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lunes, 1 de noviembre de 2010

Sixty RC se quedó con los festejos en el Seven del Noreste

Con un gran desempeño en todas sus líneas, Sixty RC superó a San Patricio40 a 12 y se quedó con el 27º Seven Oficial de la Unión de Rugby del Noreste, segundo título para los 'Decanos'

Con una jornada especial con buen sol y muy buen clima, se disputó el XXVII Seven Oficial de la Unión de Rugby del Noreste, donde dos equipos de Taraguy y Regatas, más los primeros equipos de Curne, San Patricio, Sixty RC y Aranduroga llegaban a la definición por un nuevo título oficial.

San Patricio no pudo con la experiencia y velocidad de Sixty que festejó en el cierre de la temporada. La Copa de Plata quedó en manos de los locales de Aranduroga y la de Bronce fue para Sixty B. En tanto que los mejores jugadores fueron elegidos entre los periodistas y organizadores, recayendo en Eduardo Panseri (Copa de Plata) y Maximiliano Freschi (Sixty).

Sixty RC se consagró en el Seven del Noreste Tribuna Diez
Sixty RC se consagró en el Seven del NoresteFoto: Tribuna Diez

En la final, el partido fue todo de Sixty, siempre regular y muy contundente. Carlos Romero hombre de la casa, fue el encargado de impartir justicia en la final, decretando el epilogo del torneo. Y al igual que sus colegas, le dieron su valioso aporte al desarrollo del torneo, llevado muy bien adelante por la organización y la nueva comisión directiva.

De esta manera, los chaqueños se quedaron con la segunda corona en tres años, tras una larga espera, vuelven al máximo lugar del podio de la temporada de seven a side, cerrando un muy buena año, terceros en la temporada de 15 y con el goleador del Regional 2010.


Las Anecdotas de Aitor Otaño - Por Guillermo Alonso


La idea de escribir las anécdotas de vida de Aitor Otaño, surge a partir de una sugerencia de Rafael Lardieri, quién, si bien no hace mucho tiempo que lo conoce, descubrió que en cada charla en la que participara, Aitor aparecía siempre ¡lustrando con una historia vivida por él. «Este tipo se merece un libro con todo lo que ha vivido», me dijo Rafael Lardieri una trasnoche en Villa Carlos Paz, alimentando mis ganas de escribir sobre un prócer del rugby, a quién conocí desde muy chico y con quien compartí muchos partidos y una gira con la primera de Pucará.

Plasmamos la idea de armar un libro basado en las anécdotas vividas y recordadas por Aitor pero a partir de que en los calurosos días de febrero del 2004 comenzamos a trabajar con el grabador de por medio, me di cuenta que el resultado iba a ser un largo reportaje en el que el propio Aitor contara sus experiencias a partir de los temas que planteáramos.

En esos días Aitor viajó con Los Pumitas a San José (Uruguay) y luego renunció a participar en la Gira a Sudáfrica por el Mundial Juvenil. «Viajar ahora no me motiva como antes. No es que me aburra pero no me divierto. Es que las giras se hacen largas y alrededor ya no están mis amigos (Silva, García Yáñez, Tito Fernández, el Negro Fernández Miranda). Hoy son todos más jóvenes que yo. Hablan de otras cosas», fue la justificación de la decisión tomada.

También me di cuenta que no es fácil tomar distancia, ser objetivo con alguien a quien admiré como jugador y capitán, por eso traté de sumar voces de mucha gente que se ha cruzado por su vida en estos últimos cincuenta años.

A continuación, entonces, en forma desordenada, podrán acceder a una gran parte de la vida de uno de los grandes del deporte argentino de todos los tiempos, de Bernardo «Aitor»Otaño, considerado por sus compañeros de equipo como «El Gran Capitán», un tipo que en la cancha imponía respeto a compañeros y adversarios, pero también un tipo sensible capaz de llorar viendo la publicidad de Coca Cola con Maradona o escuchando el himno.


Un tipo para quien «El espíritu del Puma es indefinible. No se puede elaborar una definición, primero es una meta y luego el orgullo de sentirlo, de vivirlo. Más hacia adentro que hacia fuera. Es mucho más lo que representa para uno que la popularidad que te da. Uno nunca deja de ser Puma, se siente Puma toda la vida aunque sepa que no vestirá más esa camiseta. Es un título nobiliario, algo que uno conserva para siempre.»

Debut en el Seleccionado Argentino

En 1958 se produce el debut de Otaño en seleccionados, integrando el combinado de Provincia que salió segundo en el Campeonato Argentino y luego viajó a Chile con el plantel que ganó el Campeonato Sudamericano, siendo el único integrante de la Delegación que no jugó ni un minuto.

Cuenta Otaño: «Los segundas líneas éramos Dick Hogg, Carlos Olivera y yo. Todas las noches salíamos y cuando a eso de las 12 de la noche volvíamos a las habitaciones, el Pájaro Sorhaburu que compartía la habitación conmigo lo llamaba al Presidente de la Delegación, de apellido Salaburu y se hacía pasar por un periodista de El Mercurio de Chile que quería entrevistarlo sobre el equipo. Como Salaburu se tomaba todas las noches una botella de coñac, cuando lo llamaban no sólo no sabía nada del equipo, sino que ni siquiera sabía que hora era. Sorhaburu le hacía preguntas y preguntas hasta que se tentaba y cuando el Presidente preguntaba quien era, le contestaba: «Soy Otaño y te quería joder un rato» y cortaba. No se si fue por eso, pero la realidad es que no me pusieron nunca, ni siquiera cuando la mayoría se intoxicó con mariscos en Viña del Mar y yo estaba perfecto. Tengo la camiseta del '58 pero sin minutos de cancha, como se dice ahora».

Gira a Sudáfrica 1965

«Hay que ubicarse en esa época en la que surge la posibilidad de viajar», dice Otaño. «Cuando Dannie Graven llegó a San Pablo para confirmar la gira, nos hacen saber que una de las posibilidades es que viaje un equipo representativo de Sudamérica. Por lo tanto, los jugadores argentinos nos propusimos jugar mucho más duro contra Uruguay, Chile y Brasil para que no quedara duda de que la que tenía que ir era Argentina».

«A los pocos días nos mandaron a Izak van Heerden para ayudarnos en la preparación. Izak cambió la mentalidad con que hasta ese momento nos tomábamos los entrenamientos. Van Heerden nos decía: «Ustedes van a ganar muchos partidos, solamente necesitan creerlo». Era un tipo que sabía mucho de rugby y que lo aplicaba en la cancha y en cada detalle. Era un tozudo que, con la ayuda de Camardón y Guastella, logró que todos los que fuimos a esa Gira siguiéramos por años involucrados en el rugby, como jugadores, como técnicos, como médicos o como dirigentes. En los viajes entre ciudades en Sudáfrica nos hacía ver diapositivas con las jugadas de los equipos que debíamos enfrentar. Recordemos que hablamos de 1965. El presidente de la Unión Argentina de Rugby tenía que correr con los jugadores para motivarlos. Éramos muy individualistas. Pensar que hubo jugadores que no fueron, no porque fueran peores de los que fuimos sino porque no hicieron nada por ir, no se entrenaron, algunos ni respondieron a las citaciones. Quizá algunos tuvieron miedo a lo desconocido, o simplemente se tomaban el rugby sin el compromiso que significaba por ejemplo, entrenarse tres meses antes, y sin jugar. Jugadores como Molina Berro, Queirolo, Damilano o Prieto podrían tranquilamente haber sido partícipes de ese grupo.

Después de la Gira

Así como la partida a Sudáfrica había sido acompañada sólo por los familiares y alguno que otro curioso, la llegada a Ezeiza fue apoteótica. El 90% del rugby de Buenos Aires estaba allí, adentro de la pista (no existían las mangas y los pasajeros bajaban por la escalerilla del avión directamente a la pista). Pucará mandó dos colectivos de colegio con chicos de las inferiores. Y así casi todos los otros clubes. Los Pumas eran la novedad del momento y así lo entendieron los medios de prensa, que por primera vez, le dieron al rugby un espacio que nunca había tenido.

«Todo cambió con esa gira -sigue el relato de Otaño-. «La Sastrería González nos quiso regalar un traje o un esmoquin a cada uno. Yo fui de los que no lo acepté, no porque no quisiera sino por miedo a tener problemas, pero casi todos, calladitos se lo llevaron a sus casas. ¡Si, ni siquiera nos pedían hacer publicidad a cambio! También el Concejo Deliberante de Buenos Aires nos quiso regalar una medalla de oro y la Unión no se lo permitió.

La sorpresa llegó a fin de año cuando el Círculo de Periodistas Deportivos le entregó el primer Olimpia de Oro del rugby, 20 años después lo recibiría Hugo Porta compañero y entrenado por Aitor y en 1999 Gonzalo Quesada, que tuvo el gran mérito de ser el goleador de un mundial, en un equipo que tuvo muy pocos tries en todo el campeonato. «No me puedo olvidar algo que me pareció una locura, pero cuando Albanese llegó al try contra Irlanda todavía no se había pateado la conversión -que no era fácil- y todos se abrazaban igual, tal la confianza que tenían en Queso».

La Ceremonia de los Olimpia era mucho más simple que la de estos últimos años. Se realizaba en el Círculo de Periodistas Deportivos con la Presidencia de José López Pájaro y concurrían sólo algunos amigos y familiares. No había Olimpias de Plata (se establecieron en 1970) sólo el Olimpia de Oro. El encargado de entregarlo era quién lo había recibido el año anterior. A Otaño se lo entregó el Capitán Carlos Muratorio, Medalla de Plata en los Juego Olímpicos de Tokio en equitación, y al año siguiente él hizo lo propio con Horacio Accavallo, campeón mundial de boxeo peso mosca.

El Rugby es el sabor del encuentro - Por Nicanor Gonzalez del Solar


Cuenta la historia que, cuando en 1871, exactamente el 26 de enero, se reunieron en Londres los representantes de 21 clubes y crearon la "Rugby Football Union" (RFU), debieron haber sido 22. Parece que el representante del club "Wasps" se quedó en el camino, porque se detuvo en un bar y "copa va, copa viene", perdió la noción del tiempo, su equilibrio y su sentido de ubicación. Este distinguido señor se fue a otro lado, mareado por el alcohol, y nunca se juntó con los otros miembros de los 21 clubes.

Hace unos años, un australiano me dijo "si desaparece la cerveza, desaparece el rugby". ¿Es así? Probablemente, no. Aunque desde el punto de vista de un nativo de la tierra de los canguros, no sería descabellado porque tomar una cerveza, en un sitio donde hay gente, es parte de su idiosincrasia. Sólo hace falta concurrir a algún bar y comprobar cuán significativo es para los australianos (hombres y mujeres) el rito de la cerveza.

Lo mismo sucede en Gales, Escocia, Inglaterra, Nueva Zelandia o Sudáfrica. Un párrafo aparte merecen los irlandeses, los más fieles amantes de las bebidas alcohólicas (especialmente la cerveza) antes, durante y después de los partidos.

CORDIALIDAD IRLANDESA. Hace quince años atrás, estuvimos con Los Pumas en Dublín y nos invitaron a la empresa "Guinness", que produce la cerveza negra. La visita se produjo a las once de la mañana y, a medida que caminábamos y escuchábamos las explicaciones de los expertos, todos estábamos medio mareados, por la cebada, el alcohol y la fermentación. Cuando finalizó el recorrido nos invitaron a entrar a un salón, donde sirvieron su cerveza. Los rugbistas argentinos recibieron como regalo los magníficos jarros. Los otros miembros del grupo (periodistas y dirigentes) sólo nos quedamos con la cerveza.

Los Pumas estaban acompañados con algunos irlandeses, que eran los que los guiaban y los llevaban a los campos de entrenamientos y a la cancha de Lansdowne Road. Luego de beber un poco de los jarritos, los muchachos sudamericanos agradecieron y se dispusieron a retirarse. Pero había un problema: no querían desairar a los directivos de "Guinness" pues quedaron muchos jarros con la cerveza. La situación se resolvió rápidamente: los acompañantes irlandeses (entre los que estaba Fergus Slattery, el célebre tercera línea de Irlanda y British & Irish Lions) bebieron toda la cerveza que había quedado, con un promedio de diez jarros por persona. Impresionante.

LA OTRA CARA. Es difícil sacar estadísticas, pero el día que comenzó el Mundial de Rugby de 1999, en Cardiff se deben haber batido los récords de consumo de alcohol. Fue la jornada en que Gales debutó en el flamante Estadio Millennium contra la Argentina, y ganó con mucho esfuerzo. Luego del partido, los periodistas argentinos nos quedamos con los Pumas, escuchamos sus opiniones y participamos de la conferencia de Prensa. Cuando dejamos el Millennium llovía y, a las pocas cuadras, quedamos asombrados. En la calle principal todos tomaban, y lanzaban las botellas a las paredes. Se abrazaban, se peleaban, caían exhaustos y procuraban más alcohol. En la puerta de un negocio célebre por sus hamburguesas, la policía detenía a unos jóvenes, que pretendieron entrar por la fuerza. Estaban completamente borrachos y no tenían más de quince años.

El fervor era masivo, exultante la algarabía, interminables los abrazos y los besos. También estaban los violentos, que agredían a los turistas que se habían trasladado a Cardiff desde distintos lados. Yo bauticé a esa jornada de excesos alcohólicos como la noche de "Aquelarre", casi una reunión de brujos.

Hemos recordado algunos momentos del rugby, donde las bebidas alcohólicas, mal utilizadas, hicieron perder la conciencia a más de uno. Pero atención: la culpa no la tienen las bebidas sino el individuo que se extralimitó. Una cerveza bien fresca, tomada en un "tercer tiempo" es un símbolo de respeto, amistad y tolerancia. Un vaso con vino no sólo ayuda a la circulación de la sangre sino que establece vínculos entre personas. El whisky, tomado con hielo, gratifica a los hombres y mujeres.

En el rugby todos se sienten cómodos con un vaso o una copa en las manos. Contribuyen a que, en los "terceros tiempos" prevalezca la templanza y se atenúen los rencores que, quizás, nacieron dentro de la cancha. Lo malo es el descontrol, especialmente manifestado por los más chicos, que se meten donde no deben.

Sí, el rugby y el alcohol son hermanos. Lo válido es que prevalezca, con la medida justa, la voluntad de compartir en armonía un momento que, desde los tiempos del mítico Baco, está asociado con el espíritu humano.

Honrar los Principios y Valores - "Orientaciones para disfrutar del Rugby"


Creemos en el principio de que el rugby es ante todo un medio y no un fin en si mismo y en el principio que afirma que es el juego del respeto.

Hace más de dos décadas, nuestro querido Veco Villegas definió con precisión este principio: “El rugby es un medio y no un fin en si mismo; es un medio para formarse, para relacionarse y para divertirse.”

Así es que entendiendo el rugby, como un medio para la consecución de otros objetivos más altos y supremos, es natural que nuestra conducta apunte a estar rodeada de una serie de atributos que hacen a nuestra esencia como club. Estos valores son:

a. Respeto

b. Amistad

c. Solidaridad

d. Honestidad

e. Humildad

f. Sacrificio

g. Superación

h. Compromiso


Respeto:

El respeto es un valor supremo y el principio más importante, porque es la base de la convivencia; es la esencia de las relaciones entre los jugadores, entrenadores, dirigentes, referís, adversarios y socios en general.

Este principio lo expuso con vehemencia el recordado Negro Iglesias: “EL JUEGO DEL RUGBY ES EL JUEGO DEL RESPETO. La reafirmación del espíritu del juego, del respeto al reglamento y del respeto a todo y a todos; es una condición determinante y fundamental para poder integrar un equipo de rugby.”

En el ámbito del rugby, el respeto es puntualidad, humildad y corrección; es sana convivencia y competencia leal; es hidalguía, mesura y corrección en el triunfo, y asimismo grandeza y reconocimiento en la derrota.

Amistad y solidaridad:

La amistad para la gente de rugby se forja en la solidaridad dentro y fuera de la cancha y sus códigos trascienden el tiempo y construyen el espíritu del juego.

Honestidad y Humildad:

El hombre de rugby (entrenador, jugador, referee y dirigente) es honesto cuando actúa conforme a los valores que predica y se muestra tal cual es. Esto requiere humildad, actitud de escucha y en el tercer tiempo mayor disposición a aprender de los contrarios que a imponer sus criterios.

Sacrificio, Compromiso y Superación:

En el rugby como en la vida, el espíritu de sacrificio no se logra con las buenas intenciones, se desarrolla haciendo esfuerzos por superarse y desarrollando la vocación de servicio, comprometiéndose con el equipo y con los objetivos del club en general.

Los tres tiempos del Rugby - Por Rene Crabos (Francia)

Rene Crabos, figura legendaria del rugby francés, definió en forma maravillosa la vida de un jugador de rugby dentro del juego a través de lo que el llamó “los tres tiempos del rugby” y dada la similitud con la forma de vivir nuestro juego en el SIC, es que queremos recordar en que consisten esos “tres tiempos”

Primero tiempo: Es el periodo que los jugadores le dedican al juego durante la semana. Normalmente abarca dos prácticas luego de los horarios de trabajo y/o estudio. El sentido de estas prácticas lo hemos resumido en dos puntos fundamentales:

1) La oportunidad de encontrarse con amigos.

2) Ponerse de acuerdo entre todos los jugadores y bajo la guía del encargado del equipo, sobre el juego que se pretende desarrollar en el próximo partido. Como se ve, el desarrollo físico no forma parte de los objetivos principales de las practicas, aunque si tienen un lugar complementario que, puede incluso realizarse en forma individual, de acuerdo a las necesidades y posibilidades de cada jugador. Este “primer tiempo” es el del encuentro semanal, el de las correcciones y el de las expectativas. Este tiempo tiene lugar tanto en la cancha de entrenamiento, como en el vestuario durante una charla de equipo y como en el bar donde, entre trago y trago, se habla libremente del juego. Un buen “primer tiempo” es la base para construir un verdadero equipo.

Segundo tiempo: Es el partido en sí mismo. Es el momento mas esperado por todos durante la semana. Es el tiempo de máxima diversión, pero también es el tiempo del desarrollo del carácter, del autocontrol y del sentido de equipo.

Durante un partido de rugby tienen lugar condiciones de adversidad que aprendemos a sortear; por ejemplo, el sentir temor no es algo malo en si mismo, lo interesante es lograr vencerlo, y esto ocurre frente al tackle, a una pelota de aire, o cuando se para un “dribbling”.

La condición más importante para encarar este “segundo tiempo” del rugby es la actitud mental. Con una correcta actitud mental hacia el juego, con seguridad se alcanzará el éxito, el que no necesariamente esta medido en términos de un resultado, sino más bien en el placer que nos reporta el haber jugado, dándolo todo por el equipo y respetando a compañeros, adversarios y referee.

El “segundo tiempo” es el tiempo de la “batalla del rugby”, que solo tiene sentido que se realice si los que participan de ella son gente educada para llevarla a cabo dentro de sus principios y tradiciones.

Tercer tiempo: Para muchos, y no sin razón, es el más importante de todos. Es el tiempo del reencuentro con el oponente y el árbitro, luego de “la batalla”. Es el tiempo del agradecimiento mutuo por haberse ayudado a disfrutar del juego. Es el tiempo del reconocimiento de alguna falta cometida y el momento de limar cualquier aspereza. El tiempo de las celebraciones, los tragos y los cánticos. Cuando jugamos en casa debemos atender a nuestros visitantes ofreciéndoles todo nuestro calor de hombres de rugby. Cuando visitamos otro club debemos aceptar lo que nos orecen. En el tercer tiempo conocemos a la persona que encierra al jugador con el que acabamos de competir duramente. Así se forjan lazos de amistad que duran para siempre. No participar del tercer tiempo es no haber entendido el juego, por más grandes que sean las condiciones exhibidas durante el partido; más aun, no se habrá gozado plenamente de la maravillosa aventura del rugby.

Durante el primer y el segundo tiempo nos preparamos para ser “jugadores de rugby” y en el tercer tiempo completamos nuestra formación para ser verdaderos “hombres de rugby”.