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miércoles, 27 de octubre de 2010

El Rugby como escuela de Vida (Veco Villegas) - Por José M. Posse


Don Francisco “Catamarca” Ocampo (maestro del rugby argentino) enseñaba que: “Un deporte vale como consecuencia de la educación que deja en quién la practica”.
Las características propias del juego, hacen del rugby un deporte ideal para mejorar al hombre como tal. En él se da una mezcla perfecta de fuerza, habilidad, coraje, inteligencia, capacidad individual y sentido de equipo.
Carlos “Veco” Villegas (otro gran maestro de nuestro rugby) estableció tres principios fundamentales a partir de los cuales comenzar a construir este deporte. Sostenía que el rugby “es un medio para divertir, relacionar y además, educar.”
Como medio para educar: por las características propias del juego, (que son principalmente de adversidad) enseñan a quién lo practica bien orientado, a entrenar y vencer la adversidad.
Villegas manifestaba: “No es cierto aquello de que los hombres no tenemos miedo; no es extraño tenerlo, pero lo interesante es aprender a vencerlo y el rugby justamente da la oportunidad de vencer el temor”. Asimismo: en la práctica del juego “se hace un culto del juego en equipo, entonces uno aprende a vivir en función de los demás, uno aprende a sentir más placer en dar que en recibir, uno aprende a sacrificarse aun a riesgo de su propio físico, pues el interés máximo que existe en la cancha es el equipo.”
Al rugby se juega con el adversario, nunca contra él. El Veco afirmaba: “ No se puede concebir el juego sin adversarios…y surge entonces, como consecuencia natural de esa verdad la tradicional reunión de los equipos luego del partido, lo que en Argentina llamamos felizmente Tercer Tiempo, y es la manera de agradecerse unos a otros la oportunidad que tuvieron de disfrutar del juego dentro de la cancha. El rugby educa porque en un mundo materialista, se está marcando al jugador que por más bueno y brillante que sea, no podrá hacer nada sin la ayuda de su equipo y le enseña, además, que en el rugby que queremos y debemos defender, vale más el hombre que el jugador.”
“El rugby fomentó siempre hombres de bien que trabajen, estudien y que, como complemento de su actividad principal, sean buenos deportistas. El rugby siempre se enorgulleció de tener grandes hombres y siempre destacó, junto a la condición natural del jugador de hacer cosas bien dentro de una cancha, repetir lo mismo en la actividad privada de ese jugador”.
Otra de las enseñanzas principales del Veco, parafraseando a su maestro “Catamarca” Ocampo, fue: “El rugby nunca quiso ser la meta final del que lo jugaba sino el medio mediante el cual el hombre, al mismo tiempo que mejora su físico y su mente, mejora espiritualmente.”
El rugby es un deporte de contacto, en donde se puede poner en serio riesgo el físico del jugador, si el oponente o uno mismo actúan de mala fé. Por tanto, para Villegas: “existe con el adversario un pacto de caballeros de jugar lo más duro posible dentro de la cancha, puesto que cuanto más duro el juego mejor juego es.” “El jugador de rugby que encuentra en un adversario ocasional a un hombre duro y honesto en la cancha, luego del partido valora en ese oponente a un amigo para toda la vida y viceversa. El rugby fomenta las relaciones, amistades y uniones más fuertes. Por tanto es un medio para relacionar, un medio para vincular gentes, pueblos y sociedades.”
En un deporte en donde se hace culto de la lealtad y de la honestidad del juego, el Veco destacaba: “Una de las cosas más grandes que tiene el rugby es que tiene tradición, se respetan las jerarquías y los cargos, los capitanes y los dirigentes de años y las personas con galones”.
Es justamente ese respeto, al árbitro, al adversario y a uno mismo lo que marca esas diferencias con otros deportes. ¡El tackle siempre debajo de la cintura!...¡lo que está en el piso no es pasto, sino un compañero o un contrario que debe ser considerado!.¡En la cancha sólo habla el capitán y no se discuten ni sus decisiones ni las del árbitro!...estas son frases que recurrentemente se escucharán en los entrenamientos de infantiles y menores de los clubes argentinos, herederos de la mística y tradición del football- rugby. Estas son la esencia de nuestro deporte, del cual escribió Whinston Churchil: “es un deporte de animales, practicado por caballeros”.
Por último, Carlos Veco Villegas nos legó la siguiente reflexión: “El rugby debe tomarse con cierta diversión, con cierta ligereza, sin ceño fruncido, sin solemnidad militar. Siempre hay lugar para la broma, para la diversión, porque fundamentalmente, dentro y fuera de la cancha el rugby es para divertirse.”
La escuela rugbística argentina iniciada por Francisco “Catamarca” Ocampo, continuada y enriquecida por “Veco” Villegas es hoy representada por un discípulo dilecto de éste último: Marcelo “Tano” Lofreda, quién como entrenador llevó al Seleccionado Argentino de Rugby al más alto nivel en el último mundial.
Don “Catamarca” tenía algunas premisas que son hoy recordadas dentro del abc de nuestro deporte:
“Un país sin tradición, es como un cuerpo sin alma”. De allí que resulta esencial a los clubes, respetar su esencia rugbística, hacerla carne y transmitirla a las nuevas generaciones.
“Cada jugador es la quinceava parte del equipo”. Quizás ese espíritu solidario es lo que más representa a nuestros jugadores en el mundo, no debe jamás perderse.
“El contrario es un adversario que nos permite jugar. No es un enemigo y, por lo tanto, hay que respetarlo”. (Francisco “Catamarca” Ocampo”)

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