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lunes, 16 de enero de 2012

A pedido del Capitán - Por Marcelo Weitzman


Corría el año 2007, continuaba jugando, con mis 45 años a cuestas, en el club , habían retornado algunas figuras que se habían ido del club por diversos motivos, Topa, Hernán Wainer, un ex jugador del club, pilar, que había transitado en la primera de BA.
Me mantenía jugando tranquilamente, como segunda línea en la inter, ya mi cuello y mi cintura, no me dejaban chance de jugar de pilar derecho como antaño.
En la inter, si bien no se jugaba por los “porotos”, había un grupo de jóvenes, que todavía me hacían caso, digo eso, porque ya tienen su experiencia, y algunas veces, fui Capitán.
En el momento de jugar, y por el ansia de ganar y jugar bien, me hacían cometer, algunas torpezas, de otras épocas, como meterle una piña a un compañero que me formaba de ala y me levantaba el brazo y el hombro, al formar alto, y no me dejaba apuntalar al pilar, y por ende el scrum retrocedía, la piña era después de insistirle, en que me forme más bajo, y no lograr el objetivo.
En un día frío de invierno y con mucho viento, al comienzo de la primera rueda, nos entrenaba el amigo Eduardo Piaggio, me llamó en la semana y me pidió si podía volver a jugar de pilar derecho a mis 45 años.
Después del entrenamiento Roger, el capitán y figura, me pidió lo mismo.
Mi primera respuesta sin mucha reflexión fue que sí, me sentía orgulloso por poder ayudar al club  y dejar todo, para empujar ese gran barco que es el club y los amigos.
Mi familia me dijo que estaba loco, y me cortaron el rostro por un tiempo, empecé a entrenar y hacerme acupuntura en el cuello y la cintura, con un chino hijo de puta, que me hacía llorar del dolor, cerca del mercado de flores en Almagro.
El primer partido fue con Beromama, salimos triunfantes, Almafuerte, igual, y así hicimos una buena campaña.
Llegamos a los play-off, nos tocó San José, un clásico para nosotros, ya que somos vecinos del mismo barrio, Azcuenaga y Sarmiento, ellos, nosotros Sarmiento y Uriburu.
Disputamos ese partido, muy duro, pero salimos triunfantes, nos tocaban las semis con Mercedes.
Llegamos a la cancha muy motivados, un montón de gente viendo el partido tanto del local, Mercedes, como gente nuestra, hicimos un try cada uno, pero Mercedes convirtió, después hubo un penal, faltando 5 minutos, para nosotros, pero eso es parte de la anécdota.
Perdimos el partido, muchos de los chicos lloraban, yo me sentía con bronca, hubiera sido espectacular llegar a la final, que hubiese sido con El Retiro, un club amigo y que tiene buen rugby.
Fui al tercer tiempo, apretando los dientes por la bronca y el dolor, la gente de Mercedes estaba muy contenta, y fue muy amable con nosotros, como siempre, yo estaba con toda la bronca, pero habíamos dejado todo.
Pensé en retirarme, pero esa amargura, me dio ganas de una revancha, para el club y para mí.

Un cuentito veraniego - Por Marcelo Weitzman


El colo McKinlay
Un hombre muy largo camina lentamente en una casa en Longchamps, zona sur del gran buenos aires. El hombre reflexiona.
Hace años que dejé de jugar, nunca creí ser un buen jugador, tal vez era bueno en la defensa, tackleaba con un tackle aguerrido y ofensivo, en un tiempo que backs y forwards hacían juegos distintos.
Los forwards, donde jugaba yo como ala, o Wingforward, nos encargábamos de taklear a toda cosa que se moviera, tuviese la camiseta rival y la pelota entre las manos.
Los backs, más delgados y estilizados, recibían la pelota de pie, y la utilizaban a piachere, o bien patada a cargar, o bien la jugaban al wing, quien eludiendo la marca contraria ingresaba al ingoal.
Si bien, el rugby, es un juego y dista mucho de una guerra, en algunos momentos la palabra “batalla” es aplicada de una manera, que le queda cómoda y elegante como un guante.
Entrené muchos años a los forwards de mi club, haciendo batallas, en pequeños espacios, donde la pelota, la ganaba y sostenía el y los jugadores más guapos y fuertes del equipo.
Ya con más de 70 años, cansado de tanta batalla, me doy cuenta, que me hubiese gustado, ser militar y participar en una guerra y conducir un grupo de guerreros, que a la vez sean forwards.
Soy muy alto 1,90m y flaco peso 70 kilos, estoy un poco reducido por la vejez y los nervios.
Nunca tuve vicios, ni fumar ni alcohol ni nada, mi único vicio fue el de transformar un novato lleno de miedo y dudas en un auténtico caballero, que en vez de blandir su espada, tomaba y jugaba con la guinda.
Mis padres eran Británicos, me dieron una buena educación, trabajaban en los ferrocarriles, todos me conocen como el colorado McKinlay.
Estoy cansado, mis nietos, están jugando, voy a dormir.
El Colorado, se acuesta, descansa su largo y delgado cuerpo.
LONDRES 1939.
Campo de entrenamiento inglés en algún lugar al sur de Londres, un grupo de tímidos campesinos escoceses, comienzan a hacer maniobras militares, hace horas Inglaterra le declara la guerra a Alemania, Londres es bombardeada día y noche, el ejército ingles se prepara para la batalla.
El colorado McKinlay, con uniforme de sargento y con 40 años menos, comienza a adiestrar a su tropa. Una gran sonrisa acompaña su cara, disimulada por lo difícil de la situación.
Toda la familia y todo el club acompañan los restos de McKinlay, en su ataúd le ponen una ovalada y la bandera del club, semejante a la cruz escocesa.

¿Qué es el Espíritu del Rugby? - Por Patricio Guzman


El espíritu es algo que no vemos, ni podemos palpar. La Real Academia Española en su diccionario define a la palabra espíritu de la siguiente manera: ser inmaterial dotado de razón. Vivacidad, ingenio. Alma racional. Valor, escénica.
El espíritu por sobre todo, es el convencimiento del individuo en que doblegará cualquier situación de adversidad aún sin haberlo conseguido. En fin, el espíritu es la mismísima fe en lograr algo que se anhela grandemente. Y fe es la certeza de lo que se espera y que no se tiene por medio de la entrega y el sacrificio.
- El espíritu en el jugador de rugby.
Cada individuo es único e irrepetible. Cada jugador siente de forma personal y se apasiona por lo que hace de diferentes maneras. En esa certeza, el jugador de rugby desde que inicia su tiempo con la ovalada sabe a qué se va a enfrentar: golpes, caídas, lesiones, choques y lastimaduras. Todo similar a la vida misma, donde hay caídas y momentos de levantarse para seguir. Aún así, opta por seguir adelante y confía en que su cuerpo le responderá en la práctica del deporte que eligió. Si es inteligente, se prepara para cada confrontación trabajando su cuerpo físicamente para estar apto. Y continua adelante pese a todo. Eso lo hace diferente al resto. El rugbier no es mejor ni peor que ningún otro deportista, es distinto. ¿Por qué? Simple, por que el deporte que practica lo hace distinto. Muchos llevan ese espíritu a sus vidas y lo ponen a prueba cuando las vicisitudes aparecen o simplemente lo demuestran comportándose de manera correcta para consigo como para los demás.
- ¿Por qué se diferencia el rugbier a otro deportista?
En la práctica en s+i cada deportista es diferente desde su juego. Sea individual o colectivo el practicante en cuestión desarrolla sus sentidos acordes a dos factores: A-Cómo fue educado e incentivado desde su ambiente familiar. B- A partir de su formación deportiva. En este último el rugbier tiene un plus que lo diferencia del resto: la capacidad de doblegar al dolor desde un umbral más alto (el rugby es un deporte de alto contacto físico), y muchas veces recuperarse en un tiempo que rompe los parámetros en comparación a otros deportistas hablando de lesiones preferentemente. Muchos profesionales de la salud han quedado boquiabiertos al ver a un jugador de rugby recuperado en su totalidad antes del tiempo estipulado. Eso le da un valor agregado a su sentir y a llevar a cabo su vida dentro y fuera de un campo de juego.
2054640 lrg 169 300x168 ¿Qué es el espíritu del rugby? news
La solidaridad y el respeto hacia el rival es parte del verdadero espíritu del rugby.
El espíritu de integración y camaradería.
En Tucumán como en diferentes puntos cardinales cuando hay una ovalada de por medio, hay todo una manifestación por detrás. Allí florece el verdadero espíritu del rugby. El de la camaradería, el del respeto al rival, al compañero, al árbitro y a los entrenadores. Esto no es más que el respeto a sí mismo y la capacidad de poder integrarse a un círculo donde el respeto y la solidaridad debe ser el estandarte permanente. En esa camaradería la tolerancia cumple un rol vital desde lo aceptable. En todos los clubes encontramos diferentes perfiles en cada integrante y está en cada uno desde su libre albedrío sentirse identificado con el que crea que mejor le convenga. Es importante en gran manera el rol del formador y del referente para en ese caso moldear esos perfiles de la mejor manera. Camaradería es más que compartir, es tener la capacidad y el discernimiento, y a través de él saber en qué mesa poder beber lo que mejor le hará para la hidratación de su espíritu. Los terceros tiempos son el mejor lugar para demostrar lo aprendido.
En TERCER TIEMPO NOA tuvimos la posibilidad de entrevistar a dos entrenadores de nuestro medio. Hombres que en diferentes épocas marcaron un espíritu ganador en sus equipos. Nicolás “Mono” Rizzo (ex entrenador de Tucumán Rugby y Los Naranjas) nos decía en charlas atrás: “El rugby tiene un espíritu diferente, una mística especial que se resume en la palabra fe”. Por otro lado en formador Bernardo Urdaneta (Lawn Tennis, Los Naranjitas y Los Pumitas) evocó: “En la vida para conseguir algo tenés que ser ganador y nosotros lo somos. Por eso a los grupos que nos toca dirigir les transmitimos ese espíritu, el del sacrificio y la lucha”. Las frases son diferentes en palabras, pero todas encierran el mismo sentido a la hora de enfrentar el deporte como a la vida misma. En otras charlas de café, Don Ángel “Papuchi” Guastella nos decía: “el espíritu del rugby es una combinación de pasión y razón. A partir de allí aflora la fuerza muscular, que es movida por las neuronas de un equipo que sabe lo que busca”
- Al indagar a diferentes protagonistas sobre cómo definirían ese espíritu del rugby, nos encontramos con muchas opiniones que en breve publicaremos para nuestros lectores. Por ahora les dejamos una pregunta: ¿Qué es para vos el espíritu del rugby?

El máximo desafio - Del libro “Fortaleza mental en el deporte”, de James Loehr


La competencia atlética contiene gran parte del drama de la vida; en muchos aspectos es un microcosmos de la vida.

La frustración, la alegría, la incertidumbre, el dolor y el esfuerzo están presentes. Las personas que entran a la arena competitiva rápidamente se dan cuenta de que hay algo más en la competencia que el simple aprendizaje de las habilidades físicas. Una cosa es poseer las habilidades físicas y otra es poder utilizarlas cuando corresponde. Y es allí donde existe el desafío El desafío máximo del autocontrol.

En el análisis final, toda disputa atlética es un combate de autocontrol, control de la delicada conexión mente-cuerpo. El nexo entre nuestra mente y nuestro cuerpo es dramáticamente claro estando dentro de la arena competitiva.

Cuanto más deseamos alcanzar los limites superiores de nuestra habilidad física y talento es cuando más se nos aparece como inaccesible. Este desafío nos lleva enfrentarnos con nosotros mismos, con nuestras inseguridades, con nuestras dudas, con nuestras falencias y nuestros miedos. El éxito en la competencia requiere que nos movamos más allá de este desafío para entrar dentro del dominio de nosotros mismos. El dominio del deporte competitivo se vuelve entonces   un proceso continuo de autotransformación, cambio y renacimiento. Tal dominio involucra compromiso y disciplina. En síntesis, es un combate de cada persona consigo misma.

Así como la aptitud física y la fuerza son centrales para el rendimiento deportivo, también lo es la aptitud mental. Rendir consistentemente con un máximo rendimiento en lo más arduo de la batalla competitiva requiere de fuerza mental. Una fuerza que esta fundamentalmente incorporada en la esencia de las habilidades mentales adquiridas.

Estas habilidades incluyen la concentración, el control de la actitud, el manejo de la presión, el pensar correctamente, el control de la energía, el mantenerse motivado y la visualización. Esto es lo que abarca el entrenamiento de la Excelencia Atlética: enfrentarse al máximo desafío y construir la fuerza mental. Se trata de excelencia, alegría, realización y lucha. También es un procedimiento para comprender y controlar, paso por paso, esa indefinible pero critica conexión mente-cuerpo. El control de esa conexión  es la esencia de la fortaleza mental en el deporte, y el entrenamiento de la Excelencia Atlética se ha diseñado para iluminar y acortar  este proceso.


¿ALGUNA VEZ VOLASTE CON EL RUGBY? - Por Patricio Guzman



Hay vuelos que no lo registran ni los radares. Menos las cámaras de fotos como la mía, que a pesar de ser buena, se niega a que un intento de fotógrafo como yo le saque las mejores imágenes. La foto en cuestión es mala desde lo pretencioso. Pero deja ver un momento único, mágico e irrepetible. El vuelo de Marcelo Denk (backs de Universitario de Córdoba) es más que un try en una tarde de seven…es el try.

Desde la espectacularidad de la foto, puedo decir que los rugbiers (disculpen, me incluyo aunque deje de jugar para ser periodista) somos locos en verdad. A que deportista en su sano juicio se le ocurría volar así. No lo tomen a mal los que nunca jugaron…quizás no lo entiendan, EL RUGBY ES PARA TODOS, PERO NO LO JUEGA CUALQUIERA.

Cuando la tarde caiga en un bello gesto suave,
Y estes junto a tus amigos…jugando a ser un héroe.
Mira a al cielo….pedile fuerzas.
Vos podes volar….con la imaginación del rugby.
Para hacer tú try…que es más de tus amigos que lo festejan.

Vos podes gozar.
Y por sobre todo, te sentirás que por un instante eres como un pájaro.
Se libre en tus alas…el rugby te invita… a volar.

El atroz encanto de entrenar - Por Sebastian Perasso

Para todos quienes entrenamos y colaboramos en forma directa con el juego es indudable que estamos en tiempos difíciles. La presión por ganar a cualquier cualquier precio y de cualquier manera, puede hacernos perder el rumbo e incluso alterar y menoscabar nuestra leal forma de actuar.

Hoy en día, la tarea del entrenador pareciera deambular peligrosamente entre dos extremos. A la madeja de enormes poderes y potestades que implica establecer y marcar el rumbo de los jugadores, se le agregan o anexan las enormes responsabilidades que ello implica, con la consiguiente presión.

Por todo ello y parafraseando al escritor Marcos Aguinis, ejercer la profesión puede resultarnos un atroz encanto. Decimos un encanto porque que es indudable que la practica de la profesión genera en quien la ejerce satisfacciones de las más variadas, que la convierten cuanto menos en agradable y placentera.

Orientarlos, indicarles el rumbo, transmitirles conocimientos y empaparlos de valores para la vida, suele resultar gratificante y devolver con creces el esfuerzo y la dedicación esgrimidos. Es esa aura de energía que los jugadores nos trasmiten, la que nos moviliza y nos da fuerzas para perfeccionarnos a fin de tratar de ser cada día mejores.

Pero asimismo, hay en todo ello una atrocidad que convive simultáneamente con el encanto. Ella esta dada (básicamente) por las presiones y responsabilidades que llevamos a cuestas. Las enormes presiones y las exigencias casi diarias por obtener resultados, la transforman muchas veces en una tarea insalubre. Presiones que más allá del equipo (bueno o malo, profesional o amateur) siempre existen.

En estos tiempos en que la paciencia es un bien en desuso y la corrección y lealtad un valor cada vez más escaso, es nuestra responsabilidad mantener al deporte en condiciones saludables. La presión se ha convertido en insoportable para muchos. Por ello, solo aquellos que puedan dominarla o manejarla podrán transmitir verdaderos valores y desdramatizar lo que es en su esencia un deporte formativo.

Aquel entrenador que acompaña y alimenta la vorágine de los padres que quieren el triunfo de sus hijos a cualquier precio, sin importar reglas ni formas; o aquel que pretende el éxito sacrificando los modos y las formas de la más sana convivencia deportiva, está atentando contra el correcto desempeño de esta profesión.

 Hacer honor a la responsabilidad  que nos compete es mantenerse ajeno y al margen de las presiones de nuestro entorno. De esa manera, tendremos mejores chances de no equivocar el camino en cuanto a la forma de conducir grupos y de enseñar. Hacernos fuertes en nuestras convicciones; no cambiar la receta del éxito por la del triunfo efímero bajo ningún motivo, sin importar razones ni circunstancias, es dar el paso fundamental hacia el dominio de uno mismo y del entorno que nos rodea.

Por ello, está en nosotros como colaboradores no dejarnos absorber por la decadencia resultadista y apuntar a ser fieles y coherentes con nuestros principios y convicciones mas allá de todo. Esa convicción y seguridad de no desviar el rumbo, incluso ante las más diversas adversidades, es la que nos permitirá transitar siempre por el camino del respeto, la honestidad y la mesura…


Estrofas a la pelota de Rugby - Por Patricio Guzman

Tu ovalada figura es preciado tesoro, de los guerreros que un día nacieron con la inspiración de Williams Webb Ellis. De los que desde niños te buscan y llegan a verte de las manos sus padres. Para ser símbolo de hermandad en un abrazo de ronda. Tú, guinda y cuero inquieto, adornada de mil colores, más en tú vientre nacieron tantos amores, en la desgargantada pasión de los que te siguen. Por que de Tucumán eres la flor, más bella del jardín. Motivo de abrazos sin fin, en tardes memorables. Eres llanto en la derrota, cuando se niega tú andar inquieto. Eres desahogo en la victoria, y humedad en el barro de los mil aguaceros, que transitar te vieron de la mano de tantos caballeros.

Conociste las caricias en el " Guante” de Santiago Mesón. Anduviste por el aire en cada genialidad de Tristán Molinuevo. Te volviste empuje y respeto en Coria, Le Fort y el “Tumba” Molina. Y supiste lo que el abrazo en el maul eterno de los anaranjados.

Pelota de rugby, “culpable” de ser tinta aún ligada a tu costura. Fuiste empuje en la armadura del “Gallo” Cabrera, pasión en la entrega de Pablo Garretón. De Hugo Dande fue tú amor y el motivo de ir siempre para adelante. Pujante y pujante en los Buabse y sentimiento de try que se convirtió en emoción.

Tú, que viajaste al "cielo" del ejemplo y al recuerdo imborrable del “Mocho” Palou. Que sentiste la sangre caer en tu piel cuando José Santamarina te abrazó, como legado de su abuelo. Que fuiste y aún eres delirio de tribunas levantadas. ¿Dónde estas? ¿En que vestuarios guardas tú incalculable amor el jugador? ¿Qué viejo utilero te escondió un verano de pretemporada? ¿Por qué vuelves callada de recuerdos a los brazos de los invisibles? ¿No te vallas por la línea de los abismos? ¿Qué será de “Toro moto” Carrier y de “La vieja” Sauze sin vos? ¿Que motivo tendrá  Marcelo Ricci para volver  a liderar el pack de los que nunca se entregan?

Tantas veces adorada, que te falta una canción. Donosa que conociste el resplandor de los flashes de revista. La velocidad, cada vez que Martín Terán te sacó a pasear para acostarte tendida, en el ingoal de los que jamás se rinden. Famosa y bella artista con piel de Puma y Naranja el corazón. Nunca te rendiste ante el frío invasor. Fuiste un solo resplandor que se volvió mística incomparable.

Pelota de rugby, estas estrofas son para vos. Es poco, comparado con tu gran candor. El comienzo del match se acerca. Los labios se preparan para besarte. Los tucumanos para amarte, con la incomparable sensación, de ser un solo corazón, en el rugby de los que buscan la amistad al encontrarte. 

A todos los que a partir del rugby encontraron el camino de amistad y mantienen sus valores.


domingo, 15 de enero de 2012

19 de junio de 1965: El día que nacieron Los Pumas



El 11-6 sobre los Junior Springboks en Sudáfrica fue el primer hito del deporte ovalado nacional, seleccionado que desde ese día adoptó para siempre el nombre de Pumas.El 11-6 sobre los Junior Springboks en Sudáfrica fue el primer hito del deporte ovalado nacional, seleccionado que desde ese día adoptó para siempre el nombre de Pumas.
19 de junio de 1965. Esta fecha es, sin dudas, el día que nacieron Los Pumas. Un equipo que hasta ese momento no había logrado mayores resultados, empezó a escribir sus páginas doradas a partir del triunfo 11-6 sobre los Junior Springboks en el mismísimo Ellis Park.

El equipo nacional de rugby no tenía mayores pergaminos hasta esa fecha, salvo algún que otro encuentro parejo –y siempre acompañado de mucho roce físico y peleas infernales-. Un año antes de la gira, se programó el viaje de la mano de Danny Craven, un sudafricano que era una especie de dueño del rugby mundial en aquel momento.

La preparación para ese viaje fue totalmente diferente a las anteriores. Izak van Heerden, de quien podría decir que fue el padre de Los Pumas, arribó al país y colaboró con los entrenadores, Alberto Camardón y Angel Guastella. “Me acuerdo que el día del primer entrenamiento, en Gimnasia y Esgrima, llovía torrencialmente. En esa época, cuando había mal tiempo no hacíamos nada. Van Heerden llegó y vio que en la cancha no había nadie. Estábamos en el bar, jugando al truco. El tipo nos hizo cambiar inmediatamente. Fueron dos horas infernales de entrenamiento, con saltos de rana y cuerpo a tierra. Había cambiado el método; nos sometió a un trabajo inusual, de extrema dureza. Hacíamos doble turno, mañana y noche, y en el medio trabajábamos. Cuando llegaba a casa, mi mujer me ponía un cartel, al lado de la puerta, que decía: ‘Estamos bien, los chicos crecen’... Fue durísimo, pero vimos los resultados", contaba el gran e inovidable Aitor Otaño, capitán de aquel equipo. 


Los primeros partidos fueron durísimos, y lo sudafricanos les hicieron sentir a los argentinos su conocido rigor físico. La potencia física y el desleal roce que proponían los equipos anfitriones se transformaron en un tema crucial para los jugadores, quienes se juramentaron no dejarse castigar más. Fue así que empezaron a dar vuelta la historia.

El partido clave en lo anímico fue el triunfo ante Universidades del Sur, la fábrica de los tres cuartos de los Springboks. Los diarios titularon: “Argentina destrozó la cuna del rugby sudafricano". Esa fue la antesala del momento cumbre: la victoria ante Junior Springboks. 

El día del partido, los Springboks habían perdido por primera vez con Australia. La gente llenó el Ellis Park para ver ganar a Sudáfrica. Apenas pasó un cuarto de hora y Pascual se tiró de palomita para anotar el try que pasó a la historia. Después vendría dos más (de España y Loyola), y una conversión del Negro Poggi. Los dos tries de Du Preez nada pudieron hacer: el esfuerzo había dado sus enormes frutos. Se habían recibido de Pumas. Nacía una escuela de vida que todavía hoy no perdió vigencia. 


Síntesis


JUNIOR SPRINGBOKS 6 - LOS PUMAS 11

Junior Springboks: Pretorius; Serfontein, Ackermann, Van der Schyff, Wiggett; Bladen, Du Preez; Claasen, Slabber, Du Piesanie; Irvine, Claasen; Storm, Van Rensburg y Dercksen.
Los Pumas: Cazenave, Neri, Pascual, Rodríguez Jurado, España; Poggi, Etchegaray; Loyola, Silva, Scharenberg; Schmidt, Otaño; Foster, González del Solar y García Yáñez.
Tantos para los Junior Springboks: dos tries de Du Preez.
Tantos para Los Pumas: Tries de Pascual, España y Loyola; una conversión de Poggi.
Arbitro: Piet Robberttze.
Público: 40.000 personas.
Cancha: Ellis Park - Johannesburgo, Sudáfrica.
Jugado el 19 de junio de 1965

Qué significa ser Puma - Por Jorge Búsico / Alejandro Cloppet y Pablo Mamone.

El silencio es una religión. Nadie se atreve a la herejía de quebrarlo. Una sola mirada basta para entenderse. Los que llevan más batallas encima apelan a un par de gestos que a los más jóvenes les sirve para saber que están protegidos. Sólo se escuchan los pasos y el ruido de los cubiertos a la hora del desayuno o del almuerzo liviano. Hay un mito que nace del mismo rugby, pero un grupo de hombres lo transformó en un fuego sagrado que jamás se apagará.

La adrenalina va en aumento, brota por cada poro de quienes en cuestión de horas se calzarán, orgullosos, una camiseta celeste y blanca con un Puma en el corazón. ¿O acaso alguien a esta altura de la vida puede decir que ese animal salvaje que sobresale en el escudo de la UAR es un yaguareté? Ellos están por cumplir el sueño de todo aquel que alguna vez agarró una pelota ovalada. Y no están dispuestos a traicionar esos sueños. Dejarán la vida, porque así lo indica el primer mandamiento.

Allí, en el césped que en minutos van a pisar, esos jugadores que ya se pusieron los pantalones blancos y las medias que también tienen los colores de la Bandera argentina están listos para construir decenas de momentos épicos. Tienen el corazón bien amateur, más allá de estos tiempos profesionales. Tienen la sangre caliente para tacklear a todo el que se ponga delante. Tienen el corazón para aguantarse a quien sea. Tienen el hambre de gloria que se necesita para que los de enfrente los respeten. Tienen la mente a pleno paqra resolver las situaciones difíciles de un deporte que desde su génesis exige estar preparado para afrontar todas las adversidades, como una pelota que no se sabe para dónde va a picar. No son 15. Son miles. Los empuja y los apuntala una historia escrita por valientes. Cada uno sabe que tiene un hermano, porque de un Puma surge otro Puma. Este partido que está por comenzar no es para cualquiera. Es un partido para la leyenda. Es un partido para que lo jueguen los Pumas.

Ahí aparece comandando la fila que ingresa a la cancha Oswald Saint-John Gebbie, el primer capitán argentino, aunque se haya tratado del hijo de un pastor de la Iglesia escocesa, el 12 de junio de 1910. Y detrás de él vienen, respetando la misma ceremonia, el resto de los capitanes. Ahí están Arturo Rodríguez Jurado (padre e hijo), Ricardo Giles, Jorge Sansot, el “Gringo” Guillermo Ehrman, Juan Manuel Belgrano, Jaime O’Farrell, Martín Aspiroz, Isidro Comas, Antonio Salinas, Bernardo Aitor Otaño, Héctor “Pochola” Silva, Adolfo “Palomo” Etchegaray, Hugo Miguens, el “Negro” Miguel Furia Iglesias, Eduardo Winnie Morgan, Hugo Porta, Jorge Georgi Allen, Pablo Garretón, el “Tano” Marcelo Loffreda, el “Bebe” Sebastián Salvat, Pedro Sporleder, Lisandro Arbizu y Agustín Pichot.

Pasó la emoción en el momento del Himno y quedó atrás el abrazo bien fuerte para darse el último aliento. Y en el primer pique nomás se revive, como si se tratase de una película de ésas que ya están gastadas de tanto verlas y disfrutarlas, la palomita de Marcelo Pascual volando sobre el ingoal de los Juniors Springboks en aquella memorable tarde del 19 de junio de 1965 en el Ellis Park de Johannesburgo. Igual que el hombre de Pucará vuela Marcelo Campo en el mítico Twickenham para vulnerar la historia de los ingleses en 1978. Y lo mismo hace Diego Albanese, aterrizando en propiedad irlandesa para el formidable triunfo en Lens, Francia, en el Mundial de 1999. Y hasta parece que se tratara de la misma persona cuando el “Flaco” Ernesto Ure vuela en las narices de los franceses.

Ahora las fotos lo muestran a Porta aniquilando el ingoal de los Springboks en 1982, y martirizándolos con la magia de su pie para el triunfo único en Bleomfontein, que no importa que haya sido con la camiseta de Sudamérica XV, porque ese día hubo 15 Pumas. Y el mismo genio aparece marcando todos los puntos en el empate frente a los All Blacks, en el Ferro de 1985. O en la igualdad con los franceses, en 1977. Es el 10 que inventa siempre, como aquella vez que sorprendió a sus propios compañeros jugando rápido un penal que pedía palos pero terminó en el vuelo interminable de Campo hacia el ingoal de los ingleses. Es el dueño de un botín increíble que fue considerado el mejor del mundo; ante él se rindieron todos los poderosos. Es el hombre que en un mismo partido le asestó tres drops a los australianos y repitió ante los neocelandeses.

Ahí va el histórico scrum que ingresa para doblegar a los australianos en Brisbane, en 1983. Y con él, los también históricos tackles, otro sello del alma Puma. Aparecen Julio Genoud, haciéndole sentir el rigor a los ingleses de Oxford Cambridge en 1956, el “Negro” Raúl Loyola partiéndole las piernas a los irlandeses, Georgi Allen llevándose puestos a dos sudafricanos en Bloemfontein, Guillermo “Cacho” Varone, el mismo día, cruzando toda la cancha para despedir a otro sudafricano hacia la pista de atletismo, Bernardo “Berni” Miguens tirando diez metros a un australiano pese a que recién debutaba y ni siquiera había entrado en calor, el “Tano” Loffreda volteando a tres franceses en la victoria posterior a la muerte del “Veco” Carlos Villegas, Santiago “Tati” Phelan y el Yankee Rolando Martin con los hombros rojos de parar samoanos, y los 15 leones metiendo 22 tackles en aquellos 9 munitos finales del épico test frente a los irlandeses en el Mundial de 1999.

Allí están en el vestuario de la gira de 1965 el “Gato” Ricardo Handley, Arturito Rodríguez Jurado, “Pochola” Silva, Luis “Lucho” Gradín y Ronaldo “Ronnie” Foster jurándose no salir vivos de la cancha si no ganan. Es el mismo juramento de los 15 que defendieron el ingoal en el ’99. Y es idéntico al de aquel grupo que venció a los Springboks en 1982 después de haber recibido una paliza en el primer test. No es distinto al que promulgan los que vistieron la celeste y blanca en las décadas del 10 al 50. Ya se sabe: ser Puma es hereditario. Y no sólo por los hermanos Morgan, Miguens, Lanza, Fernández Miranda, Iachetti, Contepomi.Ser Puma es como un apellido más. Se lleva para toda la vida.

Vuelve a aparecer el “Gato” Handley en el vestuario, antes de jugar contra los Gazelles sudafricanos en 1972 y con su mujer gravemente internada, diciéndole a sus compañeros: “Ahora entramos y nada de saludos a la tribuna. Los cagamos bien a palos, les ganamos y después saludamos”. Y así fue nomás. Como aquellas palabras de los Pumas del ’99, cuando se quedaron sin entrenador, solos en el vestuario de Liceo Naval, a días del Mundial. Allí también se escuchó un: “Ahora vamos por nosotros mismos”. Hay decenas de imágenes idénticas previas a los partidos.
Por algo los franceses reconocen que sus valientes forwards sólo sintieron miedo en dos estadios: en el de Ferro y en el de Vélez.

La amada y traicionera ovalada la manejan de memoria Ricardo Giles y el “Gringo” Erhman para enloquecer a los irlandeses en 1952. La toma “Lucho” Gradín y ensaya “el yeso”, o sea se escapa por el lado ciego de los sudafricanos después de un line. Es “yeso” porque si pasaba, todo bien, pero si no, “me enyesan hasta el pelo”. Lo apoya Ricardo Passaglia luego de acertar con la “Santa Fe” (pelota a la cola del line y carga de los forwards) nada menos que en Twickenham. La agarra Martín Sansot, quien se agacha y hace pasar de largo a dos hambrientos All Blacks, en 1976. La aprisionan Jorge “Yoyo” Gauweloose y Gonzalo Beccar Varela para culminar en el ingoal galés en aquella derrota que fue como una victoria, en el Arms Park, también en 1976.

La embolsa Rafael “Rafa” Madero para vencer por primera vez a los Wallabies australianos en 1979, en Ferro. La inventa “Fichín” Pichot para metérseles a los australianos en Ferro, y a los japoneses y franceses en el Mundial. La atrapa el “Chino” Fabián Turnes para gritar el try en el primer triunfo ante Francia, en Ferro, y lo mismo hace su compadre Diego Cuesta Silva en el segundo test. La acaricia Santiago Mesón con sus penales para la victoria ante Francia, en Nantes de 1992. La emboca Daniel “Banana” Baetti sin que nadie se diera cuenta de que se había colocado los botines con tapones de goma para otro triunfo contra los franceses, en Vélez 1988. Le habla el “Negro” Eduardo Poggi con su estilo para pegarle de guadaña que sorprende a los sudafricanos. La aman Gonzalo “Queso” Quesada cuando su pie termina en lo más alto en el Mundial del 99 o cuando Hernán Vidou mete todo para doblegar por primera vez a los ingleses, en 1990. La corajea Arbizu en los dos tries a los neocelandeses en River 2001, y es un calco de lo que fabrican Aitor Otaño para romper los tackes escoceses y Alejandro “Chiquito” Travaglini los de los irlandeses.

Los rivales sufren el coraje Puma. Como los franceses de Section Paloise, en 1965, cuando en la primera salida todos terminaron en el suelo después de la topadora hambrienta de los de celeste y blanco. Y lo mismo les pasa a otros franceses, ya con la camiseta bleu, cuando quisieron copar la parada en Ferro 1985 y tras el kick-off de Porta recibieron los embates de los forwards, dispuestos a que nadie se los lleve por delante. Y es casi idéntico a lo ocurrido en Bloemfontein, con 15 argentinos con la adrenalina al máximo para tumbar a las torres sudafricanas.

El “Ruso” Alejandro Cerioni se le para de frente a los ingleses en 1978 y les dice a todos juntos: “Come on, come on”. Hugo Nicola se aguanta en el primer test que el pilar francés le deje toda la cara arañada, pero en el segundo se acaba todo cuando le muerde un dedo. Andrés “Perica” Courreges se cansa de que el temible Paparemborde lo cruce en el scrum para romperle las costillas y tras aclararle que “cèst la guerre”, le muerde la oreja. Serafín Dengra se recupera del cabezazo que le rompió la nariz en su bautismo internacional en Bloemfontein, y con sólo 20 años devuelve el gesto en el scrum siguiente. Alejandro Sandro Iachetti no se deja llevar por delante y con la cara ensangrentada, porque un francés le rompió el tabique nasal, le reparte a los más grandotes. El “Bambi” Alfredo Soares Gache copa la parada cuando se le vienen todos los Springboks encima. Federico Méndez, recién mayor de edad, lo duerme al gigante inglés Paul Ackford, que pisaba contrarios pese a golear en Twickenham. No son éstas escenas para elogiar, pero muestran otro costado de la leyenda. Es ésa que nadie sabe quién la impartió, pero que todos saben que hay que cumplirla. Es ese otro mandamiento de que un Puma nunca corre cuando se armó la batahola.

Otra vez aquello de la herencia. Aitor Otaño lo mima como un hijo a José Javier “Tito” Fernández, su sucesor, y lo mismo hace el grandote con el “Chapa” Eliseo Branca, durmiendo en la cama de al lado durante toda la gira de 1976. “Pochola” Silva le explica a un “Flaco” Ure con sólo 19 años que si no le devuelve la piña a un neocelandés lo van a pasar por arriba, y mucho después el mismo forward al que Porta definió como “un Puma en serio” se arroja sobre Diego Cuesta Silva en medio de una batahola con los franceses para decirle: “Quedate tranquilo que yo te cuido”. Y ahí está también el genial Martín Sansot para ayudarlo a quitarse las medias a “Berni” Miguens, quien acababa de sacarle el puesto en Australia.
Ahí está de nuevo el espíritu Puma. Y no falta el buen humor del “Ruso” Raúl Sanz, del “Enano” Ricardo Landajo, de “Perica” Courreges, de Adolfo “Fito” Cappelletti, de Alejandro “Chirola” Scolni, del “Aguja” Fabio Gómez, del “Gordo” Mauricio Reggiardo. Continúa con la pasión llevada al periodismo por Nicanor González del Solar. Y va hacia la solidaridad con el equipo y con las ganas de jugar siempre en Los Pumas, con el “Rafa” Madero actuando en tres puestos distintos (centro, apertura y full-back), al igual que el mellizo Felipe Contepomi. O con Ronnie Foster trasladándose de la tercera línea a la primera, como pilar, con el tremendo esfuerzo que derivó en una curiosidad: en apenas un mes se le agrandó el tamaño del cuello de sus camisas de 42 a 44 y medio. O con el “Tati” Gustavo Milano improvisando como pateador al touch contra los ingleses.

¿Más mística? Claro. Hugo Miguens tacklea pese a que la sangre le quita la visión contra los Gazelles, en Ferro. Y Diego Cash no se va de la cancha frente a los franceses pese a tener la nariz rota y un tobillo deshecho. Y el “Orco” Cristian Viel juega ante los samoanos, en el Mundial de 1995 de Sudáfrica, con un corte de 12 puntos en su cabeza. Y Arbizu va al frente con su cara desfigurada contra los All Blacks en River. Y el tucumano Garretón aguanta con su espalda tajeada de tantos pisotones de los franceses.

Brotan más imágenes. Es Alberto Camardón perdiendo la serenidad al ver que el triunfo contra los Juniors Springboks iba a ser una realidad. Es Angel “Papuchi” Guastella sintiendo que el estómago le explota cuando a los 20 minutos ya avizora que su equipo de pibes va a lograr algo histórico en Twickenham, en 1978. Es el mismo “Papuchi” junto a Silva festejando solos, comiendo un sándwich y tomando una cerveza en un bar de Constitución, tras el primer triunfo contra los franceses. Son el “Veco” Villegas y el “Gringo” Emilio Perasso, abrazados, disfrutando en las tribunas del Arms Park la estupenda actuación del equipo en 1976. Es Rodolfo “Michingo” O’Reilly corriendo adentro de la cancha detrás de Cristian Mendy, quien con su try iba a sellar el impacto a Australia, en Vélez 1987. Son “Lucho” Gradín y José Luis Imhoff llorando tras la victoria en Nantes, en 1992. Es “Pochola” abrazando a Porta sobre el césped de Vélez después del segundo golpe a los franceses. Son “Tito” Fernández y Héctor “Pipo” Méndez poniéndole toda la mística a una etapa dura de la selección. Son el “Mono” Eduardo Scharenberg y el “Negro” Poggi aportando su alma Puma a un proceso de transición. Son todos juntos y en diferentes épocas, Edmundo Stanfield, el “Francés” Jorge Merelle, Saturnino Racimo, Aitor Otaño, José “Joe” Argento, el “Ruso” Sanz, Alejandro Petra, Ricardo Paganini... Y aquí hay lugar para dos foráneos a quienes se debe considerar Pumas: el sudafricano Izaak van Heerden y el neocelandés Alex Willie. Uno, el maestro-guía de 1965, el que a todos los argentinos les hacía creer que eran los mejores del mundo. El otro, el hosco que le aportó su espíritu al equipo del Mundial de 1999 y al que recién se le vio una lágrima cuando llegó la hora de despedirse de los jugadores. Y también para los médicos con corazón Puma como el “Pato” Luis García Yáñez, Imhoff y el “Oso” Elías Gaviña.

Estallan al mismo tiempo las tribunitas del legendario GEBA, los tablones de Ferro, los tablones y el cementerio del mismo Ferro, los escalones y los asientos de Vélez, y la majestuosidad de River. Porque Los Pumas siempre contagiaron. Nunca pasaron inadvertidos. Lograron algo casi imposible en cualquier otro ámbito: ir más allá del rugby. Por ellos cada equipo que llega a la Argentina sabe que acá nada es sencillo. Que además de 15 leones hay que toparse con miles de gargantas que alientan al ritmo del “hop, hop” cuando se forma un scrum y que gritan “Vamos Pumas, vamos, ponga huevos que ganamos” cuando desde adentro se traslada el contagio de tanto tackle. Y ahí aparece otro mandamiento Puma: siempre se gana con el corazón en la cancha y en la boca.

Este partido es interminable, porque la esencia Puma así lo indica. Porque allí donde haya una pelota picando o volando habrá 15 o miles de hombres con la celeste y blanca en el alma y el Puma sobre el lado del corazón tackleando, empujando en el scrum, saltando en el line, arrastrando gente en las formaciones móviles, buscando quebrar el rival por todos lados, con la adrenalina brotando en cada centímetro de la piel. Allí donde haya emoción y solidaridad, siempre habrá un Puma. Por eso Los Pumas están en la historia. En esta historia.

Chamigos Viaje a Tucuman - Por Federico Rojas

Buenas a todos, envío unas fotos en este mail y un breve resumen del viaje, ya que la hemos pasado sensacional. Hay muchísimo para contar de éste trip a Tucumán, no solo las anécdotas sino mucho que decir de lo bien que nos han atendido, lo bien que la pasamos y las repercusiones que ha generado nuestra visita a este gran encuentro organizado por la gente de Universitario de Tucumán.

Aunque no fue un gran número de jugadores los que pudimos ir pero allá tuvimos una gran sorpresa. Fuimos 8 gladiadores, los misioneros no pudieron a último momento venir. 
Nuestro arrivo a tucumán fue al mediodía del viernes y directo al hostel que se había reservado. Para ser un hostel, éste estaba muy bien, nada de qué quejarse. Amplio con patio y pileta. Lo único que estaba atendido por una banda de gays! El recepcionista nos mostraba todo en rollers de acá para allá, contento por el contingente de rugbiers el vago.
Ahí nomas nos quedamos, compramos carne y el camarada Potro hizo se cocinó un asadito espectacular en la parrilla del patio.

Después nos tuvimos que hidratar con mucho vino y fernet. Hasta que cayeron las francesas a sumarse a la pileta!
Y ahí los vagos (los solteros) se amañaban para remar la conversa, pues las chicas muy buena onda! con ellos una pareja de chicos de bs as que ayudaron con la introducción.

Y bueno, la verdad que la pasamos de primera en las instalaciones locales hasta que se hizo la hora de la cena.
Emprendimos rumbo al club. Para nuestra sorpresa, fuimos los únicos que llegamos un día antes asique los únicos también invitado al arroz con pollo esa noche. Ahí nomas nos recibieron con unas cuantas latas heladas de cerveza Norte y meta charla con los anfitriones que nos recibieron con honores por la cantidad de kms realizados. El arroz con pollo estaba de lujo, especial, una receta muy buena para imitar para los nuestros.

Y bueno, ya habíamos llegado medio machaditos de la tarde y ahí continuamos hasta donde nos dío el físico.
A eso de las tres creo nos fuimos al maso con la panza rechoncha.
  
El sábado, el torneo
Esa mañana arrancó con 37 grados creo, fatal! Tuvimos un tiempo para recorrer el centro y conocer el casco histórico de tucumán antes de arrancar  para Uni. Estábamos a pocas cuadras de la "casita de tucuman", pleno centro. Ahí hicimos unas fotos históricas también, increíbles (ver fotos).
  
Llegamos finalmente para las 14 hs al club. Unos 15 equipos en el evento, la mayoría tucumanos de capital y alrededores como así también otros invitados como equipos de Santiago del Estero (ahí estuvieron los Pichis con quienes nos unimos para formar los PiChi-amigos) puesto que como nosotros, no pudieron contar con muchos participantes. Asique eso fue espectacular, -de entrada- poder compartir con ellos el mismo equipo. 

Este torneo , en su 7º edición, no tiene ganador, ni copa, aunque todos quieren ganar los partidos. Se puede apreciar buen nivel de juego en general. El objetivo es darle movimiento, fiesta, unión y vida a los +de 35 y fomentar la amistad entre los clubes. Una onda espectacular, realmente envidiable, digno de imitar lo que se vive ahí.
   
Bueno, nosotros (Chamigos) de entrada jugamos contra el anfitrión. Un calor de puta madre que nos hizo aca al final. Partido duro de entrada, hasta que nos organizamos un poco. Fue un festival de tries en el que terminamos empatados en cerca de 5 apoyos por lado. El resultado final, nadie supo creo, pues las conversiones lo habrían definido. Destacado try de Dario Saade por el centro de la cancha (hay foto).

Al menos dos horas despues, nos tocó el fixture contra Natación y Gimnasia. Estos HdP sí que nos hicieron ACA, pues hacían honor al nombre del club. Parecían una lechuguita, jugadores juveniles, corrían como aviones. Para colmo eran gorditos y tenían mas movilidad que hamster en la ruedita. Creo que los Pampas XV le hacen partido. Le metimos un par de tries eso sí (contra 7 / 8 si no perdí la cuenta). Cabe señalar que no tuvimos de entrada a Mugre para este partido, pues el señor fue solicitado por Santiago Lown Tenis para sumar sus 15. Así que el gladiador tuvo un par de batallas extras antes de éste match en el quie ingresó en el segundo tiempo.

y Bueno, hasta ahí llegamos. Y a hidratarnos con los santiagueños,..  y cómo!
Pero faltaba el cierre deportido del evento, el partido de los Barbarians NOA contra Old Virgins. y Ahí nuevamente el Mugre con lo que le quedaba de físico asumió el compromiso con solvencia. Le anularon un try!! Pero hubo un extra colado que también jugó, no se qué camándula hizo, pero Sopapa jugó, insistió tanto que por ser correntino calzó (hay foto también).
  
Al final de la jornada de juego, todo el mundo (unos 200 jugadores aproximadamente) fue invitado a la gran carpa donde se esperaba ese delicioso asado a la estaca, que la verdad estaba de lujo, demasiado rico.
Ahí las menciones, distinciones para todos los participantes. La primera, para Chamigos nada menos, por ser la primera vez en participar y venir de lejos, Mugre tomó el mirófono y repartió agradecimientos a los organizadores y comprometío a los locales a visitarnos para el torneo de carnaval próximo. Desde ya contamos con la presencia de los Pichis nuevamente por supuesto.
  
Gracias Potro Alcaraz por el importante aporte con el micro y como juador que se comió la cancha, se chupó todo el fernet y lo hicieron aca con los tackles, gracias Cabeza Cabral, Martín Pascarela, Sopapa y Dario Saade de la 74 por los huevos que pusieron, Nicanor y Mugre los pilares del equipo dentro y fuera de la cancha y gracias a las mujeres y niños que nos acompañaron e hicieron de éste un viaje muy especial.
  
Gracias a los anfitriones de Uni que nos demostraron cómo se lleva el Espíritu del Veterano con tanta pasión. Un viaje inolvidable, un torneo espectacular, gente de primera. A los Pichis, por la muy buena onda y garra que le pusieron.
Ahí estaremos el año que viene si Dios quiere con más equipo.