Los aires festivos no se extinguen. El borboteo eufórico se mantuvo vivo en los nuevos capítulos de reuniones y celebraciones. A poco más de una semana de la megaconsagración en cinco categorías, por el SIC todavía se huele el embriagador perfume a gloria. Mientras se espera la gran ceremonia de su 75° aniversario (la fecha de fundación es el 14 de diciembre, pero el próximo sábado habrá un partido conmemorativo), por Boulogne sobran razones para estar de gala, porque además de la conquista del trofeo en la modalidad tradicional, anteayer se adjudicaron otro logro: después de 17 años, los zanjeros se quedaron con el título del Seven de la URBA. Sin duda, a 2010 se lo recordará como el año del San Isidro Club.
Se acerca el epílogo de la temporada -queda el Nacional de Clubes-, y el lugar más alto del podio sólo luce los tres colores del club sanisidrense. La memorable campaña tuvo como punto de partida una singular transformación interior, promovida desde la llegada de un enriquecido staff técnico. Luego de su retiro (2004), el ex Puma Rolando Abel Martin empezó a trabajar con divisiones juveniles, asistió al seleccionado de Santa Fe, luego acompañó a la intermedia y la preintermedia, hasta que quedó al frente de un lúcido grupo de conductores, completado por Andrés Pérez Cobo, Diego Pietranera, Gonzalo Longo, Diego María Cash, Diego Luis Albanese, Juan Sascaro y Patricio Nealon, entre otros colaboradores. "Cuando empezamos, nos habíamos puesto como objetivo principal mejorar el juego, agregarle cosas a nuestro estilo tradicional. Nos propusimos hacer un rugby más dinámico, de mayor continuidad, con más pases. Estábamos muy enfocados en eso; no nos habíamos trazado metas a largo plazo", reconoce Martin.
En 2009 el SIC no accedió a las semifinales, pero desde hacía tiempo que su rendimiento no terminaba de convencer. La necesidad de un cambio parecía imperiosa, y el head-coach lo especifica: "Sí, había muchas cosas que se hacían bien, pero la idea era crecer a partir de esa base. Nos planteamos buscar un juego más integral, y por momentos el equipo lo consiguió. Fue fundamental que los jugadores se hayan terminado de convencer de que era lo más divertido, lo más efectivo y lo que más disfrutaban dentro de la cancha. Se dieron cuenta de que eran capaces de hacer un rugby más audaz, ambicioso, con una clara vocación ofensiva", comenta el Yankee.
Con la reciente coronación, el SIC acabó con la sequía desde el logro de 2004, aunque Martin no identifica como negativo ese período sin vueltas olímpicas: "No fueron años malos, y si ahora llegaron siete equipos a las finales (desde menores de 19 a primera) no es producto de la casualidad. Esto es el fruto de haber hecho las cosas bien desde infantiles, juveniles y, tal vez, el plantel superior alcanzó su maduración, algo que nos permitió dar el salto. Este éxito no es del trabajo de un año o de un grupo exclusivo de gente; esto es el impulso que viene desde abajo". Para el Yankee, la hegemonía que impusieron es sólo un inicio: "Por supuesto que estamos supercontentos, pero somos conscientes de que hay margen para seguir evolucionando. El techo de este equipo todavía está lejos, y el desafío es crecer. Este staff nunca se conforma, y eso les transmitimos a los jugadores: que no nos estanquemos, que no seamos mediocres, que no nos quedemos mirando lo que hicimos sino lo que podemos hacer. El mensaje es que todo lo bueno está por venir, y de eso nos tenemos que ocupar el año próximo".
El valor de un entusiasmo incondicional
- Con cierta experiencia en el plantel superior, aunque no directamente con el conjunto principal, Martin no se sorprendió con nada puntual, pero sí remarcó "el entusiasmo por venir a las prácticas por parte de todos, jugadores y staff. Es como que necesitábamos que llegara rápido el martes a las 20.30 para volver a encontrarnos. Todos disfrutamos mucho del año de rugby, las comidas de los jueves, los partidos... y ese fervor se transmitió en todo el club", comentó el head-coach de los Zanjeros.
