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lunes, 25 de octubre de 2010

El Rugby y el Dulce de Leche - Por Nicanor González del Solar


Hace unos días leí que, un diario de Madrid, determinó que el helado de dulce de leche argentino es uno de los sabores más aceptados en el mundo y uno de los más ricos. Como buen gordo, comparto esa opinión porque, la verdad, es el único gusto que elijo, principalmente si está mezclado con chocolate.

Nosotros estamos orgullosos de nuestro célebre alimento y lo consideramos algo propio. Sin embargo, hay un escritor e investigador de los orígenes de las comidas que nos saca la creación del dulce de leche. Se trata de Víctor Ego Ducrot quien, en su libro “Los sabores de la patria” dice“… y el dulce de leche, orgullo de los argentinos, tampoco nació dentro de nuestras actuales fronteras, sino en Chile, donde se lo conocía con el nombre de "manjar blanco"…”

Verdadera o falsa la afirmación de Ducrot, yo me quedó con la versión del recordado Victor Sueiro quien, en su trabajo “Crónica Loca” da otro origen que nos satisface, donde el dulce de leche nació por una casualidad y tuvo a dos hombres de nuestra historia como protagonistas.Sueiro recuerda que “… el general Juan Galo de Lavalle y el brigadier general Juan Manuel de Rosas firmaron el 24 de junio de 1829 lo que se llamó “El tratado de Cañuelas”. Ambos eran enemigos políticos y militares pero parecían haber comprendido que era necesario detener tanta matanza entre hermanos…”Luego del acuerdo, el 17 de julio de ese año 1829, Lavalle llegó, sorpresivamente, a la estancia de Rosas en Cañuelas. Había cabalgado un largo trecho y estaba cansado. Mientras aguardaba a Rosas, vio un catre de campaña y se echó sobre él. Se quedó dormido y no advirtió que, cerca, estaban las cocineras que preparaban los alimentos. Una mulata revolvía en una olla leche caliente con azúcar, llamada “la lechada”. Aunque estaba concentrada en su tarea, escuchó un ronquido y su sorpresa fue grande cuando advirtió que, quien emitía ese vulgar sonido era el enemigo de su patrón, el diablo Lavalle. La muchacha desconocía la política y el acuerdo y, sin pensar en la olla que hervía, salió corriendo y avisó a la guardia del Brigadier. Sus gritos fueron escuchados por varios y, principalmente, por Rosas. Cuando vio a Lavalle muy dormido, sonrió y ordenó que lo dejaran descansar.La robusta mulata se dio cuenta, unas horas después, que la “lechada” seguía en la olla y no sabía qué había quedado de esa larga cocción. Se acercó y el olor era delicioso. Su olfato la empujó a probar esa cosa marrón y, para sorpresa de la dama, descubrió algo riquísimo. Después se tentaron Lavalle y Rosas y sucedió lo mismo: el alimento les encantó.De tal modo, según esta versión(aceptada, además, por Miriam Becker en un artículo publicado en el diario La Nación) el 17 de julio de 1829 nació el dulce de leche.

¿Les gustó la historia? Ahora, ¿Qué tiene que ver con el rugby? Ya les destaco el vínculo. Primero tengo que mencionar a un rugbier que, en los 60´, jugó en Old Georgian, el desaparecido equipo de los ex alumnos del Colegio San Jorge de Quilmes. Eric Kember, el “chaquito”, es hijo de un ex dirigente de la UAR, “Chaco” Kember. Un personaje simpatiquísimo que se hacía amigo de todos los que lo conocían y que, como dominaba el idioma inglés, abrió muchas puertas en las giras de los Pumas. Por ejemplo, en 1983, cuando fuimos a Australia, realizó como Manager una tarea excelente.“Chaquito” Kember, el hijo, tuvo varias actividades pero, un día, se le ocurrió algo genial. Se acercó a la heladería “Pepe”, muy conocida en Acassusso. El nieto del italiano fundador(durante 50 años produjo unos helados magníficos donde sobresalía el dulce de leche)continuó la tradición familiar, aun cuando se había recibido de arquitecto. Fue Pepe nieto, generoso y noble, quien le enseñó a Kember a fabricar helados. “Chaquito” trabajó unos meses y asimiló los secretos del helado italiano-argentino.

¿Por qué este “gringo” se transformó en un cultor del helado artesanal? Porque quería llevar el estilo argentino de este alimento a…. ¡Sudáfrica!. Había participado en giras y se dio cuenta que los “ice creams” de la tierra de los Springboks eran horribles. Imaginaba los riesgos comerciales pero siguió adelante. No sólo asimiló los secretos y la técnica de Pepe nieto sino que, además, decidió importar a Sudáfrica las máquinas argentinas para producir los helados. Quería que, en la patria de Mandela, sus helados fueran plenamente los de nuestro país .

Primero Kember se instaló en Durban, en la ciudad al lado del Océano Índico, donde hace calor casi todo el año. Su primer negocio fue un suceso y, a los pocos meses, abrió el segundo, después el tercero y… creó una cadena de helados iguales a los que preferimos en nuestra nación. ¿Cuál fue el sabor preferido por los sudafricanos? Sí: el de ¡dulce de leche!Atención: Chaquito no lo llamó “sweet of milk” o “Caramel”, como identifican este gusto en Inglaterra o Estados Unidos. No; impuso el nombre nuestro: ¡Dulce de leche!

Así, con esta curiosa asociación, el rugby se hermanó con nuestro helado preferido: el que cautivó a Rosas y a Lavalle como postre y que, gracias al talento artesanal de los italianos, es parte de nuestra idiosincrasia .¡Ah! Gracias a Chaquito Kember, desde hace varias décadas, también de los sudafricanos…

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