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jueves, 17 de marzo de 2011

El gran Diego, mi amigo” (Historias) - Por Marcelo Weitzman

Eran mis primeros tiempos de Rugby, tenía 13 años y comencé a jugar, mucho no sabía, y me sentía torpe, era rellenito y lleno de dudas .Me gustaba el rugby, pero no sabía nada y era nuevo.


Llegué al club, de la mano de un amigo del primario y secundario, actualmente seguimos siendo amigos.
Entre los compañeros del equipo estaba Diego L. , que era un gran jugador, pateaba la pelota , como un cañonazo, corría con furia y metía tackles que partían el espíritu y el cuerpo del ocasional rival.
Lo empecé a admirar y traté de alguna forma de pertenecer al círculo de sus amigos.
Era, muy callado, muy introvertido y poco y nada se sabía de su vida.
Muchas padres y madres iban a vernos,  Diego, estaba siempre solo con su bolso.
En cada partido Diego entregaba su vida, metía terribles tackles, sintiéndose el ruido y el grito de la víctima de dolor.
Con la pelota en mano era imparable, ya a los 15 años medía 1,80m y pesaba 90Kilos.
Jugaba de centro y hacía varios trys por partido, sea quien sea el rival.
Aunque no teníamos una gran cantidad de jugadores, nos caracterizábamos por ser aguerridos y ásperos en nuestro juego, sumado a nuestra cancha en los parajes de Florencio Varela.
Una vez recuerdo un partido contra Belgrano Athletic, donde Diego brilló y fue propuesto para Los Pumitas.
Misteriosamente no se presentó, al enterarme traté de hablar con él y fue imposible comunicarme.
Por un tiempo dejó de venir, y luego aparecía, la rompía y volvía a desaparecer.
Nunca supimos bien que le pasaba, eran tiempos sin celular ni internet, no tenía teléfono, y en su depto. en la calle Uruguay y Santa Fe, no contestaban nunca el timbre.
Pasaron algunos años, ya teníamos 19 y salíamos ya como amigos, nuestra relación se transformó en una linda amistad y muchas veces salíamos con chicas, cuando hacía fiestas en mi casa en el barrio de Recoleta.
Después de conocerlo más y en un día de borrachera, me contó su historia.
Su madre estaba casada con Juan X, tenía una hija, su hermana mayor, hasta que empezaron a llevarse muy mal su padre y su madre, la madre optó por ir a un retiro espiritual con un cura, que tenía mucho renombre, en el retiro se gustaron y se sedujeron  y de esa unión surgió un fruto, que fue Diego.
La madre escondió su historia, nació Diego y ella le puso el apellido de X y continuó viviendo con esa mentira, hasta que un día explotó y contó la verdad.
El señor X dejó a la madre y ella tuvo un brote psicótico, enfermedad que la siguió hasta sus últimos días.
El padre P. verdadero padre de Diego dejó los hábitos se casó y formó una familia, después de muchos años reconoció a Diego y tenían alguna relación Padre e hijo, pero muy limitada, Diego se hizo cargo del cuidado de su madre, teniéndola que internar cada tanto, su hermana se casó y se fue a vivir a Europa, Diego siguió cuidando a su madre.
Pasaron muchos años, ya a los 40 volví a ver a Diego, tenía un hijo en Chile, donde fue echado de la casa por la madre del chico, a tiros según su versión, digamos que la fidelidad marital, era un concepto que no entendía bien.
Por otro lado la pobre madre de Diego había fallecido su padre también y su familia paterna desconoció el vínculo, Diego quedó desheredado.
A los 40 ambos jugamos un partido de veteranos en Padua y de un tackle Diego, le rompió el fémur a otro jugador, me pidieron que no lo lleve más.