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viernes, 3 de diciembre de 2010

El mejor Tercer Tiempo (Historias) - Por Marcelo Weitzman

Cómo si fuese ayer, recuerdo una gira, que acompañados con infantiles y juveniles, fuimos a algún lugar del litoral argentino.
El primer día dormimos en unas antiguas carpas, tipo Canadiense, esas en forma triangular, a la noche diluvió, fue impresionante, estábamos como 5 en una misma carpa, y las paredes empezaron a hacer agua, junto a Carlos, Peto, Jony y el Gordo, la carpa empezó a sumergirse en el fango, y el agua entraba por todos lados, parecía un bote en alta mar.
El gordo en un ataque de furia y diciendo que eran unas carpas de mierda, la rompió la hizo trizas., no paramos de cagarnos de risa, cuando al gordo le pasaban esos ataques, era más gracioso que Olmedo, Capusotto y otros tantos juntos, seguimos mojándonos toda la noche, la bolsa de dormir ,la ropa.
Al otro día, como una banda de gitanos, desplegamos la ropa mojada al sol y nos tiramos a dormir en cualquier lado, era un torneo nacional, y cuando desperté, que no sé donde estaba, había como 200 personas alrededor.
Esa misma noche jugamos un partido nocturno con el equipo local, nosotros éramos 14, ya que fuimos como acompañantes de los chicos, algunos entrenadores y colaboradores de divisiones, llegábamos a 14.
Jugamos el partido, con uno prestado, un gran partido, mucha actitud de nuestro lado, contra un juego más creativo y desplegado de ellos.
Había más de 400 personas viendo el partido, no por que fuese una gran cosa, sino por la cantidad de clubes, jugadores de varias categorías, entrenadores y acompañantes varios.
Al término del partido, fuimos al club del equipo, que nos había desafiado en la cancha, y ahora nos desafiaba con los tragos.
En esa “pulseada alcohólica”, con fernet y otras bebidas, el tanteador fue ampliamente para el local, mucho más que en el partido, después de eso y como diría Balá, y sin cambiar de andén, nos invitaron a un lugar, que decían era el paraíso en la tierra.
Se llamaba “La quinta”, nosotros, no teníamos idea de que se trataba, pensábamos que era, la quinta de alguno de los chicos, donde habría pileta y asado y esas cosas. Subimos a un par de 4×4 y otros vehículos, y nos dirigimos a ese lugar a una media hora del pueblo.
Efectivamente, pileta, asado, cancha de tenis, cancha de fútbol y en la casa, muchas luces negras y de colores.
Dentro de la casa, un grupo de hermosas mujeres, danzaba al compas de una música muy lounge, mientras ya los más pendex del equipo, estabas acurrucados con las bellas ninfas.
Había una morocha, muy delgada de ojos claros, que hizo un strep tease, todos enloquecidos aplaudiendo, me marcaron y me miró y alguien dijo, pago por ver al “Burro “en acción.
Así fue, entramos a la habitación, y en un encuentro, donde no mediaron palabras, se concretó la situación. En el frenesí de la lujuria “el gordo”, con un viejo borracho formaba un scrum.
Después de la quinta, fuimos a un boliche, donde nos servían tragos on fire, o sea con fuego, había que soplarlos, para beberlos.
Ya serían como las 3.00 de la mañana y fuimos a la disco, entre los tragos y la música, desperté en los brazos de una hermosa chica.
Besos, mimos y caricias, hablamos de cosas divertidas, me dijo que le gustaban los helados de frutilla y que de chica escuchaba los temas de “Tremendo”, también era fanática de “Pelito” un viejo programa de tv, también hablábamos de que nuestro sueño sería ver al “Coyote “atrapando al “Correcaminos”.
El boliche cerró acompañe a la chica a su casa.
Llegamos al lugar donde nos hospedábamos en esa ciudad litoraleña, la puerta estaba cerrada y abrían recién a las 10, varios prefirieron pernoctar en un hotel.
Yo me senté en la vereda y desperté a las 12 del mediodía, acostado  en la vereda, cuando un policía me despertó.
Pasaron muchos años de esta historia, tal vez mis compañeros puedan atestiguar, pero nunca supe si fue realidad o lo soñé. ¿Qué creen?




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