Los jugadores de hoy no toman real conciencia de lo que era el rugby hace treinta años. Porque les cuesta entender de todo lo que carecíamos. Mi hijo único y favorito me preguntó con cara de preocupación y desesperación, cuando yo intentaba explicarle que cuando yo (nosotros) éramos chicos no había computadoras, "entonces cómo hacían ustedes para divertirse".
Todavía me hace reír el comentario. Ya hemos dicho mil veces que antes el agua era mágica y bendita y hasta la aparición del spray frío, era lo único que había. La pelota pesaba kilos los días de lluvia, o el cuero se gastaba y era muy difícil manipularla. Las camisetas pesaban horrores. No había médico (algún familiar quizá) ni ambulancia. No había cambios (o sea sólo se cambiaban los quince que jugaban).
Y los gajos de limón eran parte del entretiempo. Pero eso es casi una pequeña anécdota cuando pienso en la tecnología. Hoy, si vos querés entrenar juveniles, tenés que hacer el curso de la IRB y además tener todos los videos de la Unión Australiana y saber las reglas actuales, probables, futuras y las que se están implementando temporalmente para poder tener una conversación de rugby con los muchachos.
Antes, los pibes hacían lo que el entrenador pedía y nadie preguntaba nada. Yo siempre digo que hace años, el concepto era pasar la pelota al wing para que tuviera espacio para avanzar y si podía esquivar al adversario para hacer un try. Pero no sabíamos más que eso. La pelota afuera y seguimos con los gordos. Ahora tenés que tener una explicación técnica, táctica y psicológica deportiva para explicarle a los postpúberes los motivos por los cuales tienen que hacer tal o cual ejercicio.
Los mocosos se suben a YouTube y se bajan los videos técnicos que se acaban de subir, los discuten por Facebook y conversan vía Twitter con Dan Carter o Schalk Burger, consultándolos por tal o cual jugada que hicieron el día anterior en un partido. ¿Y nosotros? Nosotros leíamos los resultados que apenas ponían, y los más fanáticos como quien ésto escribe, recibía por correo una revista inglesa (Rugby World) que apenas podía leer, y veía algún que otro partido en forma de película que acertaban a mandar a los clubes.
Así es que vi el famoso try de los Barbarians Británicos a los All Blacks (1973), cuando en un contraataque que nació de un kick across en contra (¿vieron? ahora el kick across no existe más) y que recibió Phil Bennet y terminó, en un fluido intenso de pases y cambio de velocidades, en el try de Gareth Edwards en el ingoal neozelandés. Eso fue todo lo que pudimos ver por años. Luego aquél partido que perdimos sobre la hora con Galés allá en 1976.
Yo a veces tenía miedo de que, de tanto ver el try de Gareth Edwards, que era casi lo único que tuvimos para ver por años, un día viendo el video, se patine Phil Bennet, o se le caiga la pelota a Quinnel y entonces, en ese video, el famoso y hermoso try termine siendo un scrum sin pena ni gloria. La verdadera gloria era que el amor hacia el rugby era más que todo lo que nos faltaba y yo, por lo menos, no tenía ni idea de todo lo que adolecía.
Ahora los dejo, tengo que ir a analizar unos videos, usar el software de revisión de juego y presentar las estadísticas del partido del sábado, aunque en el fondo sigo rezando para que aquél try de los Barbarians siga siendo try.
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