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jueves, 28 de octubre de 2010

Los Románticos

Ha pasado un nuevo Encuentro Nacional y las voces no se acallan sino que resuenan en la noche. El Encuentro, esta vez en su edición número 41, se realizó en Resistencia, Chaco, tal como ya lo habíamos adelantado. Y es justo reconocer a los ganadores.

El rugby, o ese juego que empezó a tomar forma en una fría tarde en la ciudad inglesa homónima, va cambiando según pasan los años y la sociedad (y su evolución o involución, según se mire) afecta a nuestro querido juego. No me canso de ver cómo se impulsa cada vez más el conocimiento sobre el juego, de cómo formar un jugador inteligente, de saber tomar decisiones sin importar el puesto, muchos detalles técnicos y tácticos.

Con mucha fuerza de la mano de profesionales dedicados a desarrollar el juego, avanzamos para ponernos a la altura de los mejores jugadores del mundo, aún teniendo un biotipo de menor envergadura. El juego por el canal 1, las jugadas programadas de salteos y relevos, el eje axial y la segunda barrera defensiva forman parte de la instrucción que se viene recibiendo para hacer del juego una cosa más veloz, más predecible y más bella.

Pero nadie se esta ocupando de las otras cosas. Señales y más señales nos marcan que debemos formar una barrera defensiva contra avances que intentan desarmar todo lo que nosotros representamos. Los terceros tiempos se han deformado un poco. Las barras alientan sonoramente a sus equipos sábado a sábado. Ya hay médicos, masajistas, psicólogos y analistas de juego, además de los especialistas de cada posición y hasta un head coach.

Pero lentamente vamos perdiendo terreno en lo que se refiere a humildad, respeto (en general, de todos hacia todos) y buen comportamiento. Hace poco suspendieron a varios clubes de primera por distintos desmanes en sus tribunas. En un partido importante de uno de los grupos de abajo (que son tan jugadores de rugby y amantes del juego como los de arriba) la hinchada estaba imparable y hasta agredió al capitán de su propio equipo cuando fue a detener los desmanes, a pedido del referee de turno. Los más chiquitos ven y aprenden. Entonces yo pido que se ajusten los bulones de todo lo que nos enseñaron a nosotros. Porque ahora ganar es visto como un negocio para algunos, y no tenemos que dejar que ganar sea lo más importante sino que lo más importante es la gente que juega el juego.

Tenemos una escuela para no copiar, que es el fútbol. Ahí tenemos el compendio de lo que no debemos dejar que pase. ¿Y el Nacional de Veteranos? El Nacional es entonces el último bastión romántico, de aquellos enamorados del juego que, sin importar su nivel de juego, decidieron que el rugby es una cosa muy divertida como para alejarse y siguen jugando. ¿Y el resultado? A quién le importa.

El rugby, una de las facetas del torneo, lo ganó Tortugas de Mendoza, ganándole a VARBA (Buenos Aires) la final. Y el torneo se lo llevó VARBA. ¿Quién ganó? Ganaron los casi mil jugadores de rugby que se dieron cita en Chaco, para reeditar la fiesta anual de "los viejos", para disfrutar ese rugby hermoso que nos enseñaron y que, si nos ponemos las pilas, no caerá jamás. Porque "viejos" son los trapos viejos.