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sábado, 1 de enero de 2011

Desde entonces todo ha sido como en Culloden - Tornarugby



Fue en marzo de 1983. El final del invierno, que no es agradable en Londres, algo que, sin embargo, no afecta a los escoceses, a los que ni cielo encapotado ni  lluvia persistente llama la atención. Muy temprano se despereza Colin, el talonador del equipo visitante. Despierta a Iain, su compañero de primera línea, un fortísimo y compacto pescador de salmón. No se encuentra bien y le pregunta si se siente igual. El pilier derecho de Escocia le tranquiliza: son los nervios de las grandes ocasiones. Cerca, un par de habitaciones más allá, Iain, un tercera línea de Selkirk se pregunta por qué le han seleccionado esta vez para jugar en la segunda línea, si desde los ¿17? no ha metido la cabeza entre pilier y talonador. Le preocupa especialmente  su compañero, Tom, que es un debutante y buscará un consejo que quizás no pueda darle, él, que debía  jugar como nº 8, posición que ocupará John, futuro padre de otro nº 8 de Escocia. Por el pasillo comentan ya Roy y Jim las visicitudes del partido de la tarde. Roy había sido el capitán hasta ese día, pero el comité de la Scottish Rugby Union que se ocupa de esos asuntos ha decidido que hoy lo sea el pilier izquierdo. Parece lógico: creen que Roy, que es un medio de melé que a veces juega como untercera, se desenvolverá mejor sin la presión del cargo, y además Jim es un gran motivador. Claro que el primera creía que debían haberselo dicho antes. La pareja de flankers está ya desayunando: otro Jim, hermano gemelo de otro jugador, Finlay, que dará gloria sin cuento su país después de la que le proporcionará su hermano el año próximo, y David, el nº 7, el sujeto que más se concentra en el vestuario, el que afirma que lo suyo es el sacrificio del propio cuerpo. En otra mesa, porque prefieren dejarles con sus cosas a esos dementes terceras, charlan Keith, Peter, John, Jim el ala, Jim el veterano centro (no hay mucha variedad de nombres propios en el equipo) y Roger, otro ala, y se conjuran: desde 1971 no ganan en Twickenham y este año la sombra de la Cuchara de Madera pende alargada sobre ellos. 

En  el vestuario, apenas es la una de la tarde,  Colin sigue mal y ya no cabe duda de que no es sólo la emoción de la jornada, pero no dice nada. Iain, el hoy segunda, ha comprendido ya el por qué de su puesto y todos escuchan alreferee, Mr. Doocey, neozelandés, que ha pasado a explicarle los detalles de su interpretación de los agrupamientos, que ya se sabe que los árbitro de allá abajo son muy suyos. 

Ha pasado media hora, fuera se escucha ya "Pompa y Circunstancia", eso que algunos dicen que debería ser el himno propio de los ingleses, que lo de "Dios Salve" es de todos. Allá ellos, piensa Jim, el centro, lo nuestro esScotland the Brave. Y los ingleses, más fuertes, más grandes, tampoco están haciendo buen torneo: Horton, el apertura está fallón y Steve Smith, el medio de melé,  juega más como un delantero que como tal, claro que se siente más seguro con los mastodontes de delante, Gary Pierce, que se cree el hombre más fuerte de las Islas, Colin Smart -el que se tragó el bebedizo en París-,  Peter Wheeler, el gigante Steve Bainbridge, Nick Jeavons, John Scott (vaya apellido para un capitán de Inglaterra) y el jovencísimo Peter Winterbottom, el agricultor. En cuanto a los centros, Huw Davies, el galés nacido en Sussex que eligió jugar con la Rosa y Paul Dodge, uno de tantos tigres de Leicester que han servido con el uniforme blanco. En las alas el veloz Carleton, ya lejos de su mejor momento durante el Grand Slam de 1980, cuando les endosó precisamente tres ensayos a los de más allá del Muro de Adriano y Tony Swift. Atrás lo mejor de Inglaterra, el sabio y flemático Dusty Hare.

Estamos en el descanso, apenas cinco minutos sobre el terreno de juego, todos apiñados alrededor del capitán y un par de utilleros que reparten las medias naranjas y el agua. Jim, el capitán, insiste: "estamos empatados, pero podemos ganarles. Son como paquidermos, no se mueven, hay que crear espacios. Giramos las melés, salimos con Johnny, fijamos a sus terceras en el agrupamiento y a mover el balón". Todos de acuerdo, el nuevo capitán enardece luego a la tropa con un par de recuerdos sobre los casacas rojas y Robert Bruce, todo mezclado pero muy adecuado. A ellos, entonces, a por elAuld Enemy. Y sí, da resultado, el 9 a 9 del primer tiempo cambia poco a poco, y por un golpe pasado por el viejo Dusty Hare, Peter y Keitn añaden puntos al pie y Tom, el nuevo y Roy, como quería el capitán, posan dos veces: 12 a 22. La última en el la jugada final, un saque de lateral, que sale recto y fuerte de las manos de Colin, que ya no puede más, y ve como Tom captura el balón sobre la marca inglesa y lo posa en el inmediato empuje con que le arrastran sus poderosos apoyos. Ref, time! y sí, tiempo, final, victoria, éxito, preludio del Grand Slam de 1984, y Colin que no tiene cuerpo para la cena, pero va porque lo manda el código, aunque no aguanta hasta las 8 de la mañana del día siguiente, con los demás, y no sabrá hasta más tarde que lo llamarán los Lions para la gira de junio precisamente por ese partido, ni que la cuenta de todo lo que consumieron fue a la habitación de Scott, el capitán inglés, que alguien tuvo la genial idea cuando lo averiguó. 

Que poco sospechaban los audaces escoceses que sería la última vez. Los Aitken, Deans, Milne de la primera línera; Smith y Paxton de la segunda; Beattie, Calder y Leslie de la tercera; Laidlaw y Rutherford, medios; Robertson y Renwick, centros; Baird y Pollock, alas y atrás Dods, Peter, hermano mayor de otro zaguero de Escocia.

Olvidado Bannockburn, desde entonces todo ha sido Culloden en tierras inglesas.

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