegaría mi turno, igual se los contaré más adelante…, si les interesa.

  
Continuará…

El mejor Tercer Tiempo (Historias) - Por Marcelo Weitzman

Cómo si fuese ayer, recuerdo una gira, que acompañados con infantiles y juveniles, fuimos a algún lugar del litoral argentino.
El primer día dormimos en unas antiguas carpas, tipo Canadiense, esas en forma triangular, a la noche diluvió, fue impresionante, estábamos como 5 en una misma carpa, y las paredes empezaron a hacer agua, junto a Carlos, Peto, Jony y el Gordo, la carpa empezó a sumergirse en el fango, y el agua entraba por todos lados, parecía un bote en alta mar.
El gordo en un ataque de furia y diciendo que eran unas carpas de mierda, la rompió la hizo trizas., no paramos de cagarnos de risa, cuando al gordo le pasaban esos ataques, era más gracioso que Olmedo, Capusotto y otros tantos juntos, seguimos mojándonos toda la noche, la bolsa de dormir ,la ropa.
Al otro día, como una banda de gitanos, desplegamos la ropa mojada al sol y nos tiramos a dormir en cualquier lado, era un torneo nacional, y cuando desperté, que no sé donde estaba, había como 200 personas alrededor.
Esa misma noche jugamos un partido nocturno con el equipo local, nosotros éramos 14, ya que fuimos como acompañantes de los chicos, algunos entrenadores y colaboradores de divisiones, llegábamos a 14.
Jugamos el partido, con uno prestado, un gran partido, mucha actitud de nuestro lado, contra un juego más creativo y desplegado de ellos.
Había más de 400 personas viendo el partido, no por que fuese una gran cosa, sino por la cantidad de clubes, jugadores de varias categorías, entrenadores y acompañantes varios.
Al término del partido, fuimos al club del equipo, que nos había desafiado en la cancha, y ahora nos desafiaba con los tragos.
En esa “pulseada alcohólica”, con fernet y otras bebidas, el tanteador fue ampliamente para el local, mucho más que en el partido, después de eso y como diría Balá, y sin cambiar de andén, nos invitaron a un lugar, que decían era el paraíso en la tierra.
Se llamaba “La quinta”, nosotros, no teníamos idea de que se trataba, pensábamos que era, la quinta de alguno de los chicos, donde habría pileta y asado y esas cosas. Subimos a un par de 4×4 y otros vehículos, y nos dirigimos a ese lugar a una media hora del pueblo.
Efectivamente, pileta, asado, cancha de tenis, cancha de fútbol y en la casa, muchas luces negras y de colores.
Dentro de la casa, un grupo de hermosas mujeres, danzaba al compas de una música muy lounge, mientras ya los más pendex del equipo, estabas acurrucados con las bellas ninfas.
Había una morocha, muy delgada de ojos claros, que hizo un strep tease, todos enloquecidos aplaudiendo, me marcaron y me miró y alguien dijo, pago por ver al “Burro “en acción.
Así fue, entramos a la habitación, y en un encuentro, donde no mediaron palabras, se concretó la situación. En el frenesí de la lujuria “el gordo”, con un viejo borracho formaba un scrum.
Después de la quinta, fuimos a un boliche, donde nos servían tragos on fire, o sea con fuego, había que soplarlos, para beberlos.
Ya serían como las 3.00 de la mañana y fuimos a la disco, entre los tragos y la música, desperté en los brazos de una hermosa chica.
Besos, mimos y caricias, hablamos de cosas divertidas, me dijo que le gustaban los helados de frutilla y que de chica escuchaba los temas de “Tremendo”, también era fanática de “Pelito” un viejo programa de tv, también hablábamos de que nuestro sueño sería ver al “Coyote “atrapando al “Correcaminos”.
El boliche cerró acompañe a la chica a su casa.
Llegamos al lugar donde nos hospedábamos en esa ciudad litoraleña, la puerta estaba cerrada y abrían recién a las 10, varios prefirieron pernoctar en un hotel.
Yo me senté en la vereda y desperté a las 12 del mediodía, acostado  en la vereda, cuando un policía me despertó.
Pasaron muchos años de esta historia, tal vez mis compañeros puedan atestiguar, pero nunca supe si fue realidad o lo soñé. ¿Qué creen?