Logo Chamigos

Logo Chamigos

viernes, 12 de noviembre de 2010

Las historias que yo cuento - Las giras del Rugby - Por Marcelo Mariosa



Cuando escribo ésto algunos muchos amigos lectores de éstas líneas estarán en Ezeiza (aeropuerto internacional Pistarini) a punto de subir a un avión que los llevará a las tierras de los Springboks.


Me los imagino, tal como yo lo he vivido, intensos y muertos de risa, bromeando y sacándose fotos, conversando con cuanta mujer pase cerca con cualquier excusa y hasta probablemente interceptando al piloto para proponerle alguna barbaridad. Cuando uno sale de gira de rugby, sin importar la edad, la adrenalina fluye a máxima velocidad, recuerda giras de "jóvenes" y trata de adecuarse a la circunstancia del documento ... pero sólo un poco. Para algunos quizá sea su primera gira internacional y si me permiten, es probable que por fin entiendan lo que significa irse de "vacaciones de rugby" con un montón de amigos. Inolvidable. 

Hace ya algunos años, en ocasión de una invitación del seleccionado de rugby de la República Oriental del Uruguay (Los Teros), fuimos a jugar un par de partidos junto con otro equipo porteño, tanto como para hacerles de sparring a los chinos de enfrente que estaban preparándose para un campeonato sudamericano (del cual no voy a decir el año para que no sepan que camino la mitad de mi vida teórica). 

Fue hace tantos años que la manera de ir a Montevideo era el Vapor de la Carrera que viajaba toda la noche y tenía dormitorios donde 25 jugadores de mi club (más los 5 dirigentes de turno) tratamos de dormir en aquella noche de Viernes para Sábado, pero fue una tarea casi imposible, fue una noche corrida. Los muchachos del otro club, más "guitudos", viajaron en avión el sábado a la mañana. 

Poco voy a contar de los partidos de rugby que nos vieron vencedores a ambos equipos argentinos, pero hay que contar las otras cosas que pueden pasar en una gira de rugby. La primera es que hacía bastante calor, con lo que todo el mundo tomó bastante cerveza Pilsen y con ese combustible, nos íbamos subiendo a las mesas que el Carrasco Polo tiene en sus quinchados, donde se realizaba el tercer tiempo, para cantar viejas canciones de rugby. Y así como subíamos se iban deshaciendo las mesas debajo de nuestros pies. Cuando no quedaron mesas, nos subíamos a los bancos con idéntico destino.

 A los gritos por el barrio de Carrasco, a las risas por todos los rincones, también tuve un amor fugaz con una muy bella niña que terminó abruptamente en su casa y no por culpa del alcohol, pero eso se los cuento otro día. Sí puedo decir que nuestro hogar por dos días fue el Casino Carrasco y creo que inmediatamente después de nuestro paso, lo cerraron hasta hoy. A veces, cuando voy a Carrasco, lugar que me encanta, me da cierta vergüenza que alguno se acuerde lo que ocurrió hace ya 25 años. Y la verdad, fue tan divertido que merece un festejo recordatorio, asi que los dejo para mandar un mail a todos mis amigos presentes en el viaje para juntarnos a recordar lo vivido en esa gira, cosa que repetimos varias veces por año, sin cansarnos de contar una y otra vez las anécdotas del viaje, para volver a reírnos, cada vez, y como nos reiremos por años, contando las cosas que sin duda sucedieron, algunas que no pasaron y algunas otras que podrían haber ocurrido. 

El rugby es una religión donde la amistad es el credo principal. Y si tienen dudas, miren quiénes están cerca cuando nos pasan las cosas. Un abrazo

No hay comentarios:

Publicar un comentario