Logo Chamigos

Logo Chamigos

domingo, 26 de diciembre de 2010

Dulces son las Revanchas - Por Francisco "Pancho" Vázquez



Claro está que ninguna batalla fue como la de Stalingrado, que entre 1942 y 1943 demandó casi ocho meses y más de un millón de muertes.
Pero ésta es una revista de rugby y sobre él debo escribir, aunque en los surcos de mi aún intacta memoria se inmiscuyen colisiones que, a excepción de las armas de fuego -felizmente-, tuvieron los matices de las conflagraciones bélicas.
Como rezaba el “himno de Quilmes” para el Mundial de Fútbol 2002, “…eran otros tiempos, era otra la historia…” Y otro era el reglamento o, mejor dicho, lo que el mismo permitía o no castigaba.
Lo cierto es que quienes peinamos canas -si es que algo peinamos- recordamos verdaderas refriegas. Y no es cuestión de alabarlas ni de condenarlas, ya que no soy quién para hacerlo, sino que forman parte del bagaje de mi disco rígido y no debo ni quiero evitarlas. Simplemente eso.
Los días contemporáneos nos ofrecen espectáculos rugbísticos que, más allá de la riqueza o la orfandad técnica de quienes los protagonizan, están afortunadamente impregnados de un riguroso respeto a las normas y las transgresiones son rápida y drásticamente penadas en un marco que antaño, y particularmente en el terreno internacional, no existía.
Como no quiero que esta columna se remonte a tiempos que muy pocos puedan evocar, me remitiré a la década de los ´80, cuando los que hoy transitan por su cuarta década eran adolescentes y encuentren en estas líneas algo que hayan visto.
Formado en la gira a Gran Bretaña de 1978, fogueado en la Nueva Zelanda de 1979, con sonoras victorias ante Australia, Springboks y franceses, golpeado en el Mundial ´87 y resucitado ese mismo año ante los Wallabies, el gran equipo Puma de 1988 recibió a la Francia subcampeona mundial en el Amalfitani.
Primer test para los galos (15-18) y revancha siete días después.
De un lado, “nenes” como Serge Blanco, Philippe Sella, Pierre Berbizier y, en particular, los forwards: Garuet, Dintrans y Ondarts; Condom y Lorieux; Carminatti, Rodríguez y Cecillon.
¿Y por casa?: Diego Cash, “Perica” Courreges y “Serafo” Dengra; “Sandro” Iachetti y el “Chapa” Branca; Pablo Garretón, el “Tati” Milano y “Georgi” Allen.
Se quería ganar. Y se ganó (18-6)… Pero, ¡mamita, qué batalla! Los franceses vendieron cara su derrota y los Pumas pagaron esterlinas por su victoria.
A su lado, ¡Stalingrado un poroto!

Un Cuento Navideño (A todos los amantes del Rugby) - Por Marcelo Weitzman

Siempre acompañaba  a mi papá, en cada partido de rugby.
Sin saber, sobre el juego, cuando era más chiquito, me alegraba cuando los veía  en el tercer tiempo, riendo y tomando cerveza, me daba cuenta que habían ganado, me daba muchos besos y me abrazaba, me paseaba en brazos, y cada jugador del equipo  me tiraba por los aires, era la mascota del equipo, el más grande de los más chicos, que tenía un papá jugador.
Otros días, cuando salían derrotados, me acercaba  a cada uno y los consolaba, los abrazaba y les decía que el próximo partido iba a ser mejor.
Después de unos años, comencé a jugar, empecé en la escuelita, mi papá me venía a ver, cada vez, que podía, junto a mamá, se reían de mis travesuras, y festejaban alguna asistencia de try, más que los trys propios, que hacía, ahí me retaba y me decía _” la podías a ver pasado “(con esa voz gruesa), pero igual me abrazaba, se sonreía y me daba un beso.
Después de muchos años en la m19, tuve el orgullo de ser entrenado por mi papá y ser tratado como uno más, obviamente que quería ser el ejemplo, y mis compañeros me eligieron capitán.
Llegamos  a entrar en ganadores e hicimos lo imposible, por llegar a ganar el campeonato, pero no fue posible, igual papá, nos felicitó, por todo lo que dejamos en la cancha, siempre me dijo que eso era más importante que el resultado, la entrega.
Cuando cumplí mis 21 años, papá se enfermó gravemente, fue muy de golpe, un cáncer furioso, yo estaba de novio, laburaba con él, y soñaba con jugar en primera.
Un viernes 24 de diciembre, nos dejó, la última vez que lo ví, apenas podía moverse, siempre fue un titán, un tipo que no se rendía nunca, y postrado en la cama, me sonrió, sin poder hablar, me transmitió todo el amor que sentía por mí.
Al otro año me casé, y ese año fui capitán de la primera, como lo hubiese querido mi adorado viejo.
Y hoy en este 24 de diciembre, levanto la copa, por todos nosotros, todos los que amamos la maravillosa vida, este maravilloso deporte, que nos enseña tanto, y abrazo a mi señora, que en su vientre lleva la cimiente de un hijo, que trae en sus genes, todas las ganas de ser y todo el futuro.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Las historias que yo cuento - Lunes - Por Marcelo Mariosa Fuente: Tirasaca

Cuando debuté en la primera de mi club, todavía no había cumplido los 19 años. Medía un poco menos que ahora, quizá un metro ochenta y dos.

Jugaba de ala, porque era rápido y joven, pero a mitad de año no recuerdo qué demonios pasó con el hooker y yo, que era el más chiquito del pack, pasé a formar en el medio de la hilera del frente. Recuerdo especialmente un partido contra Los Matreros en su cancha de Morón, frente a las vías del Sarmiento y escasas cuadras de la estación homónima. Yo, parado en medio de line, como sexto, trataba de disfrazarme de laucha para escurrirme entre los osos mayores y perforar el line rival. Y de ahí, que los vientos me llevaran a cubrir toda la cancha.

Corría como loco, pero sabía poco de rugby y cubría esa pequeña ignorancia con las piernas, que me llevaban como alma en pena por todos los rincones de la cancha y vuelta para el otro lado. En medio del line, decía, del otro lado, estaba Bottarini. El no sólo era puma, sino que era un oso enorme, cada una de sus manos podía cubrir toda mi cabeza, y en medio del partido, me di cuenta que me lo habían dejado a mí, para que me aplastara o al menos para que el tipo no dejara mal parado a los más viejos. Me recuerdo parado al lado del tipo, que me sacaba por lo menos una cabeza, y más de veinte kilos de diferencia.

Para poder pelearle el line iba a tener que conseguir la escalera de los bomberos voluntarios de Morón. El partido era peleado, yo corría como un desaforado, íbamos de scrum en scrum, y yo desde el costado de la formación salía volando a perseguir la pelota que iba y venía. Hasta que tuvimos un line out en contra. Parado al lado del puma, lo medía de reojo con la esperanza que un rayo le cayera en la cabeza y tuviera que salir, por más sol que hubiera. La diferencia de nivel de juego y física era tan abismal que no tenía la menor chance de "molestar" al jugador contrario que además era titular en el seleccionado nacional.

Un dilema terrible ocupaba mi cabeza. Entonces, con la pelota a punto de partir de las manos del hooker de Matreros, no tuve mejor idea que, al momento que él iba a saltar, simplemente pisarle un pie para que no saltara. La pelota pasó de largo, hubo forcejeos en el fondo y zafé de la primera, sin que Botta se hubiera percatado de lo que había pasado. Pero luego vinieron muchas más.

Tuve que recurrir a las más bajas artimañas para evitar que esa torre descolgara las pelotas que le tiraran, incluyendo subirme a babucha en su espalda cuando saltaba, agarrarlo del pantalón y otras menudencias similares hasta que se me acabó el repertorio, justamente cuando el tipo se dió cuenta que yo le estaba amargando la tarde. Estimo que mi cara de niño semi imberbe le dio pena en el momento que descargó una trompada llena de bronca contra mi humanidad, ya que me pegó en el pecho. Yo siempre hago la broma que en los días de humedad todavía me duele pero la verdad es que le debo agradecer al grandote ese que no me puso el ñoqui en la naríz, porque de otro modo respiraría actualmente por la nuca.

Ponerse la camiseta de tu club tiene que ser un orgullo inigualable. En aquéllos años, como me decía Omar López, que hoy juega con los muchachos amigos de GEBA, la camiseta era marca Uribarri y pesaba mil kilos (yo le había arrancado las hombreras que sólo agregaban peso), la pelota era un jabón después de dos meses de juego (hoy vienen con un grip especial para días de lluvia o de calor), el médico era el padre de alguno (u otro jugador) y el jugador número 16 era la hinchada, porque no había cambios.

Yo no digo que antes todo era mejor (me encanta el rugby actual) pero fue nuestra época, la que nos tocó vivir y la que disfrutamos como jugadores de rugby.

¿Ustedes extrañan esos años?


domingo, 12 de diciembre de 2010

Partido Viejos Zorros (Formosa) - Chamigos (Corrientes) - La Revancha

El sábado 11 de noviembre, Chamigos partió hacia Formosa a cumplir con el compromiso que tenia con los amigos de Viejos Zorros, la delegación se junto como es habitual en el playon del RI 9, el viaje de los jugadores, algunos con sus familias,  se hizo en una ruta tranquila el mismo duro una hora cuarenta minutos.

Una vez en Formosa, a la cancha se la ubico rápido y de a poco estirando las pierna, saludando a los anfitriones partimos hacia los vestuarios, (en realidad nos cambiamos en un costado de su quincho ya que nos dijeron que allí sería mejor, en el vestuario hacía demasiado calor) una vez equipados, Chamigos formo de la siguiente manera:

    Cara de Malo   -   Cabeza   -   Sirota
           Paloma   -   Jorge Gomez
Lilio Gomez                                Arturo (prestado)
                              Mugre



                                  Gaston Del Grosso
                                                      Hugo Marchissio
                                                                         Diego Taglialegne 
                                                                                               Ivan Zangrandi
            Pedro Maffia                                                                              
Jorge Aprile


                                 
                       Marcos Suave

Chamigos llego con los jugadores justos, no tenía cambios para realizar,  y se resolvió jugar dos tiempos de 20 minutos. El partido fue parejo mucha defensa de parte de Chamigos que cuando lograba recuperar la pelota lastimaba y fue así que después de un tackle, bien puesto, Marcos recuperó una pelota que quedó boyando cerca de mitad de cancha y corrió hasta las 25 como no le entraba la quinta, frenó le hizo embopa a quien venia corriendolo y se la paso a Ivan que venia apoyándolo y cambiando de direccion logro llegar al in goal y apoyar cerca de la banderita el primer try para Chamigos.

Despues de esta jugada y en ese tramo del primer tiempo el referi se puso muy estricto con las sanciones y corto repetidamente las acciones para unos y  para otros, con errores de definicion para los locales que venían con todo a querer empatar, ya terminando el primer tiempo en un maul con control de Viejos Zorros se desprende un jugador que es takleado por Cara de malo (Chamigos), haciéndole perder la pelota, la cual Gaston puntea y apoya una vez mas cerca de la banderita el segundo try para decorar el resultado del primer tiempo, Chamigos 2 Viejos Zorros 0.

Luego del descanso correspondiente, arranco el segundo tiempo que fue mas controlado por Chamigos, aunque en un tramo logran avanzar los locales hasta las 25 visitante, debido a la insistencia y severidad con la que juzgaba el arbitro, que no dudó en cobrarnos alrededor de 10 penales en contra seguidos, pero los Viejos Zorros no pudieron vulnerar la defensa de su oponente y fue asi que en una oportuna pesca de Lilio, que recupera una pelota en mitad de cancha y cierra el partido con un try. Chamigos 3 Viejos Zorros 0.

Finalizado el Test, vinieron los abrazos, las fotos y al parecer a los Viejos Zorros el resultado los tomo por sorpresa, quisieron jugar un tercer tiempo de 10 minutos de corridos (sin saber que lo nuestro es la tocata) con modalidad Ten y alli Chamigos termina el partido con 3 tantos mas, demostrando que no fue una casualidad el resultado oficial del partido.

Muy buena la atencion de los locales, de esta manera se vivio un muy lindo tercer tiempo, para las 21.30 hs. los visitantes levantan campamento y emprenden el regreso despues de difrutar una hermosa tarde de Rugby y Amigos, 

GRACIAS A TODOS !!!!


La Historia de los British & Iris Lions



La primera gira oficial por el Equipo de Unión de Rugby de Islas británico, seleccionado por un comité de las cuatro Uniones de inicio, fue a Sudáfrica en 1910. Pero la idea no era nueva, ya que el combinado de equipos británicos e irlandeses habían estado dirigiéndose al hemisferio sur desde 1888.

El primer viaje era una aventura comercial hecha sin el apoyo oficial, pero las seis visitas posteriores que ocurrieron antes de 1910 disfrutó de un grado creciente de apoyo de las autoridades, aunque sólo uno de estos representantes estaban incluidos en el cuatro naciones.

El nombre de los Lions fue acuñada durante el período de entreguerras, cuando el emblema en la camiseta de los jugadores insignias de solapa les dio su título alternativo. 

El 1950 resultó ser una edad de oro del rugby de los Lions, aunque no fue hasta la década de 1970 que el estilo se emparejó con la sustancia de la victoria en Nueva Zelanda y Sudáfrica.

Algunos cuestionaron si los Lions tenían un futuro en la era del profesionalismo y la Copa del Mundo de Rugby. Pero el apoyo popular dado a las giras 1997 y 2001 puso in a estas preguntas.

El Tour de 2005 y e -de Nueva Zelanda demostró ser un evento aún más grande con un reporte de 30.000 aficionados que viajen a apoyar al equipo. Los Lions fueron gestionados por el ex internacional inglés Beaumont Bill y entrenado por el ex técnico de Inglaterra, Sir Clive Woodward.

La gira de 2009 para Sudáfrica fue una tarea difícil para el equipo de Paul O'Connell, ya que tuvo que hacer frente al actual campeón de la Copa del Mundo y Tres Naciones. Los 10 conciertos de partidos se convirtió en un éxito tanto dentro como fuera del campo como los Lions reavivó su magia y empujó a los Springboks, John Smit todo el camino en una de las mayores series de pruebas de la era profesional.

Los Lions ganan seis y empató uno de sus partidos provinciales, pero cayó por 2-1 en un vibrante campaña de Prueba. Después de haber quedado en la zaga de 2-0 con derrotas en Durban y Pretoria, este último con un penal de último segundo de su campo de Morne Steyn, los Lions batallaron para ganar la prueba final en Johannesburgo 28-9.

La Historia de los Barbarians

Hace muchos años, un grupo de jugadores fueron elegidos para formar un equipo de élite. No tenían tierra, casa club y la suscripción y adhesión fue sólo por invitación. En esencia, representan un concepto gloriosa trajo vida por la visión y entusiasmo de un hombre, Guillermo Percy Carpmael. Inspirado por sus experiencias personales ambos jugando con ambos para la Universidad de Blackheath y Cambridge, su sueño la era difundir la buena camaradería entre todos los sueños de fútbol jugadores. El rugby se hizo realidad el 27 de diciembre de 1890 en convento de campo, Hartlepool. Allí, todas las grandes cosas sobre el juego - instinto, el coraje, el espíritu y la pasión se concentraron en un gran equipo. Un equipo que llamaron un los barbarians.

Mundos aparte 

talento excepcional han seguido sus pasos desde entonces. por lo menos no es la persona bien recordada Edgar Mobbs. Lamentablemente murió en la Gran Guerra, mostró el liderazgo y el espíritu necesario para llevar el baloncesto famoso en blanco y negro. En su honor, " La Mobbs Memorial del partido " ha sido un evento anual desde 1921.

Ganar el Mundo

Como resultado de muchas actuaciones brillantes, los barbarians se ganan el respeto de todo el mundo y el 31 de enero 1948 fueron invitados a jugar los australianos Cardiff Arms Park en el último partido de la gira. La batalla captura la imaginación de millones y atrajo una multitud de capacidad de 45.000. Tan exitosa fue el choque que se convirtió en tradición para Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica (que estaba de gira por el Reino Unido). El Desafío Final para hacer frente a los barbarians en este emocionante evento se llevó a cabo cada tres años, en la era profesional a partir de 1995, los juegos se produjeron con más frecuencia.

El juego moderno 

A medida que el siglo 21 avanzó los barbarians jugan en Sudáfrica en el 2000 y en Australia el año siguiente en el Millennium Stadium de Cardiff. Luego, en un mágico tres de diciembres entre 2007 y 2009, venció a los barbarians de Sudafrica y Nueva Zelanda en Twickenham y acogió el primer partido de rugby en el reconstruido Estadio de Wembley, jugando Australia en una ocasión de fiesta que también se celebra el centenario de los Juegos Olímpicos 1908 Juegos en Londres.

LA FUNDACIÓN 

WP Carpmael concibió su idea brillante en altas horas de la noche en 1890 en Leuchters Restaurante, Bradford, en un momento en que prácticamente todos los clubes dejaron de jugar a principios de marzo. 

No hubo viajes y los jugadores sólo espera hasta la siguiente temporada, pero su plan para recorrer una parte de la gira por todas las fuentes, para hacer frente a un líder en algunos clubes en la tierra, de inmediato recibió el apoyo de los mejores, y hoy este apoyo es tan fuerte como siempre.

Carpmael tuvo la gran idea de que el club barbarians debe ser absolutamente cosmopolita, con el objetivo de difundir la buena comunión entre todos los jugadores del rugby ha sido estrictamente respetados por los que le han seguido en la gestión del el club. La afiliación es por invitación y las calificaciones sólo se considera cuando se ha cursado una invitación son: que el fútbol del jugador es de un nivel bastante bueno y en segundo lugar que debe comportarse dentro y fuera del campo. No hay discriminación alguna por raza, color o credo. 

Relatos cortos de Rugby: XV Indiecitos

(Fragmento)

Llegó temprano, era su costumbre desde chico y eso que no era muy puntual en su vida de paisano, por así decirlo. Llegaba más o menos tarde para las cosas del trabajo, la profesión o los afectos pero siempre se había caracterizado, por llegar primero en todo lo que se refiere a lo deportivo. Aún antes, pues empezaba desde la cama llamando por teléfono a los dormilones.

Siempre pensó que era porque disfrutaba tanto con el deporte, como de la etapa previa que incluía las largas horas de entrenamiento y la preparación del día del partido.

Hacía muchos años que no pisaba el club, desde que tuvo que elegir obligado por las circunstancias, entre terminar la carrera, el trabajo y su novia o seguir su destino dentro del equipo. Cuando dejó de jugar no quiso ver más rugby en vivo, pues sabía que no podría resistir las ganas de entrar a la cancha. Todo hubiera vuelto a empezar y tenía que seguir el camino que había elegido; uno debe seguir siempre el camino que elige, aunque después las circunstancias le borren la huella. 
Esta elección lo alejó de sus compañeros, así es la vida...Dentro y fuera del rugby.

Extrañaba sobre todo el despertarse al alba los domingos, los olores mezclados del barro y el fluído Spineda... Sobre todo sus recuerdos predominaba el de llevarse la guinda a la cara y oler la penetrante mezcla de cuero con pasto que tenía la pelota mojada por el rocío. 

Ese olor por sobre todo, era lo primero que recordaba de entrar a una cancha, como cuando tenía trece años y lo hizo por primera vez.
Hoy estaba allí, no podía faltar y había llegado primero como antes, como siempre... 

El cuidador era otro y no lo conocía, pero cuando le dijo que venía por lo de la reunión, asintió como quien sabe todo y no quiere oír mas. Le abrió la puerta de la casa, solo así se conocía al lugar donde se hacían los “terceros tiempos”. Era el lugar donde uno podía calentarse los botines y la espalda congelada al lado del fuego. 


Sobre el ceniciento hogar de roble, aunque los años no permitieran identificar realmente la madera ya casi petrificada, estaba el cuadro del campeón...


Fuente: Con H de Blog

sábado, 11 de diciembre de 2010

La hora de decir adiós

El universo del rugby está habitado por cientos de historias y anécdotas de un deporte en el cual la pasión figura por encima de todos los sentimientos. Y ahí están sus personajes: los que le dan vida adentro de la cancha a fuerza de tackle y los que ponen otro condimento especial afuera, matizando los terceros tiempos, polemizando sobre todo y quedándose horas y horas riéndose y recordando tiempos pasados.
Allí donde vayan, los personajes del rugby llevan sus episodios de vida junto a la ovalada. Por eso, un partido de rugby nunca empieza o termina con el pitazo inicial o final del árbitro.
Durante la estadía en Cardiff para cubrir el histórico partido entre Los Pumas y los Lions, compartimos varias de esas charlas ricas con un personaje. Hasta que en una noche, la posterior al partido, ese mismo hombre se sentó y empezó a hablar sin parar. Quería contarnos una historia, y sólo pidió que no reveláramos de quien se trataba.
Al fondo estaba el Millennium, testigo de la fantástica actuación de Los Pumas. Por las calles de Cardiff se tambalean decenas de chicos y chicas abrumados por tanta cerveza. El hombre los mira preocupado, y sólo en ese instante se le borra la sonrisa que mantiene desde que se dio cuenta que estaba allí para ver a Los Pumas contra los Lions.
Dice que ya no va a viajar más, que se dedicará sólo a ver rugby en la Argentina. Que para él es misión cumplida. “¿Sabé qué? Me sentí como el gordo Mauro (por Reggiardo), cuando dijo que se iba por la puerta grande”, acota mientras enciende un cigarrillo y ya no le importa haberse olvidado de comprar en Buenos Aires y de pagar allí 5 libras (10 dólares) cada atado.
Confiesa que ya está cansado de tantos aviones, tantas esperas en los aeropuertos, de llevar los bolsos, de ir de un lado para otro, de cambiar los horarios de comida y de sueño. “Uno tiene, aunque cueste, que aprender cuáles son sus límites. He sido feliz con esto, así que no tengo nada de que arrepentirme. Sólo es una decisión”, agrega.
Se le caen unas lágrimas mezcla de tristeza y emoción. Sabe que tomar una decisión muchas veces cuesta dolor, pero que cuando se transita y se supera ese dolor, siempre viene algo mejor. Dice que va a extrañar, pero que tiene más personas y actividades para extrañar en la Argentina. Que, igual, lo suyo seguirá siendo lo suyo, y que el rugby estará en su sangre por siempre. Prende un cigarrillo y se va, nomás. Sabiendo que esta sí fue la última.


Un ejemplo del Rugby


Ocurrió un sábado y en la madrugada donde se vio a través de la televisión. No es para nada algo novedoso y tampoco se cita aquí por tratarse de un partido de primerísimo nivel internacional. Se insiste: pasa en cualquier división de rugby. ¿De qué se trata? Jugaban Australia y Nueva Zelandia un partido clave por el Tres Naciones. Ganaban los All Blacks en el primer tiempo por 6 puntos de diferencia. Los Wallabies disponen de un penal frente a los palos y el capitán, George Gregan, le protesta al árbitro porque considera que además debe mostrarle tarjeta amarilla a un rival por reiterados offsides. Como indica el reglamento, el árbitro no acepta la protesta y cambia el fallo: penal para los All Blacks.
No hay otro deporte —como bien remarcaron los comentaristas de Fox Sports— que contemple una situación así en el juego. Y es una bandera que el rugby puede levantar orgulloso, porque no sólo preserva el concepto de que el árbitro se puede equivocar pero siempre tiene razón, sino que evita que el juego se degenere con protestas sin sentido. Lo que se cobró, se cobró.
No se trata de poner al fútbol en el rincón de los castigados, pero si el reglamento contemplara esto que se da en el rugby, nadie más vería protestas no sólo al árbitro, sino esos pedidos de tarjetas hacia los rivales que muchas veces rozan el ridículo y la falta de respeto a las mínimas normas que marca la vida misma.
Hace muy bien la Unión de Rugby de Buenos Aires (URBA) en realizar desde hace un buen tiempo una campaña televisiva en la cual se remarca aquello de que el árbitro es tan falible como cualquiera, pero es el que está allí para que dos equipos puedan ju gar un partido. Si uno toma la frase al pie de la letra, podrá argumentar que a veces el árbitro no siempre tiene razón, pero aquí lo que vale es la esencia.
Como últimamente se observan múltiples episodios de gritos e insultos a los árbitros desde las tribunas e, incluso, se llegó hasta el desafortunado hecho de una agresión a un juez, viene bien que se insista con respetar las normas elementales del rugby.
Esto es tan o más importante que si Los Pumas deben cobrar dinero o no; de si hay que ingresar o no en las competencias internacionales; de si la publicidad se acepta o no. Hay que defender las fuentes. Y lo que pasó el sábado en el Tres Naciones fue un buen ejemplo para entender que aún en el superprofesionalismo y en el despropósito en que muchas veces cae el rugby de las potencias, el respeto al árbitro y al rival son elementos que siguen en pie.

El CASI del 80-82 está más allá de los récords - Historias

Alguna vez escribimos en este mismo espacio que el juego de las comparaciones es muchas veces un recurso periodístico y un entretenimiento en las charlas entre amigos, pero al que los protagonistas de los hechos le quitan importancia. Bien ganado tienen el reconocimiento estos jugadores del SIC que están realizando una brillante campaña y que el sábado se dieron un doble gusto: alcanzar el récord de 32 partidos invicto que ahora comparte con el CASI del 80-82, y lograrlo en la única vez en la historia que hizo de local en la cancha de su eterno rival. Es más: ese plantel de La Zanja tiene todo para seguir festejando, pues en la próxima fecha enfrentará a Newman con grandes posibilidades de al menos no perder, y después, quizá ya con el récord absoluto, se topará nada menos que con La Academia. Cartón lleno, entonces, para un club que es ejemplo en el rugby.
Pero, periodistas al fin, no nos quedaremos sólo en destacar a este SIC que cumple con los mandatos del inolvidable Veco Villegas. Por eso hoy queremos recordar a aquel CASI que formó Luis Caña Varela y que ahora está viendo cómo se le está yendo apenas un número estadístico que parecía imposible de superar. Es que aquel cuadro fue, sin dudas, y refrendado por gente con años de esto, uno de los mejores en la historia del rugby local.
El CASI de comienzos de los 80, rey del maul, fue imbatible en quizá la mejor época del rugby argentino. No existía el profesionalismo, y todas las figuras estaban aquí. Por eso, los del Caña Varela debieron chocar con el Banco Nación de Hugo Porta; el SIC de Loffreda, Madero, Petersen, Soares Gache y compañía, con el Veco Villegas en el banco; el CUBA de los Miguens y el Flaco Ure; el Pueyrredón de Sansot y Landajo; el Hindú de los hermanos Iachetti. Conjuntos que le daban al torneo un nivel que hoy no posee y que sirvieron para formar una camada de Pumas que está entre las tres más poderosas de la historia.
De un viaje a Sudáfrica a comienzos de los 80, Varela trajo elementos novedosos para la Argentina en cuanto a entrenamiento. Y los jugadores se adaptaron perfectamente. Aquel CASI tenía una primera línea formidable con Devoto, Courreges y Morel: una segunda demoledora con Branca y Gabriel Travaglini (luego Morelli); una tercera línea feroz, con García, O’Connor y Jorge Allen; un medio scrum cerebral con Andrés Nicholson; un apertura-crack con Gonzalo Beccar Varela; dos centros completos con Varone y Fijalkaukas; dos wines definidores con Puccio y Venegas y un full-back seguro con López Imizcoz. Ese CASI, sin dudas, prevalecerá más allá de las estadísticas.

El próximo partido - Tornarugby

El sábado. Nos han invitado por segundo año consecutivo -qué éxito- a un partido de veteranos. El año pasado empatamos a 12. Viejos rivales que no veíamos hace mucho tiempo. Partidos casi feroces entonces, hoy todo más distendido, risas al principio, tras los saludos de rigor y en el sorteo de campo, los capitanes acompañados por todo el mundo. Lo mejor, al final: "vosotros seguís jugando aún ¿verdad?". Mejor no sacar de dudas al flanker que reconoces mejor con el barro de Paraninfo que vestido de calle, y pides otra cerveza. Sí, mejor. Pudimos haber ganado, pero el único de nosotros que permanece casi en activo decidió intentar la transformación de nuestro último ensayo, bajo palos. Sin embargo, la lógica fatal de Murphy obró su ley.

Este año concurrimos con nueve o diez primeras líneas, cinco tres cuartos apenas y los demás, que no son primeras pero lo van pareciendo. Me preocupa, sin embargo, el entusiasmo que algunos exhibían en el tercer tiempo, que les llevó a querer recuperar la forma física que decían haber tenido. Sólo duró unas semanas, afortunadamente. Ya les contaré, aunque me desasosiega una imagen recurrente, que me asalta cuando trato de visualizar la primera jugada, el primer pase, el primer choque, como antes, cuando nos preparábamos a conciencia para cada batalla. Creo que no soy el único.


Los Pumas también lloran - Rugbytime

Oír cantar el himno por nuestros Pumas ya forma parte del espectáculo. Es un momento donde no alcanzan las palabras para definir lo sentido, la música explota ese cóctel de sensaciones internas y se expresa por medio de las lágrimas. Más allá del resultado obtenido ya hemos ganado puntos en nuestro fuero interno y lo mostramos en esa identificación colectiva donde todos sentimos “la celeste y blanca” representados por esos quince “gladiadores” tomados de la camiseta vibrando y temblando ante las estrofas que le recuerdan su misión.

Patria, que sentimiento tan difícil de definir. Es algo sin nombre que se lleva a todas partes y que se acentúa al estar lejos de ella. Es lo que nos hace vibrar y sentir la patria de distinta manera. La patria es algo intangible, abstracto, es el barrio, los afectos, la familia, el club, los amigos. Es una necesidad de demostrar que “somos” solamente con la presencia, que los argentinos poseemos una unidad, donde hay un algo que nos traspasa y que nos representa en cada partido por la figura de nuestros Pumas.



¿Y qué es la Nación? Es la expresión de nuestra cultura, nuestras tradiciones, el amor a nuestro territorio, la posesión en común de una tierra de recuerdos compartidos. Todo este sentir se conjuga en el rugby donde jugadores de distintas provincias, lugares y clubs se reúnen para representar a la nación, a un pueblo, a un deporte, bajo el nombre de “Pumas” en la lucha y competencia por la virtual soberanía.

La emoción es una descarga afectiva que descubre la parte más íntima del ser humano: sus motivaciones, deseos, objetivos y necesidades. Nos recuerda quienes somos, para qué estamos, a qué venimos, hacia donde vamos, envueltos en un sentimiento de orgullo y pertenencia.

Demostrar las emociones no ha sido considerado importante en el deporte, ni que decir del rugby, juego de caballeros, y… ya sabemos que los caballeros no lloran. Pues esta teoría no se cumple en este caso y los hombres también lloran. Si bien algunas emociones provocan varios desordenes en referencia a la competencia en sí, también lo son en esos momentos poderosas válvulas de escape donde llorar da más fuerza, energía y motivación.

Llorar es una expresión interna, una forma de lenguaje. Llorando expresamos mucho más que con las acciones. El llanto denota tanto una tristeza como un deseo y una alegría. Siempre se dejó para las mujeres ese atributo de lloronas, pero cómo emociona ver a un hombre llorar, es el arma más poderosa para desarmar a una mujer y tocar su fibra más íntima. Generalmente los hombres no lloran por sostener el disfraz puramente machista de no restar su virilidad ante la demostración del hombre débil que se comporta como una “frágil mujer”, cuando demostrar una emoción es una cualidad humana positiva, sana, sincera, que nada tiene que ver con la debilidad. La falla está en confundir sensibilidad con “sensiblería” y humanidad.

El llanto es un afecto y si bien los afectos son la primera forma de lenguaje, la primera forma de comunicarnos, en este caso es la primera manera de demostrar que a la cancha se entra con fibra y corazón, con llanto y temblor, con fuerza y garra.

La emoción forma parte del lenguaje no verbal y comunica su motivación. Al demostrar tanta fuerza interna seguramente que iremos por ello, el llanto no está relacionada a los logros exteriores donde valemos de acuerdo a los títulos obtenidos. Está relacionado a la motivación interna donde antes que “tener” está el “ser”. El tener se puede alcanzar rápido, pero también se puede esfumar enseguida. En cambio el ser se lleva adentro y se va formando día a día, partido a partido, gestando un ser que  va siendo a medida que se expresa incluso con el llanto, y si no se nace Puma se va haciendo Puma.

Llorar por el himno ya se ha transformado en un mito, en un ritual. Tiene más poder que el hacka neozelandés, donde la fuerza de una lágrima conmueve más que el ritual repetitivo del equipo negro. El haka puede intimidar pero el llanto te descubre tal como somos donde no se puede mentir, engañar, ni encubrir los sentimientos.
Tal vez sea necesario perder el miedo a demostrar las emociones y seguir manifestándonos y motivando a todo un país por medio de la pasión por lo que se hace y se siente.

¡Vamos Pumas! sigan emocionando y haciéndonos sentir que detrás de ustedes hay toda una nación que también aprieta los dientes en un abrazo simbólico donde el solo hecho de derramar una lágrima por el país significa que ya hemos ganado.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

El Rugby como Escuela de Vida - Por Julio Molina


Todos los deportes son importantes elementos educadores y transmisores de valores humanos y sociales que influyen positivamente en todos los que lo practican, sobre todo en los jóvenes que están en una etapa formativa y asimilan con gran facilidad todos los códigos y reglas que se les muestra.
Nosotros creemos que el rugby es un deporte formador, una escuela de vida. Por las características de nuestro juego se promueve la solidaridad, el espíritu de grupo, el trabajo en equipo y los golpes recibidos en la cancha nos van demostrando de a poco que el individualismo no sirve, no nos ayuda. Nuestro deporte es un deporte de equipo, un deporte de amigos, el grupo es lo importante, nuestras ansias individuales pasan a segundo plano.
Los veteranos lo tenemos muy claro y promovemos y apoyamos el rugby porque consideramos que nuestro deporte transmite valores de gran importancia social.
El rugby es un simulacro de lucha que impone a sus practicantes la honestidad y el acatamiento de las reglas, el trabajo en equipo y la solidaridad, el esfuerzo y la perseverancia para superar las adversidades y nuestras propias limitaciones, la lealtad y el respeto al adversario, que son iguales a nosotros, amigos que visten otra camiseta para posibilitar el juego y la diversión, y a aceptar las decisiones de los árbitros que desde dentro y fuera de la cancha se esfuerzan colaborando para que el partido sea leal y divertido.
Todo esto lo hemos querido transmitir en esta poesía:

El rugby es un juego de equipo y un juego de amigos.
En él somos quince con una pelota,
otros quince son nuestros adversarios
y se suman tres que, con pito y banderas,
transpiran corriendo para controlarnos.

El rugby es un juego con un objetivo:
apoyar la guinda en el ingoal contrario.
Pero no es un fracaso si no lo logramos,
a veces se puede y otras no se puede...
El rugby es fracaso si no hay lealtad...
El rugby es fracaso si no hay amistad...
El rugby es fracaso si no hay diversión...
El rugby es fracaso si no hay enseñanzas
para los que miran desde los tablones.
El rugby es escuela y en ella aprendemos
a luchar de frente y soportar dolores,
conocer virtudes y tolerar defectos,
tener alegrías y saber compartirlas
y ser solidarios en todo momento.

En nuestro deporte y también en la vida hace falta apoyo.
¿Y dónde está el apoyo?... Está en los amigos,
a los que no encontramos sólo en el trabajo,
o cruzando la calle o en la cola del banco,
...es más fácil verlos en canchas de rugby.
El rugby, que es un juego de guerra, nos prepara para la lucha de la vida, que es más seria. Promoviendo nuestro deporte y estos valores vamos conseguir incorporar a la sociedad individuos preparados para el trabajo colectivo, solidarios y esforzados, respetuosos de la Constitución y las leyes, acostumbrados al consenso, tolerantes con las diferencias y concientes de la importancia de transformarse en difusores de estos valores para que en nuestros grandes campos de juego que son la Nación y la Provincia, que es en donde nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos van a continuar viviendo y jugando éste u otros deportes, progresen y se posibilite para todos una vida mejor.

En nuestro deporte es muy importante el tercer tiempo, donde nos sentamos con nuestros amigos que fueron lúdicamente nuestros circunstanciales adversarios, compartimos un vaso de cerveza o gaseosa con los que minutos antes habían chocado con nosotros, compartimos bromas con amigos a los que prometemos pisar en el próximo partido pero con los que al encontrarnos nos abrazamos con la alegría del encuentro, un encuentro que está lleno de afecto.
Como me dijo un gran amigo, el “Trompa” Arturo Rodríguez Jurado: “en el rugby no hay nuevos amigos, en el rugby los amigos son de toda la vida”.
La poesía termina así:

Y aquí, en el tercer tiempo, que es tiempo de amigos,
aquí es donde más podemos disfrutarlos...
Y por eso ahora, amigos y hermanos,
levanto mi copa y con ella brindo:
por la vida y la amistad,
por la lucha y los dolores,
por el juego y la alegría,
por el rugby y los amores.
¡Salud!

lunes, 6 de diciembre de 2010

George Gregan: Punto final a su exitosa carrera

El ex medio scrum del seleccionado de Australia dejará la actividad de manera definitva al final de la temporada. Actualmente se encuentra jugando en el rugby de Japón.





A los 37 años de edad, el jugador que más partidos ha jugado en la historia del rugby, tomó la determinación de retirarse luego de haber pasado los últimos dos años jugando para el Suntory Sungoliath en Japón.

Gregan ganó la Copa del Mundo de Rugby, el Tres Naciones y el Super 12 con losWallabies y los ACT Brumbies, llegando a disputar 139 partidos internacionales con su seleccionado.

"Creo que es momento de decir que mi carrera se terminó. Claro que la mejor forma de hacerlo es ganando los últimos dos campeonatos que tenemos por delante" señaló Gregan.

"Me a probar suerte en cosas que están fuera del rugby en las que he estado trabajando durante los últimos años" aseguró. Gregan se sumó al rugby de Japónluego de que su ex entrenador en los Wallabies, Eddie Jones, le acercara la propuesta tras haber pasado un año en Francia con Toulon.

Las historias que yo cuento - Lunes - Por Marcelo Mariosa Fuente: Tirasaca



Lunes.
Me despierto y me levanto de la cama. Me duele la espalda. Me dirijo al baño, y apenas me veo entre los ojos entrecerrados por la modorra y las pocas ganas de salir para el trabajo. Apenas puedo agacharme para atarme los cordones de los zapatos y arrugo el cuello para que el botón se meta en ese agujero extraño que hace de ojal.

Me queda el desayuno apurado, el viaje hasta la oficina, diversas reuniones, quilombos, corridas y caras largas. Los días siguientes se parecen. Uno tras otro. Pero el Domingo ... el domingo tenemos partido, entonces me levanto mas o menos temprano, solo, sin despertador, me siento revitalizado, hasta joven diría yo, voy a la panadería, vuelvo, le hago el desayuno a la familia, y empiezo a armar el bolso con alegría, y hasta con un poco de nervios, como cuando jugaba "por los puntos".

Mi mujer no entiende lo que pasa por mi cabeza. Los chicos mucho menos. Se vienen imágenes de hace años, cuando nos juntábamos en un bar o en la puerta del club, para ir a jugar de visitantes. Antes, cuando sólo se cambiaban quince para jugar, los amigos acompañaban y los "suplentes" no se cambiaban, así que si alguno "mancaba" seguíamos con catorce. Me acuerdo de mis viejos zapatos de rugby, unos Adidas de punta cuadrada y media caña, que me hacían doler y entonces, para ablandarlos, los usaba en casa cuando tenía que estudiar. Me acuerdo del primer try, una alegría que me dura hasta hoy, aunque haya sido un try "raro".

Yo tenía edad de quinta y jugaba en mi división y en la reserva "B" que no juntaba la gente, y en un penal en 25 yardas contrarias(ahora sería en metros), el apertura, lejos de jugar con la cabeza, jugó rápido y la puso arriba, a cargar, y los contrarios la recibieron en la yarda 1 afuera de su propio in goal, y yo, que corría hasta a los pajaritos que andaban por ahí, llegué primero, reboté contra los tres gordos enormes que habían armado un maul, con tanta fortuna que se hizo un espacio entre las caderas avasallantes de esos muchachos, por donde pasé mis brazos para sacar tiernamente la pelota, girar sobre mí mismo, y ante los gritos de los muchachos que llegaban, me dejé caer torpemente sobre un costado, ya sobre la línea de try.

Aparecen miles de fotos, de giras, de comentarios, de entrenadores hablando, de amigos charlando, de lugares visitados, de frías noche cuando la helada caía y nosotros corríamos como locos. Siento como que vuelvo a tener 20 años y me subo a mi viejo (recién comprado) Citroën, prender la radio y enfilar para el Club, pensando en lo que iba a pasar. Pucha, no encuentro ni un solo recuerdo triste. Qué bueno eso. El bolso ya está hecho y la familia esta lista, porque acompaña a una tarde de sol con el "viejo".

Pero yo estoy mitad ahí y mitad en mi regreso a una pasada juventud, me siento entero, jovial, fuerte. No salí de casa y ya huelo el típico olor a aceite verde, repaso que tengo las vendas y las otras porquerías que me pongo por las dudas, porque dolores sobran. Salimos rumbo al club, ya no en el viejo Citroën sino en un auto nuevo, grande, pero yo soy el mismo.

Soy aquél, pero ahora. Llegamos al club y los amigos de siempre, de toda la vida, algunos que eran un poco más grandes, otros que eran un poco más chicos, ahora todos juntos como en una camada de 10 años en uno sólo. Mis hijos corretean por ahí, mi mujer que se cruza con las otras "chicas" y yo, que entre decenas de saludos a los viejos amigos, pongo proa al vestuario, como siempre, a hacer mi propio proceso, pero ahora más tranquilo, más relajado. Se viene un nuevo partido de veteranos.

Qué suerte que podemos seguir estando, y seguir jugando rugby con los amigos, con la familia al lado, todos juntos como una gran familia. Ya casi estoy listo, me ato los cordones y salgo. Me agacho, me ato sin problemas, no me duele nada ... será que mi cabeza y mi cuerpo están preparándose para hacerme feliz.