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domingo, 24 de octubre de 2010

A ti MUJER de Rugby - Sentido homenaje (tirando a suplica)


A ti mujer, que una tarde conociste a un joven corpulento (o no), de nariz achatada pero de increíble timidez que con su arrolladora ternura supo ganar tu inexperto y romántico corazón con el relato de ciclópeas y viriles batallas, desarrolladas invariablemente los fines de semana.

A ti, que seguramente en la sutil trampa inocentemente entraste en el extraño mundo de palabras raras, que comprobaste, no sin tristeza, que las románticas batallas de los relatos eran en campos lejanos, desolados e inhóspitos, que también viste cómo tu guerrero y sus compañeros de combate eran inclaudicables y ni el viento más frió, ni la lluvia más intensa, los detenía.
Ellos seguían corriendo detrás de ese objeto extraño de una extraña forma, con una enjundia verdaderamente encomiable, mientras tú, siempre al costado, soportabas todo estoicamente tejiendo interminables bufandas.

A ti, que luego te casaste (o no) y entendiste que la pasión de tu héroe no se circunscribía a los fines de semana, sino que para esas batallas se entrenaban dos o tres veces por semana.
Y luego traía a sus amigos a casa, gente de aspecto distinguido, que vaciaban la heladera y se tomaban hasta el pulso, hablando irremediablemente de lo mismo.

A ti, que un día escuchaste la tan ansiada frase: "no juego mas" y te sentiste embriagada por un dulce e intenso sonar de campanas de felicidad con tu hermosa cabecita de pobre ilusa, tontuela, pensaste que todo cambiaria.
Pero al llegar el fin de semana viste atónita que partía nuevamente: ahora era el árbitro o entrenador de alguna olvidada división.

A ti, que con lo relatado no termina tu "vía crusis", porque tu héroe y la vida se encargaron de darte hijos y hoy te vemos con un pichón de guerrero, versión mejorada, porque es más tirano que el anterior y ni siquiera te permite la esperanza del divorcio con tus hermosos ojos de sueños a horarios insólitos e inhumanos, siempre al costado de la cancha, perdiendo la poca dignidad que te respetaba, desgañitándote como una posesa y con la boca y el corazón llenos del nombre del pequeño que corre alegremente por la cancha siempre detrás de ese objeto ovalado que ha signado tu vida.

A ti mujer del rugby, queremos rendirte nuestro sentido pero humilde homenaje y pedirte que no nos dejes...
Porque te queremos mucho

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