Logo Chamigos

Logo Chamigos

domingo, 27 de marzo de 2011

El Rugby hecho lectura

Sebastián Perasso escribió ya tres libros, dedicados al juego, a las estadísticas y a la historia del rugby.


Nombrar su apellido es decir San Isidro Club. El rugby mismo del conjunto de La Zanja lo llevó a volcar en el papel la pasión que su padre le inculcó desde la cuna. Sebastián Perasso, el hombre de la tinta, que le presentó a TERCER TIEMPO NOA sus ediciones de Rugby Didáctico. Un libro que ya está en manos de algunos tucumanos. Los que apuntan a través de la lectura a llenarse de valores y llevarlos a sus dirigidos. Aquí esta la vida y obra de un escritor del rugby.
-¿Como fueron tus inicios en el SIC?
-Por una cuestión de herencia familiar comencé a jugar a los 5 años. Era una época muy especial porque en realidad no me gustaba mucho pero era más fuerte la tradición familiar.
En mis épocas de infantiles mi tío Ernesto me entrenaba, y jugaba junto con mi hermano mellizo Emilio y mi primo Ernesto, así que todo quedaba en familia.
A los 12 o 13 años, en etapa de quinta división, junto con mi hermano dejamos de jugar porque no nos sentíamos muy atraídos. Eramos muy chiquitos de tamaño y no nos divertíamos.
Al año siguiente mi papá Emilio, nos dice: Este año se formó un equipo para los que recién están empezando ¿no quieren ir? Dudamos al principio pero luego aceptamos. Así empezamos nuevamente a jugar y en mi caso no dejé de jugar hasta mi retiro en el 2001.

-¿Cuales fueron los roles como dirigente de Don Emilio?
-Presiento que a mi padre no le gusta mucho la palabra dirigente, creo que el siempre se  sintió mas cómodo con la palabra colaborador, porque de hecho es lo que ha sido siempre. Desde que comenzó a entrenar la Primera del SIC allá por el año 70 y durante 15 años y luego el seleccionado de Buenos Aires y Los Pumas, siempre se ha sentido una persona que ayudaba o colaboraba para el disfrute de los jugadores al mismo tiempo que él disfrutaba del juego.
Sintéticamente, entrenó la primera del SIC 15 años, entrenó Los Pumas junto al Veco Villegas y el Seleccionado de Buenos Aires, es  parte integrante de la Comisión Directiva del SIC y la subcomisión de rugby durante los últimos 20 o 30 años y fue Presidente de la UAR entre otras cosas. Pero vuelvo al principio, porque más allá de cargos o puestos siempre se sintió un colaborador del juego.

-¿Cómo nace tu libro, Rugby Didáctico?
-Rugby Didáctico surge en 2007. Con mi primer libro pero se fue gestando mucho antes por una combinación entre mi amor por el rugby y mi cariño innato por la escritura.
Siempre me ha gustado escribir y esta necesidad interna combinada con mi pasión por el juego se fue materializando en distintos libros de rugby.

-¿Cuánto influyó tu padre en tu libro?
-Ha influido de manera indirecta pero en forma muy marcada. Siempre digo que yo estoy en una situación de absoluto privilegio, rodeado desde muy chico, no solo en el club sin también en mi casa, de verdaderos estudiosos del juego. Como es el caso de mi padre pero también del Veco Villegas, el Negro Iglesias y el Tano Loffreda, entre otros. Y desde ese lugar de privilegio he tratado de transmitir aquello que me enseñaron.
Si he tenido algún merito, ese ha sido el de saber escucharlos.
Por eso, más allá de que él no me ha impulsado a escribir, tengo claro que aquello que escribo es fruto y producto de todo lo que me ha transmitido. De su forma de actuar, de su manera de hacer las cosas, de sus conocimientos sobre el juego pero también de su capacidad para inculcar valores en la persona .Tener al lado a un estudioso y fanático del juego como pocos, es contar con una ayuda incondicional a mi lado.

-¿Cuál es tu experiencia como entrenador?
-Como jugador he jugado 11 años en el plantel superior. He transitado todos los puestos de la línea de tres cuartos, sobre todo centro y full back.
He tenido el privilegio de jugar algunos partidos en primera, pero por sobre todo de disfrutar el hecho de compartir un equipo con enormes jugadores. Haberlos tenido tan cerca me hace sentir un privilegiado.
Cuando dejé de jugar comencé a entrenar. Colaboré con el plantel superior y fui dos años el Head Coach de la Menores de 22 del club.
En 2007, cuando comencé a escribir, tome la decisión de colaborar en forma part time porque hacerse cargo de un grupo implicaba un tiempo y una dedicación que no tenía. De manera que al día de hoy solo colaboro en forma espaciada cuando puntualmente alguien me invita a preparar alguna práctica.  En los últimos años, me invitan de otros clubes, sobre todo del interior, a dar alguna charla y preparar alguna práctica.

-¿A que apuntan tus libros en su diferentes tomos?
-El primero es una guía para los jugadores pero también para los entrenadores, en donde trato de establecer los objetivos del juego y las formas de alcanzarlo. Trato de simplificar un deporte tan complejo como el rugby como presupuesto para que sea aprendido más fácilmente. Trata sobre aspectos técnicos, tácticos y mentales.
El segundo es un manual para el entrenador a fin de ayudarlos en su tarea de entrenar. Abordo la planificación de las prácticas, el esquema básico de una práctica, los estilos de enseñanza, la filosofía que debe tener un entrenador y las distintas facetas que implica entrenar (organizador, comunicador, educador, constructor de relaciones y desarrollador de jugadores).
En el tercero trato de volcar de manera sintetizada toda la historia del rugby mundial y argentino, trazando un diagnostico de los mundiales en lo que respecta a la evolución del juego.
En el cuarto libro, que esta próximo a editarse, pretendo ir a la esencia del juego que no es otra que su espíritu y su filosofía.

-¿Cuál es el objetivo con respecto a sus mensajes?
-Como hombre de rugby mi propósito es hacer un aporte al juego, a los jugadores y a los entrenadores.
Pero además hay un mensaje a toda la familia del rugby que va más allá de lo estrictamente deportivo. Trato de inculcar que  como entrenadores tenemos en el rugby una herramienta inigualable que bien utilizada esta en condiciones de cambiar la vida de la gente. En ese sentido siempre debemos apuntar a lograr una formación integral. Ello implica no solo transmitir conocimientos en el jugador, sino también valores en la persona.
Si logramos inculcarles valores tales como la honestidad, el respeto, la superación personal etc. estaremos formando personas que estén capacitadas para desempeñarse con honestidad y eficacia dentro de la sociedad. Y eso resulta mucho más valioso que moldear solo buenos jugadores de rugby.


-¿Cuáles son tus próximas presentaciones?
-Tengo una serie de invitaciones por el interior del país a partir de marzo. Hay confirmarlas nada más. Disfruto de poder transmitir mi mensaje además de hablar de rugby me genera una inmensa alegría.

-¿Qué clubes gozan de su lectura?
-Los libros los he ido publicitando de manera muy desordenada. Ello se debe a que yo soy escribano y no tengo mucho conocimiento en esta materia. Hoy, gracias a los libros, estoy en contacto con más de 100 clubes en nuestro país que han podido acceder a ellos. También me llama la atención el interés en otros lugares. He recibido pedidos desde Chile, Brasil, Paraguay, Bolivia, Uruguay, Colombia, Venezuela, México y Alemania, entre otros. Puntualmente hay una cadena de librerías que lo distribuye en España y Chile de manera que llegan a esos países en forma más organizada. También en Brasil, que se está editando el libro al portugués. Un verdadero gusto.

-¿Y con las criticas, como estas?
-Son siempre positivas. Disfruto mucho el hecho de que les sirva porque todo lo he hecho con ese único propósito sin ninguna apetencia monetaria ni mucho menos.


Fuente: Tercer Tiempo NOA

Una vez al año (Historias) - Por Marcelo Mariosa

Los timbos están ahí, dormidos. La ropa, limpia desde diciembre. Las ganas intactas, pero el cuerpo duda. Todos los años me pasa lo mismo. Dudo entre la fortaleza que aflora siempre y la posibilidad de que el cuerpo se queje demasiado como para aguantarlo conmigo todo el día.

Pienso que estoy duro, que me duele todo, y que hay que comenzar de cero. Llega el día de ir al primer entrenamiento del año. tengo ganas, los amigos esperan, pero estoy muerto, no hice nada desde el año pasado, estuvimos de vacaciones con la familia, comimos muchos asados con amigos (también algún sushi, somos modernos), todavía debo tener arena en los pies. 

Yo ya dije que iba ... pero me cuesta tanto. Arranco para el club con el bolsito que me pesa horrores (debe tener toda la ropa de rugby que hay en casa, con la colección de camisetas incluida) y voy arrastrando los pies hasta el estacionamiento, arranco y pongo la música fuerte y trato de no pensar en verme corriendo, porque si no me quedaré atrapado en un semáforo cualquiera. Llego al Club, y ya están todos (estos tipos ... de dónde sacan la energía?) y voy derecho al vestuario, sin pensar en nada, saludando amigos a diestra y siniestra. 

Adentro del recinto, los amigos de siempre, el entusiasmo de siempre. Y yo me cambio despacio, a ver si puedo llegar cuando hayan dado una vuelta, por lo menos. Salgo para la cancha, llego (todavía no empezaron), más charla, más amigos, más energía. Y empieza el trote. El cuerpo solito empieza a recordar la rutina. La energía sale del piso, de los amigos, de la onda, y ya me siento fuerte, con ganas. 

Damos una vuelta, dos ... me siento bien, me falta fondo, un poco de aire y trabajo en las piernas. Y todavía no empezamos con el "tren superior" según dice el pelado, entrenador físico. Vamos por la tercera vuelta y hacia la cuarta. Todo marcha bien. Vamos a estar bien. ¿Cómo no vas a estar bien si el grupo te sostiene? Cómo no vas a aguantar si la energía que sale de los amigos es tan fuerte que nada te podrá detener, nada te puede doler ... y encima, después, tenemos un asado de antología, algún partidazo de truco y la charla con los queridos amigos y hermanos que juegan el viejo fútbol de la ciudad de Rugby. Esos tipos locos que están junto a vos todos los días de partido y entrenamiento. Esos tipos que se van a revolcar sólo para ayudarte, que van a redoblar para darte una mano y que van a tacklear a ese que se te pudo haber escapado. Pucha, que me moría de ganas por venir y no me daba cuenta.