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domingo, 24 de octubre de 2010

Variacion de los puntos en el Rugby - Por Nicanor Gonzalez del Solar

El deporte de los tackles es uno de los que más modifica sus Leyes de Juego. Mientras el fútbol y el tenis se resisten a hacer cambios revolucionarios, el rugby se adapta a las nuevas características de sus protagonistas y, de tanto en tanto, se realizan variantes que buscan dos objetivos: l) seguridad para que los jugadores no sufran lesiones. 2) Agilizar el juego para que resulte más atrayente para los treinta individuos que están dentro de la cancha y para los espectadores.

El rugby, asimismo, no ha dudado en cambiar la puntuación de sus goles. Cuando se hicieron las primeras reglas, entre los años 1890 y 1891, se establecieron estos valores: 1 para el try, 2 para la conversión del try, 2 para el penal, 3 para el drop-gol y 3 para una alternativa que no existe en el reglamento actual: la conversión después de un mark.

Los tantos duraron muy poco porque, entre 1891 y 1892, se produjeron modificaciones: 2 para el try, 3 para la conversión del try, 3 para el penal, 4 para el drop- gol, 4 para la conversión después de un “mark”. Tampoco estos valores conformaron a los jugadores, dirigentes y referís de ese final del siglo XIX porque, entre 1893 y 1894 llegó otra variante a la puntuación: 3 para el try, 2 para la conversión de try, 3 para el penal, 4 para el drop-gol y 4 para el penal después de un “mark”.

En esta evolución del rugby aparecía un concepto, que es decisivo en este comienzo del Tercer Milenio: la valoración del try, como consecuencia de un movimiento colectivo de los jugadores por medio de pases. Con el correr de los años se le quitó un poco de importancia a la pericia de los pateadores que, en los primeros tiempos de este deporte, decidían las victorias o las derrotas. El try, que valía 1 punto en las primeras reglas, ya tenía una cotización de 3 cuando terminaba el siglo XIX. Pasaron más de cuarenta años para que se revalorizara al try: entre los años 1971 y 1972 se aumentó a 4 puntos. La última modificación se hizo entre 1992 y 1993 (se mencionan dos años porque las variantes comenzaban en la temporada europea, que se iniciaba en el mes de agosto. En cambio, el Hemisferio Sur adoptaba las nuevas normas desde marzo del año siguiente) cuando el try pasó a valer 5 puntos. Esa es la puntuación actual.

En la evolución histórica, el penal después de un “mark” se bajó, entre 1905 y 1906, de 4 a 3. Más adelante, entre 1992 y 1993 directamente se eliminó esta alternativa de marcar tantos en el rugby.

El drop-gol, que hasta los años 1905 y 1906 merecía 4 puntos, se lo redujo a 3 entre los años 1948 y 1949. Esa cotización se mantiene hasta ahora. Las otras dos posibilidades, la conversión de try y el penal no han sufrido modificaciones: 2 para la conversión y 3 para el penal.
Valen algunas aclaraciones: para los que no conocen al rugby con detalle, el “mark” es una alternativa defensiva: un jugador embolsa la pelota que le llega por el aire y canta “mark” (¡“marca”!). Cuando yo era chico había que poner el taco en el piso; después se permitió gritar el “¡mark!” cuando se ponía la pelota entre los brazos. Asimismo, antiguamente, el “Mark” se podía pedir en cualquier lugar de la cancha. Después se decidió que sólo se podía apelar a esa alternativa en la mitad de campo de cada equipo. Y, por último, sólo se autoriza pedir “mark” dentro de la línea de 22 metros. También, para proteger a los full-backs principalmente, se autorizó gritar “mark” si el jugador salta. Como no se lo puede tacklear mientras no tenga los pies en el suelo, la situación es menos peligrosa.

Había equipos que provocaban lesiones a los últimos hombres rivales porque pateaban la pelota muy alta y, cuando el receptor la embolsaba, lo “araban” ya que lo barrían y lo desparramaban por el piso. Un club irlandés, el “Garryowen”, creó un estilo basado en esa modalidad: pateaban la pelota y gritaban “up and under!” (¡”arriba y abajo!”), con la intención de derribar al receptor de ese “kick”. Fueron los médicos los que recomendaron que se protegiera al que recibía la “pelota alta”. Entonces se modificó el reglamento con inteligencia: nadie podía ser tackleado si embolsaba la pelota en el aire o si, dentro de su propia línea de 22 metros, cantaba “¡mark!”.

Ya mencionamos que, en los primeros tiempos del rugby, el “héroe” principal era el pateador. Recuérdese, además, que los chicos del Colegio de Rugby, desde 1823, jugaban de esta forma: se ubicaban treinta o cuarenta jóvenes de un lado y una cantidad similar del otro. Pateaban la pelota hacia el terreno del oponente y el receptor corría hacia delante. Los “rivales” lo tackleaban, mientras el portador procuraba llegar a la meta. En esos comienzos, por otra parte, se permitía algo cruel: el “hacking”. Esto provocó muchas fracturas porque significaba patear las “canillas” del hombre que llevaba la pelota en sus manos. Por suerte, cuando se establecieron las primeras Leyes de Juego, en la Universidad de Cambridge, se prohibió el “hacking”, como también lo había hecho antes el incipiente fútbol.

La valoración del try respondió, durante toda la evolución del rugby, a la necesidad de premiar la acción colectiva ya que, en general, un try se produce como consecuencia de la participación de varios jugadores. Por supuesto hay acciones individuales y jugadores brillantes que corren toda la cancha y apoyan un try. Pero lo usual es que la principal conquista de este deporte se obtiene por la participación de distintos protagonistas. Esta característica explica el aumento histórico de la cotización del try: 1, 2, 3, 4 y 5. Si después el pateador transforma el try y consigue un “gol” (en el rugby se llama “gol” al try convertido) que vale 7 puntos.( En la Argentina no se estila llamar “gol” al try convertido y sólo se utiliza esa expresión cuando se convierte un penal, aun cuando los ingleses –los que toman las decisiones reglamentarias- definen bien qué es un gol).

Como dijimos al comienzo de la nota, el rugby es una disciplina dinámica que no sólo modificó sus Leyes sino que varió la puntuación de acuerdo con el “espíritu” colectivo del juego. Si bien sus normas actuales no son definitivas, creemos que se ha logrado favorecer los dos objetivos principales de este deporte: l) proteger a los protagonistas 2) alentar la diversión de los jugadores y de los espectadores

La Siembra


En la historia, ha quedado un nombre: William Webb Ellis, como el inventor del Rugby. Ocurrió una tarde de 1823 en la Escuela Pública de Rugby, cuando en medio del fragor de un partido de fútbol, Webb Ellis levantó el balón con las manos, lo que era prohibido y corrió a la meta.

Nunca imaginó este joven de origen Irlandés hasta donde llegaría su innovación. Es que, al decir de Napoleón: “Uno no hace más que comenzar las cosas, luego las cosas nos arrastran.’

De la misma manera, la semilla que en un joven se siembra en un deporte de estas características, debería necesariamente fructificar de manera adecuada. Webb Ellis, quién se ordenó sacerdote, seguramente habría hecho suya la siguiente oración del padre Esteban Uriburu: “Gracias porque puedo entrar en la cancha a jugar este partido. Por los compañeros con quienes jugaré y por aquellos a quienes enfrentaremos. Ayúdame a que el fragor de la lucha no empañe la transparencia de mi testimonio. A saber ganar y a saber perder. A mantener siempre en alto el espíritu del Rugby. Un día no podré entrar más en las canchas. Enséñame entonces a jugar en el campeonato de la vida, de tal manera que pueda alcanzar con todos mis amigos aquella corona que has prometido a los que te sean fieles. Amén’.

El Rugby posee esa esencia viril, como un llamado ancestral guardado en nuestro código genético: el desarrollo de un partido tiene algo de batalla, de estrategia, de valor y locura, de hermandad y pasión.
El hombre, tiene en determinados momentos de su vida que probarse frente a sus miedos, enfrentarse a ellos para vencerlos.

Todos tenemos ese guerrero interior que debe salir a la luz; debemos saborear alguna vez el placer de la victoria, sabiendo siempre que toda gloria es pasajera, como también el sabor agrio de la derrota, teniendo presente de que en el rugby, como en la vida, siempre se tendrá otras oportunidades: si no es el sábado que viene, será el campeonato entrante…

Aquellos que sólo ven en el Rugby la rudeza del deporte, no deben olvidar que la vida misma es dura y se debe estar preparado para sus embates. No importa cuantos golpes te den, debes preparar el cuerpo, la mente y el espíritu para superarlos y seguir adelante.

En la esencia misma de nuestro deporte está su limpieza, por tanto, quedan fuera cualquier tipo de infracciones y deslealtades, ajenas al verdadero espíritu del Rugby. No se gana a cualquier costo, sino a costa de un sacrificio individual y colectivo, respetándose a rajatabla las reglas del juego y al referí que dentro de la cancha las impone. Es el nuestro, un juego de caballeros.

En cuanto al rigor mismo del Rugby, debemos tener una sincera alegría en su bravura y un deseo de dar lo mejor de nosotros mismos. Y, por sobre todo, no tener temor a la derrota, mientras pongamos nuestro máximo esfuerzo por ganar ya que ese es el objetivo del juego. Si nos llega la derrota, es una lección antes que una pérdida, mientras que si ganamos nos sentimos satisfechos de saber que nuestro sacrificio resultó ser suficiente. Inmediatamente debemos prepararnos para el siguiente combate, dejando de lado cualquier vanagloria superflua y exabruptos.

Es en el tercer tiempo, donde el festejo con los amigos-adversarios patentiza el estrecho vínculo humano que el Rugby genera en los que lo practican. uno no juega al rugby contra el otro sino con el otro.
Por ello nuestro deporte así entendido, se convierte en una escuela de vida, de la que podemos abrevar grandes enseñanzas, si estamos prestos dispuestos a nutrirnos de las mismas.

El juego Mental - Por Sebastian Perasso

La mayoría de los entrenadores y jugadores coinciden en que por lo menos el 50% del proceso de jugar bien responde a una cuestión mental.
No obstante, rara vez un entrenador de rugby dedica más del 5% del tiempo a mejorar el aspecto psíquico.

Absolutamente todos saben de su importancia pero nadie o casi nadie lo practica. Ello se debe en gran medida a que ignoran como practicarlo. Otros, en cambio, transitan un camino más peligro. Creen saber trasmitir fortaleza mental pero deambulan por conceptos equivocados. Son aquellos entrenadores que entienden que trabajar sobre el aspecto mental es hacer hincapié en las arengas y los gritos hacia sus dirigidos cuando, lejos de ayudar, en muchos casos resultan contraproducentes.

Bajo ese contexto las frases “debemos ganar sí o sí”, “hoy no podemos perder” o “somos muy malos, no podemos jugar así” producirán un deterioro en la habilidad mentales con la consecuente pérdida de confianza y motivación en el jugador.

En divisiones infantiles y juveniles el hecho puede resultar aún más grave, puesto que los jugadores necesitarán en esa etapa por sobre todo palabras de aliento y de apoyo, como también muestras de confianza pero no insultos o reprobación.

El aspecto mental, como ningún otro, ejerce marcada influencia sobre los otros aspectos del juego porque el costado psíquico repercute de manera acabada sobre lo físico, técnico y táctico.

En virtud de lo descripto, quien logre solucionar o de alguna manera mejorar la faceta mental corregirá en consecuencia los otros aspectos de su juego.

El entrenador debe ejercer una correcta capacidad de observación y análisis del juego, como punto de partida para resolver los problemas que presentar su equipo.

Puede resultar que un jugador o equipo se caiga físicamente en forma sistemática en los últimos veinte minutos (aspecto físico); que se le caiga muy a menudo la pelota (aspecto técnico); o que tome malas decisiones en ataque (aspecto táctico). Sin embargo, es factible que esa maraña de problemas e inconvenientes presente un mismo hilo conductor: el aspecto mental.

El jugador sin fortaleza mental y sin motivación baja notablemente su intensidad física en los últimos minutos; el jugador sin confianza y con las habilidades mentales disminuidas es habitual que tenga problemas de handling y, por último, el jugador que se siente presionado y con un alto grado de estrés mental es lógico que no tome las mejores decisiones a su alcance.

En consecuencia, un problema que parece complejo y multifacético es posible que tenga origen en un denominador común: lo mental.
A mi criterio, hay un ejemplo que desnuda esa influencia psicológica antes señalada.

Es el caso de una persona que se creía repleta de dolores y enfermedades. Se tocaba la rodilla y le dolía, luego se tocaba la cabeza y sentía un fuerte dolor y finalmente tocándose cualquier parte de su cuerpo ese mismo malestar persistía. Creía tener un sin número de dolores que lo aquejaban y se sentía muy enfermo. Sin embargo, a pesar de su presunción, lo único que tenía lastimado era su dedo.

Si logramos curar el dedo, lo demás por si solo se solucionará. En la esfera del rugby sucede algo similar. Si logramos arreglar el aspecto mental del equipo, es muy posible que el resto quede en consecuencia solucionado.

Está claro que el aspecto mental incide de manera directa sobre la performance y el rendimiento deportivo. Por ello, la respuesta que tenga un jugador de rugby ante situaciones de presión, decidirá en gran medida su desempeño deportivo.

El entrenamiento mental en el deporte consiste en la práctica habitual de determinadas habilidades psicológicas como estrategia para afrontar situaciones deportivas.

La psicología del deporte ayuda a controlar la presión y sus efectos (estrés y ansiedad), además de colaborar a potenciar la motivación, la autoconfianza y la concentración. De esa manera podrá alcanzar un rendimiento óptimo.

Contar con la energía adecuada es un factor decisivo para alcanzar los mayores niveles de rendimiento. El jugador puede estar falto de energía o por el contrario puede estar energizado; es decir rodeado de energía en su accionar. A su vez esa energía puede ser positiva o negativa.

Aquel jugador que persiga un rendimiento óptimo deberá rodearse de energía positiva, esto es de emociones o sensaciones positivas relacionadas con la diversión y el gozo. La energía positiva provoca un estado de calma mental, de relajación muscular y buena concentración.

Por el contrario, la energía negativa está representada por el temor, la tensión, la ansiedad o el enojo y solo produce tensión muscular y en consecuencia contribuye a una merma en el nivel de rendimiento.

El rugby es un juego mental porque el aspecto psicológico es no solo importante sino también determinante y decisivo en el rendimiento colectivo.

Si bien el rugby requiere de jugadores compenetrados los ochenta minutos de juego, hay algunos momentos de un partido que son “clave” y que ponen a prueba el poder de concentración del equipo.

El rugby es un deporte con muchas interrupciones, es un juego muy dinámico cuando la pelota está en juego, pero cuenta con muchos “descansos” o detenciones que contribuyen a la perdida de la concentración.

En este deporte, la pelota está en juego alrededor del 40% del tiempo reglamentario, es decir que más de la mitad del partido los jugadores pueden ser influidos por factores externos.

Vale la pena...


El mejor entrenamiento es el que acaba cuando el jugador quiere seguir entrenando.
El ataque gana partidos, la defensa campeonatos.
Lo único que no está hecho para jugar al rugby son las orejas.
El cuerpo está al servicio del club.
Jugamos a ser generosos con los demás: que me tackleen a mí, y vos marcas el try.
No son contrarios, son adversarios: juegan al rugby y por tanto tienen en común contigo mucho más que cualquier otra persona que no juegue al rugby.
El que reacciona, llega tarde, hay que anticiparse.
Hay jugadores que hacen que pasen las cosas, otros que son capaces de seguir al que lleva la iniciativa, y otros que no se enteran de lo que pasa.
Atacar por el eje profundo es penetrar, y penetrar no es chocar sino atacar el espacio.
¿Cómo ingresamos a un bosque, chocando árbol por árbol o penetrando por el espacio que hay entre ellos? (Pierre Villepreux).
Aún ganando se puede ser un perfecto perdedor, y perdiendo se puede sacar de esa experiencia, una enseñanza que en el futuro puede convertir esa derrota en triunfo.
Dentro de una cancha de Rugby no existen los amigos. Enfrente contrincantes, a tu lado HERMANOS.
El rugby es un deporte que ofrece infinidad de variantes de la mayor complejidad.
Pero los grandes equipos no son el producto de grandes sistemas, sino de grandes jugadores. Son ellos, con su talento y su técnica, los que ganan los partidos.
El Rugby es un juego duro, pero la naturaleza más importante es la habilidad de ser duro uno mismo, de exigirse más de lo que lo hace el contrario.
El rugby es una empresa colectiva y solidaria. Sus signos característicos son el tackle, que es la ofrenda que brinda cada jugador a su equipo, y el pase, que es la expresión de solidaridad de un deporte que se juega con los compañeros antes que con el contrario. El tacklear es una destreza personal. Es una cuestión de orgullo y temperamento, y sólo hay un individuo capaz de lograr que un jugador lo haga en forma eficiente y éste es el propio jugador.
En el rugby hace falta el talento y éste también se desarrolla, por ese motivo quien se entrene sin oposición se engañará a sí mismo, ya que siempre realizará la opción más correcta (Pierre Villepreux)
Es más temible un equipo de ciervos dirigidos por un león, que un equipo de leones liderados por un ciervo.
Existe una respuesta para todo en el rugby y todo se puede enseñar, menos la velocidad (Fred Allen).
La disciplina de un equipo es el reflejo de las actitudes que un entrenador ha desarrollado y transmitido a sus jugadores.
La distancia entre el querer y el poder se acorta con el entrenamiento.
La máxima premisa para un tres cuartos será que en el momento en que pasa la pelota, su trabajo recién comienza. Ningún entrenador, por mayor conocimiento que tenga de todos los puestos, podrá responder todas las preguntas o solucionar todos los problemas que el juego le presenta.
Un entrenador ganará estatura ante los ojos de sus dirigidos, simplemente admitiendo que no sabe algo, y que recurrirá a quien tenga una gran experiencia por haber jugado durante mucho tiempo en esa posición.
Ningún jugador a lo largo de un partido tiene más de un minuto la pelota en sus manos.
En los restantes 79 minutos su función es estar en constante apoyo.
No me gusta el rugby por violento, sino por inteligente (Françoise Sagan).
No todo jugador puede llegar a ser un internacional, ya que un entrenador no puede meter lo que Dios dejó afuera. Si el rugby es sólo un deporte, el corazón es sólo un órgano.
Un campo de rugby no es un trozo de césped, es un trozo de vida.

El Rugby - Por Lucas Baeck


Tengo 48 años y el rugby ha estado presente desde que tenía 10 años, es decir prácticamente las ¾ partes de mi vida.

Al principio lo practiqué como jugador, luego como entrenador y seguí como alentador al costado de la cancha y ahora nuevamente lo hago como “jugador” y padre de jugadores y hasta un referee, que viene un poco a lavar la imagen de criticadores que tenemos en nuestra familia. También este año me puse a referear, permitiendo que otros se acuerden sanamente de mis familiares. Y por eso no me voy a enojar porque sé que lo hacen cariñosamente.

Cuando les cuento a muchos que sigo jugando, primero se sorprenden, me miran como mirarían a un loco y me preguntan por qué lo hago. Siempre doy la misma respuesta y es porque me gusta, pero ¿saben qué? Se lo voy a tener que preguntar a mi Analista –si es que algún día voy a visitar a alguno, gracias a Dios este deporte me mantiene lejos de ellos–, o a mi almohada esta noche.

Tengo mil y una razones para responder a esta pregunta y por ahí ninguna me puede llegar a convencer, en definitiva no se porque sigo jugando. No me gusta golpearme o que me golpeen; no me gusta que me tackleen; tengo pánico cuando viene alguien a chocarme y lo tengo que tacklear; cuando corro con la pelota y siento los pasos de un contrario atrás mío, tengo terror de que me agarre y me revolee o bien que me tacklée y caiga mal; cuando voy a chocar tengo miedo de poner mal el hombro y sacármelo o que me bajen y chocar feo contra el piso; corro dos metros y ya no doy más y por más que ago esfuerzo, el aire ya no entra como antes; terminan los partidos y me duele desde la uña del dedo gordo del pie hasta el ultimo pelo que habitan todavía en mi colosal cabeza.

Entonces, creo que se preguntarán por qué sigo jugando. Es más, leyendo lo que escribí, yo también me lo pregunto y, en realidad me gustaría saberlo.

Lo único cierto de todo esto es que cada vez que llega el día del partido, la adrenalina comienza a fluir desde el preciso momento de armar el bolso. Siempre me falta algo del equipo, que un hijo mío secuestró “involuntariamente”, por lo que tengo que buscar en forma urgente algún sustituto, por supuesto en no muy buen estado, pero no queda otra que tomar mucho agua y comer mucho ajo......

Para ir tomándole el gusto a la ocasión, tratamos de viajar en grupo y encontrarnos un rato antes en el club donde se disputará el partido y comenzar a vivir el encuentro, contando y rememorando historias y jugadas de otros cotejos y cosas que nos pasan, lo que nos va poniendo en clima y nos va preparando para cuando llegue el instante anhelado.
De repente llega el momento mágico, el que todos estamos esperando ansiosamente, que se dispara con solo 3 palabras “Todos a cambiarse” y allí enfilamos todos, bolsos en mano, hacia el vestuario para iniciar el ritual donde uno no sólo se cambia, sino que se prepara mental y físicamente para la hora de la verdad. Aparecen además los olores típicos que identifican a estos lugares, olores provenientes no sólo de pomadas y ungüentos que nos colocamos en las diferentes partes del cuerpo, sino que además salen a relucir todo tipo de elixires y pócimas que harían avergonzar a la culandera más pintada.

En ese momento en que se puede decir que realmente comienza el partido. Uno va viendo cómo sus compañeros se van transformando, cómo se van metiendo en la contienda próxima a iniciarse, cómo va apareciendo esa llama, ese fuego en sus ojos y en su espíritu que va transformando a cada uno en una unidad, en un bloque, en un cuerpo.

Eso es justamente lo que a uno empuja a entrar a una cancha, a dar todo por el compañero, a dar todo por el amigo. Eso es lo que hace que, a pesar del miedo que uno tenga por tacklear al contrario, por lo menos haga el intento de frenarlo, aunque no consiga voltearlo. Es lo que permite que uno trate de llegar a cubrir los lugares donde vea que haga falta gente, a ir a chocar con un alma y vida aunque nos cueste, a correr hasta no dar más, a revolcarse por ir a buscar una pelota perdida, aunque el piso sea lija. Todos sabemos que si fallamos, no nos fallamos solamente a nosotros, sino le fallamos al resto y eso justamente nos da fuerza para ir hacia delante, para sacar la cara por el otro.

También es cierto que sigo jugando por otra razón, que es por ahí la esencia de esta etapa del juego y que gracias a Dios, por más que algún día no esté en condiciones de entrar a una cancha, sí voy a estar preparado para disfrutarla y es el Tercer Tiempo. A todo esto, me informan que el mismo va a comenzar y que tengo una cerveza bien fría a mi disposición, por lo que, queridos amigos, los invito a seguir charlando allí, con la convicción de que en donde haya una ovalada de por medio, habrá amistad, habrá vida, habrá chupi que por seguir dándole a la cháchara se está calentando.

El valioso tiempo de los Maduros - Por Mario de Andrade


"Conté mis años y descubrí, que tengo menos tiempo
para vivir de aquí en adelante,
que el que viví hasta ahora...
Me siento como aquel chico que ganó un paquete de golosinas:
las primeras las comió con agrado, pero,
cuando percibió que quedaban pocas,
comenzó a saborearlas profundamente.
Ya no tengo tiempo para reuniones interminables, donde se
discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos
internos, sabiendo que no se va a lograr nada.
Ya no tengo tiempo para soportar absurdas personas que,
a pesar de su edad cronológica, no han crecido.
Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades.
No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados.
No tolero a maniobreros y ventajeros.
Me molestan los envidiosos,
que tratan de desacreditar a los más capaces,
para apropiarse de sus lugares, talentos y logros.
Detesto, si soy testigo, de los defectos que genera
la lucha por un majestuoso cargo.
Las personas no discuten contenidos, apenas los títulos.
Mi tiempo es escaso como para discutir títulos.
Quiero la esencia, mi alma tiene prisa...
Sin muchas golosinas en el paquete...
Quiero vivir al lado de gente humana,
muy humana.
Que sepa reír, de sus errores.
Que no se envanezca, con sus triunfos.
Que no se considere electa, antes de hora.
Que no huya, de sus responsabilidades.
Que defienda, la dignidad humana.
Y que desee tan sólo
andar del lado de la verdad y la honradez.
Lo esencial es lo que
hace que la vida valga la pena.
Quiero rodearme de gente,
que sepa tocar el corazón de las personas...
Gente a quien los golpes duros de la vida,
le enseñó a crecer con toques suaves en el alma.
Sí... tengo prisa...
por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.
Pretendo no desperdiciar parte alguna
de las golosinas que me quedan...
Estoy seguro que serán más exquisitas
que las que hasta ahora he comido.
Mi meta es llegar al final satisfecho
y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia.
Espero que la tuya sea la misma,
porque de cualquier manera llegarás..."

Como vas a saber... - Por Jorge Dillon


- Cómo vas a saber lo que es el amor, si tu vieja nunca te cosió la camiseta, a pesar de sufrir cada vez que entras a la cancha.

- Cómo vas a saber lo que es el dolor, si jamás te comiste un tackle y no pudiste atarte los cordones por un mes.

- Cómo vas a saber lo que es el placer, si nunca ganaste un clásico en el barro.

- Cómo vas a saber lo que es llorar, si jamás perdiste una final sobre la hora, con un penal dudoso.

- Cómo vas a saber lo que es el cariño, si nunca acariciaste la ovalada, sin darte cuenta, mientras escuchabas la charla técnica.

- Cómo vas a saber lo que es la solidaridad, si jamás te hiciste echar, por defender a un compañero golpeado e indefenso en el piso.

- Cómo vas a saber lo que es la poesía, si nunca tiraste un drop con la marca encima.

- Cómo vas a saber lo que es la humillación, si jamás te hicieron un sombrerito y no le llegaste nunca.

- Cómo vas a saber lo que es tocar el cielo, si jamás diste la vuelta y te tiraste a la pileta.

- Cómo vas a saber lo que es el pánico, si nunca te sorprendieron mal parado en un contraataque.

- Cómo vas a saber lo que es morir un poco, si jamás fuiste a buscar la pelota detrás de las haches.

- Cómo vas a saber lo que es la soledad, si jamás quedaste como fullback, para frenar un ataque de gente dispuesta a acabar con tus esperanzas.

- Cómo vas a saber lo que es el barro, si nunca te tiraste a los pies de nadie para evitar un try.

- Cómo vas a saber lo que es el egoísmo, si nunca hiciste una de mas, cuando tenias al lado a tu wing sin marca.

- Cómo vas a saber lo que es el sacrificio, si nunca entrenaste en invierno bajo la lluvia, después de laburar todo el día.

- Cómo vas a saber lo que es el suburbio, si nunca te paraste de wing.

- Cómo vas a saber lo que es el servicio incondicional, si nunca fuiste forward.

- Cómo vas a saber lo que es la injusticia, si nunca te echó un referee que estaba lejos.

- Cómo vas a saber lo que es el insomnio, si jamás te caíste de la tabla de posiciones.

- Cómo vas a saber lo que es el perdón, si nunca te emborrachaste con el que te mando al hospital.

- Cómo vas a saber lo que es el valor, si nunca diste vuelta un resultado imposible.

- Cómo vas a saber lo que es la amistad, si nunca viviste un tercer tiempo.

- Cómo vas a saber lo que es la vida, si nunca, jamás, jugaste al rugby.

Como se mide la VIDA...


La vida no se mide anotando puntos, como en un juego.
La vida no se mide por el número de amigos que tienes, ni por cómo te aceptan los otros.
No se mide según los planes que tienes para el fin de semana o por si te quedas en casa sólo.
No se mide según con quién sales, con quién solías salir, ni por el número de personas con quienes has salido, ni por si no has salido nunca con nadie.
No se mide por las personas que has besado.
No se mide por la fama de tu familia, por el dinero que tienes, por la marca de coche que manejas, ni por el lugar donde estudias o trabajas.
No se mide ni por lo guapo ni por lo feo que eres, por la marca de ropa que llevas, ni por los zapatos, ni por el tipo que música que te gusta.
La vida simplemente no es nada de eso.
La vida se mide según a quién amas y según a quién dañas.
Se mide según la felicidad o la tristeza que proporcionas a otros.
Se mide por los compromisos que cumples y las confianzas que traicionas.
Se trata de la amistad, la cual puede usarse como algo sagrado o como un arma.
Se trata de lo que se dice y lo que se hace y lo que se quiere decir o hacer, sea dañino o benéfico.
Se trata de los juicios que formulas, por qué los formulas y a quién o contra quién los comentas.
Se trata de a quién no le haces caso o ignoras adrede.
Se trata de los celos, del miedo, de la ignorancia y de la venganza.
Se trata del amor, el respeto o el odio que llevas dentro de ti, de cómo lo cultivas y de cómo lo riegas.
Pero por la mayor parte, se trata de sí usas la vida para alimentar el corazón de otros.
Tú y solo tú escoges la manera en que vas a afectar a otros y esas decisiones son de lo que se trata la vida.
Hacer un amigo es una gracia.
Tener un amigo es un don.
Conservar un amigo es una virtud.
Ser un amigo es un honor y un privilegio

Evaluar un juego de Rugby - Por Michael Gourley


Nuestros Entrenadores tienen que adoptar una visión general de cómo desarrollar el lado psicológico y como enfocar e interpretar un juego.

Que es lo que debemos buscar cuando evaluamos un juego de rugby?

Como juzgamos el proceso del juego?

Es el resultado?, Es puede darnos ciertos datos, pero cuantas veces un equipo se recupera y gana.

El tanteador es un indicador pero no da la suficiente información a menos que el equipo vaya ganando por una diferencia sustancia.

Es la ventaja territorial?, acá otra vez he visto equipos en que la ventaja territorial estaba a favor de la oposición y sin embargo fueron capaces de ganar.

El tanteador y la ventaja territorial no llegan al fondo de la cuestión cuando evaluamos un juego,
Entonces cual es?

Es la posición, otra vez en un análisis se puede demostrar que el equipo con menos posición es capaz de ganar, entonces se reduce al equipo, al tamaño del equipo o a las destrezas aparentes de los respectivos equipos.

El trabajo de equipo puede superar una oposición superior.
Entonces esto tampoco se presenta como una forma de evaluar.

Es el equipo que comete la menor cantidad de errores?

Ya hemos tratado el tema de hacedores de cómo cometen errores y como lo necesitamos.
Puede entonces argumentarse que todos estos elementos juegan un rol en la evaluación de como va el juego, mientras que, examinar todos estos elementos no nos da una visión necesariamente precisa de la actuación del equipo.

No nos provee una clara idea de lo que el equipo esta tratando de lograr. Por otro lado hay una mejor manera de evaluar el juego.

Estas definiciones previas dependen mucho en analizar destrezas y estrategias, no tienen en cuenta el elemento psicológico que tienen una gran incidencia en el resultado y deben ser consideradas en el momento de analizar un juego, esos otros criterios tienen limitaciones.


Es necesario que exista una forma definida de apreciar el juego y de comunicárselo a los jugadores. Aquí es donde entran en juego los aspectos psicológicos de un juego. Yo descubrí esto cuando jugaba para la Universidad de Victoria. Teníamos un equipo fuerte, pero en muchos juegos el tanteador era bastante apretado y en el segundo tiempo parecíamos no impresionar demasiado. El juego parecía empezar para que nosotros anotáramos, luego el juego retrocedía y quedábamos bastante parejos. Era como si la oposición nos dejara anotar try porque esperaba que nosotros ganáramos y, así pasaba, parecía que aceptaban que el resultado del juego seria ganarnos.


A veces vemos por TV cuando dos machos luchan por el territorio o el control de la manada, no parece haber diferencia a medida que se chocan, sin embargo de algún modo ellos están definiendo quien tiene la ascendencia. Unos van a mostrar algún signo de sumisión y después de algunos intercambios uno se va. En muchos aspectos el deporte tiene elementos de esta conducta.

Cuando yo entrenaba equipos que nunca mostraban sumisión psicológica, eso llevaba al otro equipo a mostrar un rol sumiso. Usualmente ganábamos en la última etapa del juego, porque ellos sucumbían a nuestro espíritu indomable. Esta es la dimensión psicológica que marca la diferencia, es una cualidad que cada jugador debe tener poseer.

En verdad es mas evidente en equipos exitosos, pero no es exclusiva de ellos, entender esta influencia es el punto de partida para desarrollar una real apreciación de la motivación. Estas influencias no son fácilmente entendibles, he trabajado con Entrenadores quienes aparentemente entendían que es la motivación, pero luego de haber tenido éxito con equipos que entrenábamos conjuntamente no eran capaces de transferir a otros equipos, porque por otro lado estaban aquellos que eran capaces de tomar esas ideas y usarlas efectivamente.

Existen valores y motivos para competir en un equipo, algunos de los cuales son negativos para motivar una actuación excelente. Aun así algunos Entrenadores suscriben fácilmente estos valores. A primera vista la competitividad parece funcionar, es fácil mantener un estilo de entrenamiento competitivo sin ser conscientes del impacto negativo que esto puede tener si uno no comprende las actitudes las creencias, y los valores que crean las excelencias.

Este libro puede desafiar algunas de sus creencias y podría requerir un cambio en los principios que ustedes sostienen. Algunas personas tienen alguna reacción negativa cuando reciben alguna información contraria a su punto de vista. Particularmente si esta cuestiona alguna creencia profundamente arraiga sobre la forma de entrenar. Esta reacción normalmente genera criticas o falta de aceptación, por ejemplo algunos Entrenadores son los de tipo que ejercen poder, esta conducta va a consistir un estilo menos efectivo, van a tender a defender su posición y derrotar otras ideas.

El Miedo: El enemigo número uno - Por Lic. Julia Alvarez Iguña


La licenciada Julia Alvarez Iguña aborda un tema fundamental para la competencia deportiva. Trata, desde la psicología deportiva, el funcionamiento de la mente en las situaciones de adversidad.

Muchos me escriben preguntándome como pueden hacer para reponerse ante situaciones negativas en un partido. Sería muy fácil poder enviarles numerosas rutinas y técnicas para recuperarse, en muchas de mis columnas hay varias de ellas, pero de nada servirían si no empiezan a entender qué es lo que sucede en nuestra mente y porqué reaccionamos de manera negativa.

De nada valdría que un paciente fuera al médico y le dijera que le duele mucho la cabeza, y éste te diera una aspirina, cuando lo que hay que averiguar es por que te duele. Este ejemplo es válido para nuestro tema. De nada serviría una técnica sin conocer el origen de ese miedo.

Pero volvamos al tema de la respuesta ante lo negativo. Casi todos hemos escuchado: “Tengo que ser más positivo”, “Me presiono mucho en el juego" “Tengo miedo a tacklear, a que se me caiga la pelota”. Todos estos son comentarios que ya los hemos escuchado y nos lo hemos dicho miles de veces, pero qué es lo que pasa cuando suceden estas cosas. ¿Cómo enfrentar los miedos, las presiones y las tensiones que surgen en una competencia?
Empecemos por definir qué es el miedo.


El miedo es una emoción universal y necesaria provocada ante una percepción de riesgo. Ante un peligro real, tomamos medidas defensivas con el fin de esquivar o evitar el objeto o situación displacentera como manera de cuidarnos. Como el cerebro no distingue si lo que pasa es real o imaginario, en el juego y ante una situación de alarma, reaccionamos a través de conductas como la lucha, la huida o la inhibición. Para prepararnos para estas acciones, nuestro cuerpo segrega una serie de hormonas, llamadas “hormonas del estrés” que provocan una serie de cambios en nuestro cuerpo para facilitar dicha respuesta. Estos son:

• Una mayor tensión muscular que nos permitiría luchar o huir.

• Aceleración del sistema circulatorio y respiratorio (epinefrina).

• La digestión se detiene para no utilizar energía que necesitan otros lugares del cuerpo, como los músculos.

• Consumimos la energía muscular, ya que ante situaciones de alarma se libera cortisol en sangre y para asegurar su aporte al cerebro lo toma de otros órganos.

• Aumento de adrenalina: La mente aumenta el estado de alerta y los sentidos se agudizan.

La emoción básica del miedo genera emociones relacionadas, como la ansiedad y la angustia. Cuando nos hallamos en situación de amenaza, nos sentimos nerviosos, inquietos y con frecuencia no nos atrevemos a decir francamente que sentimos miedo, ya que dentro de nuestra cultura se rechaza considerar esta sensación; más aún en la cultura del deporte y en el espíritu del rugby. Ante la aparición de estos sentimientos los reprimidos, donde se automatizan las conductas reaccionando siempre de la misma manera, lo que con el tiempo es más difícil de resolver.

La ansiedad es una vivencia de temor ante algo difuso, vago, impreciso, que puede suceder. Comparte con el miedo la impresión de temor, pero a diferencia de éste, el miedo se produce por algo, en la angustia o ansiedad se produce por nada.
De allí podemos definir que el miedo es temor a un objeto presente, un rival, dolor en una lesión, a un tackle fuerte, mientras que en la angustia, es un temor impreciso carente de objeto, a algo que puede llegar a suceder, dando lugar a la desconfianza como anticipación de lo peor; por ejemplo: el resultado, ser sacado de un partido, a lesionarse o volver a lesionarse, a jugar mal, a perder.

Una de las cosas que menos tolera el ser humano es la incertidumbre. Nos movemos en un mundo de certezas, por eso muchas veces suele suceder que por miedo al error surja la ansiedad ante el resultado imprevisto. El hombre aprende de hechos y situaciones pasadas y por eso también tiene capacidad para prever peligros que se presentan en la cancha. Todo esto está referido a desencadenantes internos construidos por recuerdos, ideas, pensamientos de ejecuciones pasadas, que actúan como estímulos y que debemos conrolarlos. De ahí la importancia de reconocerlos y trabajar sobre ellos, saber por qué se originan, ante qué circunstancias, en qué momentos. Los miedos aumentan a mayor presión y disminuyen a mayor confianza. Acordémonos que reaccionamos ante presiones externas o internas. ¿cuáles son las situaciones que te ponen más nervioso?

El deporte implica pasar por momentos de desafíos, de tensión, de nerviosismo; pero ¿qué es lo que pensamos ante esas situaciones, cómo reaccionamos?
Siempre existe la posibilidad del error, de lo imprevisto. Sabemos que el juego perfecto no existe. Esta percepción influye sobremanera en los jugadores ansiosos y perfectistas generando un nivel elevado de tensión, ya que al no llegar a alcanzar su mejor nivel, pierden la armonía mental y física ideal para el rendimiento, instalándose el temor de poder realizar una mala jugada que pueda tocar su autoestima.
Como es la cadena desencadenante de lo pensamientos ante el temor:

Siempre los pensamientos negativos van a aparecer, pero liberalos, no los acumules. Cuando te sentís desmotivado o repetís errores, te vas a dar cuenta que tus percepciones y acciones están siendo afectadas por como te pensas. Si podes volver a concentrarte en tu objetivo de ser competente, de autosuperación, de lograr lo mejor de vos, mas allá de los resultados te vas a poder refocalizar en el juego. El que cae en la desmotivación pensando solo en los resultados, caerá en la resignación de no alcanzar ese deseo sintiéndose frustrado e inhibido en su juego y dando posibilidades al enojo que es una puerta de entrada a la desconcentración.

¿Como se procesa todo esto?
Los estímulos del exterior llegan como información de entrada a las áreas subcorticales del cerebro por medio de la visión, las cuales se relacionan en un lugar muy preciso con la emoción. Éste procedimiento nos lleva a responder con rapidez ante lo percibido.

El cerebro evalúa la situación y de acuerdo a la emoción que la acompaña establece alarmas afectivas para identificar lo que nos plantea la misma. Los centros emocionales del cerebro reciben y procesan la información de entrada antes de que lo hagan los centros responsables de la toma de decisiones. Es así que lo afectivo-emocional es lo que dispara las diferentes conductas que llevan a la acción. Pensar de forma positiva genera emociones positivas y conduce a actuaciones libres de tensión y con una atención al 100% en la acción.

Si ya desde los primeros momentos de un partido empezamos con pensamientos negativos, “se me están cayendo todas las pelotas”, “contra este rival siempre perdemos”, “si sigo así seguro me sacan”, etc., esos pensamientos te van a perseguir todo el tiempo basados en ideas irracionales creadas por vos mismo. ¿Quién es el que asegura que siempre te va a suceder lo mismo, o que siempre vas a perder con ese rival, o que siempre te van a sacar si jugas mal? Siempre vos mismo. Que descubrimiento!!!!!!

Toda esa carga emocional es la que te impide jugar libre, ya que tus vías neuronales que deberían estar tranquilas y llevando la información precisa a tus músculos, están ocupadas por tensión ante el peligro; por lo tanto, tu cuerpo reacciona ante la situación temida. De ahí la tensión y falta de coordinación que a veces sentís en algún partido. Es por todo el proceso que te expliqué al principio descargado por el peligro inconsciente. El cerebro es como un ordenador, que procesa lo que le llega según ciertas leyes pero depende de la forma en que sistematices y ordenes el material.

Los miedos y la ansiedad condicionan la vida afectiva y, por consiguiente, influyen en la acción, en la eficacia de la performance. La actitud positiva facilita la diversión y la mejora del juego, se apoya en un pensamiento adecuado y favorable, generando emociones de control que posibilitan una actuación siempre constructiva, independientemente del resultado.
Por eso es tan importante poder cambiar los sentimientos negativos en positivos. El “NO PUEDO” no existe; ¿No podés o no querés hacer un papelón?

Las emociones positivas como la confianza, la seguridad, la pasión, son elementales a la hora de jugar y jugarte por lo que querés. Esa sensación de eficacia te va a servir para mantenerte activo, buscando continuamente tu autorrealización. Cuando jugás confiá en vos, cuanto más clara esté tu mente, mas precisa será tu ejecución. Recordá que la mente repite lo último que entró. Si tu último pensamiento fue miedo, así será el resultado.
Debés confiar en tu habilidad, ya que has entrenado mucho, en tu potencial técnico en tu valor como persona y como jugador.

Metodologia en el Ruck - Por Dario Salluzi


Debemos tener claro que el Ruck es un formación Móvil que se puede producir en los puntos de encuentro con el otro equipo. No debemos generarlo , muy por el contrario se produce por distintos motivos. Es una manera de resolver una situación de contacto donde no pude liberar la pelota antes que se de esta formación.
El Ruck se forma por los siguientes motivos:

• Deficiencia del portador de la pelota en el contacto y/o tackle, que no logra superar a la defensa, no logra ante el contacto liberar la pelota.

• Deficiencia de los apoyos, quienes no lograr auxiliar a tiempo al portador para que este libere la pelota.

• Eficacia de la defensa que lograr en situación de contacto disputar la pelota.
Debe quedar claro que si el portador penetra correctamente y tiene buen apoyo, no tendría porque producirse Ruck, ya que siempre lograríamos tener viva la pelota.

Pero no debemos olvidarnos que esta en juego la eficacia de la defensa para disputar la pelota en esta situación, lo que lleva muchas veces que el Ruck sea :

• Para el Ataque: Una manera de mantener la posesión de la pelota y mantener la continuidad ( 3er Principio del Ataque).

• Para la Defensa: Una manera de recuperar la posesión de la pelota (4to Principio de la Defensa)

Metodología de Ruck

1. 1ro jugador avanza con pelota y es tackleado el 2do jugador que es apoyo hace Ruck sobre el contrario

2. Igual que el anterior, se agrega un 3er hombre que hace de medio scrum.

3. Igual que el anterior, pero la defensa realiza el intento de recuperar la pelota.

4. Igual que el anterior, con 2 jugadores que pasan en el ruck, contra un defensor.

5. Igual que el anterior, pero ahora hay dos defensores.

6. Igual al anterior, se agrega el tackle de un defensor y el intento de recuperación de 2do.

7. Igual al anterior pero salen 6 en ataque (los 3 primeros resuelven el primer ruck, 4to hombre juega al 5to y 6to. Estos tres formaran el 2do ruck y el jugador que llegue mas rápido del otro trío hace de medio. La defensa forma de a 4 (dos y dos en profundidad.

8. mismo trabajo pero ubicar a la defensa en el eje profundo y lateral, par que sea mas real al juego.
Esta metodología es orientadora, para tener una referencia. Arranca de lo situación mas simple previa al Ruck y termína con el desarrollo concreto del mismo. A partir de esto puedo introducir todas las variantes que quiera pero respetando cierto orden, no puedo entrenar primero Ruck con oposición real si previamente no realice el mismo ejercicio con oposición pasiva.

Aspectos a tener en cuenta.

• El portador debe evitar ir al suelo, (sobre todo si no tiene apoyos que lo puedan auxiliar ) y continuar traccionando.

• Cuando el portador de la Pelota es derribado debe intentar caer lo mas horizontal posible a su in- goal, alejar la pelota de su cuerpo y dejar la mano sobre la pelota.

• Los que apoyan deben venir con la profundidad necesaria para poder entrar al Ruck paralelos a la línea de touch.. Pasar por arriba de la pelota (sino no se forma Ruck y se considera pelota suelta). Entrar de abajo hacia arriba y no dejar sin techo la pelota por la idea de pasar de forma potente.