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miércoles, 27 de octubre de 2010

Rutas del destino

Después de haber entrenado mucho en el ámbito escolar, de club, provincial e internacional, he llegado a creer que existen “cuatro rutas del destino” para el Coach que desea sacar de su equipo las cualidades que le permitan volverse un team en sentido verdadero.

Ellas son: Disciplina, Respeto, Espíritu de Equipo y Estado de Animo.

Grandes palabras, podrán decir ustedes, pero nunca me sentí turbado de usarlas. Son grandes palabras, pero creo firmemente que, cualquiera que sean los métodos de aproximación que un entrenador elija, mientras no tenga disciplina, respeto, espíritu de equipo y estado de ánimo en su equipo, no habrá base de apoyo para una performance que expresará lo mejor de los talentos y potencialidades de sus jugadores, y más importante aún, de su equipo.

Esto es lo importante sobre el entrenamiento en el Rugby. El resultado final es siempre el mismo: El equipo. No importa cuántos grandes jugadores un bando posea. Charlie Saxton solía machacarnos a nosotros, los Kiwis, que el objetivo total del Rugby era, para catorce jugadores, dar al decimoquinto una partida de medio metro. Y no creo que el concepto ideal del trabajo de equipo haya sido más conciso y precisamente explicado. Si usted tiene un buen equipo, tiene la base de todo: Aptitud, brillantez, audacia, etc. Pero si dentro de ese equipo usted no consigue que todos y cada uno de los jugadores dé lo mejor de sí, usted tiene uno o más talones de Aquiles. Cuando esto ocurre, la aptitud, la brillantez o la audacia pueden volverse torpeza, estupidez y tontería.

La Disciplina aparece en muchas formas: El maestro dando un “coscorrón” a su alumno o el Oficial ordenando a sus tropas “hacerlo de nuevo”. Pero la correcta disciplina para el Rugby, según me parece, es aquella definida en el Diccionario de Oxford: “El orden mantenido y observado entre personas bajo control o comando”. Observado es la palabra clave en lo que a mí respecta. Una alegre y jovial buena voluntad es el alto desarrollo de aquella disciplina. En los años sesenta Nueva Zelanda ha tenido la suerte de producir con Wilson Whineray y Brian Lochore, dos grandes capitanes All Blacks. Cada uno de ellos aseguraba una disciplina absoluta en sus equipos, cuyos jugadores estaban inclinados a su juego con alegre buena voluntad.

Nunca podríamos haber oído a sus jugadores protestar o quejarse. Por el contrario, todos deseaban hacer algo más de lo que les correspondía. Esto es vital en materia de disciplina. Alguien tiene que ser el jefe, pero el dar órdenes es sólo el comienzo de la disciplina. La prueba de un capitán es que él debe inspirar la voluntad entre sus jugadores para realizar sus intenciones.

Implica manejo de hombres. Y si tengo que elegir capitán entre dos candidatos: Uno con destreza táctica pero sin la capacidad para llegar a sus jugadores y otro sin brillo táctico, pero con la habilidad de conseguir que sus jugadores respondan alegremente y en forma consistente, yo tomaría el último. Calma y confianza (pero no sobre estimación), son las cualidades a buscar.

Estas son las cosas que engendran fe. Y cuando usted tiene fe, tiene al mundo. Daré algunos pensamientos sobre capitanía más adelante, pero la disciplina está tan vinculada a la capitanía que es mejor repetir acá algunos de ellos.

Respeto es aprecio y consideración. Respeto es una palabra de la cual usted puede leer muy bien todo aquello que tiene que ver con la rectitud de un hombre, una cualidad que surge cuando un hombre comanda y otro es comandado. Un compañero puede ser un poco retraído en empeñarse al tackle, pero si usted sabe que él está virilmente tratando de que nunca caiga su equipo y que su miedo al contacto es una reacción instintiva que desearía no tener, pero que lo supera, usted lo respeta.

Él está dando lo mejor de sí. Otro jugador puede ser su crítico despiadado, pero si usted sabe que no está siendo impulsado por malicia, sino que está profundamente preocupado, como usted, por el bien del equipo, lo respeta.

Esto también es suficiente. Son los perezosos, los sin voluntad, los egoístas y los maliciosos los que deben ser olvidados. Ellos no merecen respeto. Hay un test simple: si un jugador puede decir de otro, cuando le preguntan si le gusta o no, “yo lo respeto”, es suficiente. Cuando en su equipo existe respeto entre cada uno de sus jugadores, usted tiene la base más sólida y fuerte que puede aspirar.

Espíritu de equipo es una cualidad intangible, pero vital. En estos días de falsedad y reputaciones “burbuja”, es a menudo ridiculizado y uno es consciente, también, que el “espíritu de equipo”, acompañado por emotivos llamados a los individuos para que hagan lo mejor en beneficio de su equipo, es demasiado rápidamente invocado por “líderes- animadores” a los que les faltan recursos para extraer esas cualidades de sus hombres.

No se puede imponer “espíritu de equipo” sobre un grupo de jugadores. El capitán o el coach que se paran frente a su equipo y le dicen: “Bueno, desde hoy vamos a tener un buen espíritu de equipo”, está perdiendo su tiempo. Espíritu de equipo es algo que emana hacia fuera de cada individuo con tal fuerza que pronto abarca la totalidad del grupo.

La noche anterior a que Auckland (del cual yo era entrenador), ganara la Ranfurly Shield (campeonato nacional de Nueva Zelanda), venciendo a Southland en 1959, Wilson Whineray (capitán del equipo) y yo tuvimos una charla con los jugadores. Albert Pryor, famoso jugador maorí y segunda línea del equipo, dijo: “Willie: ¿Puede llegar el momento en el partido en que yo les pida a cada uno de ellos un esfuerzo supremo?” Yo le contesté que me parecía bien.

Al día siguiente íbamos ganando, pero empezábamos a desmejorar. Southland empezaba a “irse” y a todos nos parecía que se nos iba el partido.

Hubo una interrupción en el juego y mientras esperábamos parados en el Line- Out, pude oír a Willie caminando a lo largo de la hilera, gritando: “¡Quiero un esfuerzo supremo!”… ¡Supremo esfuerzo!… Nunca podré explicar lo que sentí dentro de mí cuando escuché esas palabras –contaba después Albie- agregando que si Willie le hubiera dicho: “Albie, por el bien del equipo, tienen que morirse”, él se hubiera muerto.

Sólo un capitán del calibre de Whineray pudo, supongo, tener tanta seguridad preguntando lo que a sangre fría parece un gesto teatral. Pero el hecho es que Auckland se revalorizó y ganó el partido. Todo como consecuencia de ese grito y la respuesta de un espíritu de equipo tan altamente desarrollado como nunca pudiese tener. ¡Era un buen equipo, además!

Moral o Estado de Animo es orgullo. El orgullo en su odiosa forma es uno de los siete pecados capitales, una tediosa expresión humana. Pero el orgullo dentro del equipo es una cualidad vigorosa y admirable. Un equipo con orgullo de sí mismo, de su club, de su país, aunque sufriendo la más ultrajante derrota, no perderá su identidad como equipo. Puede ser superado en la cancha, puede no conocer nunca la impetuosa calidad de la victoria, pero debido a su orgullo, seguirá siendo equipo. Esto es Moral, una extraordinariamente importante cualidad en el Rugby.

Esta, no hay duda, es la prueba de los equipos de Rugby. Ser capaces de tomar las variaciones de la fortuna sin detrimento de su espíritu combativo. Y por espíritu de lucha (que puede tener sabor a fanatismo o política de agresividad), hablamos de espíritu de equipo y moral y aún de respeto y de disciplina. Pero desde una experiencia considerable en Rugby como jugador, selector y entrenador, es realismo y no-exaltación, lo que me lleva a creer que la disciplina, el respeto, el espíritu de equipo y la moral, son las cuatro rutas del Rugby.

Usted puede llegar usando sólo dos de ellas, quizás tres. Pero como equipo, como colección de jugadores, usted sólo descubrirá las mejores cualidades de los jugadores del equipo y de éste como tal, viajando por las cuatro rutas. Y lo que es más, como lo observó una vez el viejo Rudyard Kipling: “Usted será un hombre, hijo mío”.



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