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miércoles, 27 de octubre de 2010

Resembrando Valores - Por Jose M. Posse



Acompaño éste escrito de Marcos Ocampo, un hombre de gran valía en el rugby argentino, hijo del recordado Catamarca Ocampo, uno de los primeros Maestros de nuestro deporte. La nota salió publicada en la página del San Isidro Club, entidad deportiva amiga con los que compartimos esta preocupación permanente por sembrar los valores que engendran el pretendido espíritu de nuestro deporte.

Lo que me motiva a aconsejar su lectura es que nuevamente estamos viendo reaparecer ciertas conductas que están alejadas de la prédica de nuestra esencia deportiva. Entiendo que un rugbista debe ser dentro y fuera de la cancha un ejemplo de conducta. Por tanto, la noticia que un grupo de deportistas de uno de los mayores clubes de rugby argentino están involucrados en actos patoteriles, en verdad me alarma, sobre todo cuando estos hechos son recurrentes.
Igualmente nos produce rechazo ciertas prácticas (importadas de otros deportes) en donde la hinchada pretende tener un protagonismo que no le corresponde, hostilizando al árbitro, al pateador rival, etc.
También (y esto lo digo como entrenador de infantiles), siento repulsión de las formas con las que algún club... está pretendiendo enseñar a sus jugadores más jóvenes a jugar a nuestro deporte. Un niño nunca debe ser alentado a jugar al filo de las reglas, a utilizar la violencia del juego rudo, a burlarse del derrotado. Resulta impropio exigirles a niños a comportarse como grandes, olvidándose que no están aprendiendo a ganar a cualquier costo, sino a ser hombres, desde la diversión de un deporte formativo. ¡¡¡Y no vaya uno a querer hacerles notar algún error ya que reaccionarán entrenadores, padres y demás con cualquier tipo de improperios!!!.
Uno escucha a esos mismos entrenadores, padres y hasta directivos del mentado club refiriéndose del árbitro como inefables bomberos como si la vocación del referee fuera ir a jorobarle la vida a ellos...¡¿a ellos?!...son cosas que están ocurriendo y no debemos mirar para otro lado.
Para no desvirtuar los objetivos de nuestro deporte, vienen al caso las reflexiones de Marcos Ocampo.

Las fuentes de lo que sigue han sido las enseñanzas de mi padre, junto con material guardado por él mismo y algunas reflexiones basadas en mi propia experiencia.
Por Marcos J. Ocampo


En la evolución del deporte en general, al ser considerado éste formativo del individuo además de una actividad recreativa, fueron desarrolladas muchas normas de conducta que tenían que ver con la caballerosidad y el Fair play. En el tenis, por ejemplo, nos enseñaron que debía aplaudirse el tanto obtenido por una pelota ganadora, inalcanzable para el oponente; pero no así el tanto que concluía con un error de un jugador, aunque lucia forzado, ¿En qué medida se aplica esta enseñanza en la Copa Davis de estos días? Recordemos los incidentes en los partidos de la Copa jugados en Buenos Aires o los mis recientes en Santiago de Chile.
El rugby es un deporte muy duro, de mucho contacto físico, en el que la lealtad es una condición necesaria para que cumpla aquellos principios de educación y recreación. El respeto por el propio equipo, por el adversario y por el referee es absolutamente necesario, mito como lo es la autoridad absoluta del arbitro. Se trata de un deporte que por sus reglas facilita que ello no se cumpla y, por ejemplo, uno pueda golpear deslealmente a un adversario sin ser descubierto. Es decir que ofrece numerosas oportunidades para faltarle el respeto al rival. Por ello, la diferencia entre una acción fuerte y una acción desleal esta dada por una tenue línea determinada solamente por la conciencia del jugador.

El festejo los tries

El entrenador de rugby infantil al que me refería al comienzo, me contaba que él, cuando hacía de referee, anulaba los tries en que el autor se abrazaba con sus compañeros para celebrarlo. En los tiempos que corren parece exagerado, propio de un ser de otro planeta, pero él estaba tomando el duro camino de la educación frente a un mundo que alienta todo lo contrario. Frente al soltá todas tus emociones, bésate con tus compañeros, aparece alguien que pregona: disfruta tu logro internamente, respeta a tu adversario pues en realidad sin el no podría haber partido.

Esto es lo que nos enseñaban de chicos. Hoy en día, en cambio, podemos cargar a nuestros rivales con total impunidad si nos viene bien; es lo que parece pregonar el ambiente.

El cumplimiento de las reglas del juego

Hace algunas semanas, Monseñor Kailic, hablando sobre deslealtad en el fútbol, decía que impedir un gol o cortar una jugada mediante una infracción no era ético. El periodista que lo entrevistaba se atrevía, con algo de sorna, a augurarle poco futuro como entrenador de fútbol.

A nosotros nos enseñaban precisamente eso: era contrario al espíritu del juego impedir un try con una acción desleal, seguramente no apreciada por el árbitro. Recientemente, ha surgido el sin bin como castigo para la acción desleal que implica una infracción, burda, e intencional, que corta una jugada de ataque del otro equipo. O sea, que se resuelve el mismo tema por vía de una acción punitiva y no por lo que debería venir a través de lo enseñado desde los inicios.

El público

La enseñanza tradicional nos decía que uno podía alentar con entusiasmo a su equipo pero sin meterse con el equipo adversario, es decir, respetándolo. Veamos cómo es esto ahora; los cantitos del público contienen, cargadas e insultos al adversario, muchos espectadores silban al pateador, y otras actitudes similares sobre las que no es necesario sobreabundar, pues todos lo vemos a diario.

Ahora está de moda también presionar al referee durante todo el partido. Por ejemplo, cuando da la espalda al público gritarle cosas tales como:
... ¡mira el offside En una jugada en que se penaliza a un jugador adversario por, digamos, un tackle alto, gritar; ...¡amarilla!, o ...¡roja!, etc.

Los dirigentes de los Clubes

No tomamos las medidas preventivas ni sancionatorias que deberíamos. Se lo dejamos a la Unión, como sí ésta fuera un ente extraño que no tiene nada que ver con los clubes. En el ejemplo que doy en el párrafo anterior, hacemos como si se tratara de un partido que se estuviera jugando en otro club.

Las excusas

Para el festejo de los tries: todos lo hacen, se ven en todos los otros deportes, etc.
Por las Acciones desleales: sos de otra época, basta que el referee no te vea.
Del público: hoy en día viene mucha gente a los partidos y no se los puede identificar a todos, si el otro empieza es imposible parar la respuesta.
La gran muletilla: todo se arregla en el tercer tiempo. Claro, yo pateo a un adversario en el suelo, ¡y después tomamos una cerveza en el tercer tiempo!

Algunas ideas para resolver estos problemas

Esta claro que los protagonistas principales son los clubes. Más aún en una época en la que hay cantidades de cursos y seminarios sobre técnica y táctica del juego. Asimismo, excelentes publicaciones de la Uniones.
Me pregunto:
¿Cuanto tiempo y espacio dedican, dichos cursos y publicaciones a los temas objeto de este artículo?
¿Cuanto tiempo dedican los entrenadores de los clubes a tratar estos temas, especialmente con sus divisiones infantiles y juveniles?
¿Son los jugadores de primera división conscientes del Jugar de modelos que ocupan frente a los chicos de las divisiones infantiles y juveniles?

Estos puntos son muy importantes, porque todos los clubes están en condiciones de identificar a cada uno de sus hinchas, pues ellos son ni mas ni menos que sus jugadores de divisiones inferiores, cuando no los padres y amigos de ellos.

Hace años, las publicaciones de la UAR, como por ejemplo el fixture, incluían al comienzo la definición de Sportsman (Deportista) que decía:
Deportista es aquel que no solamente ha vigorizado sus músculos y desarrollado su resistencia por el ejercicio de algún gran deporte sino que, en la práctica de ese ejercicio, ha aprendido a reprimir su cólera, a ser tolerante con sus compañeros, a no aprovechar una vil ventaja, a sentir profundamente como una deshonra la mera sospecha de una trampa y a llevar con altura un semblante alegre bajo el desencanto de un revés.

Esta definición dada es de 1850.

Propongo algo sencillo y barato:

Cada entrenador, de cada división de cada club, podría hacer su propio seminario de (tres o cuatro horas, con la siguiente metodología; separar a los chicos en grupos, darle a cada grupo una frase de la definición anterior para analizaría, y luego presentar sus conclusiones al entrenador y a sus compañeros en un plenario.

De esta forma, estaríamos sensibilizando a todos en este tema, y recalco la palabra todos porque acciones aisladas de algunos clubes serían útiles, pero en su aplicación duraría lo que un suspiro. Sólo una lenta pero sostenida tarea de educación, sumada a una firme y coherente actitud de todos los dirigentes, puede cambiar el actual estado de cosas.

Para concluir, soy consciente de que hoy en día plantearnos metas como las expuestas sería utópico. Los años me han ido haciendo cada vez más pragmático. Pero creo que quienes lean este articulo y sientan hay por lo menos una parte que les toca, tienen aquí algunas ideas que pueden aplicar sí se sienten con vocación, Tener claro hacia dónde uno se dirige facilita corregir los desvíos de rumbo.

Pero el ejemplo debe venir de nosotros los dirigentes; y estoy seguro que si todos nos lo proponemos, mucho antes de lo que pensamos estaremos en condiciones de revertir la situación actual.

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