Han pasado ya 28 años desde la primera vez que lo vi a Tito Fernández en mi vida, en aquel momento no tenía la menor idea de quien era y me imagino que tampoco tenía idea de los muertos que le tocaría entrenar ese año en Quinta División.
Éramos un grupo muy particular, pero poco a poco se fue encargando de despertar nuestro interés por el deporte, pero sobre todo por el grupo y por el club. Al siguiente año, la cosa ya tenía otro color, a pesar de las palizas que nos daba en cada entrenamiento junto al negrito Torres, su complicidad fue creando un ambiente de grupo que aún perdura, a pesar de que varios estamos desparramados por diferentes latitudes.
Al subir a Menores de 19 y juntarnos con Martín Ferrario, Juampi Foresti y Gildo Piccardo su trabajo en los últimos dos años se comenzaba a notar. La llegada de los Pulido desde el Colegio San José y de Daniel Corrales desde Muni, no solo incrementaba el nivel deportivo sino que comenzábamos a sentirnos un grupo de amigos que compartía el club de una manera especial de la mano del Gordo junto a Caleque Firpo, de quien guardo un gran recuerdo. Corría el año ‘83 y varios comenzaban a subir al primer equipo, entre ellos un joven Marcos “Peruano” Casani, que con 17 años ya mostraba su coraje jugando de hooker contra cada animalito que no se imaginan.
Fue al siguiente año, con Tito de entrenador del primer equipo, donde el cambio generacional se intensificó para suplir los retiros de muchos jugadores importantes, como el gran Marcos Iacchetti o el Loco Deymonaz, comenzaban los momentos difíciles y ese año nos salvamos por los pelos.
Fueron momentos duros, entre los años ‘86 y ‘92, solo rescato la alegría del ascenso del año ‘88, pero en general el club vivió situaciones complicadas, el incendio del quincho con toda su historia dentro, las tragedias de Marquitos, Papuy de Carlucho junto a toda su entrañable familia, fueron situaciones que pocosgrupos humanos pueden superar.
Pero hubo algo que nos mantuvo unidos y fuertes contra la adversidad, algo que los grandes encabezados por Tito, el Negro Fernández, el Tío Comotto y muchos más hicieron que se convirtiera en la piedra filosofal de nuestro juego y de nuestro club, el espíritu de cuerpo.
Y eso es lo que nos ha llevado al éxito, algo que solo se accede con un alto grado de lealtad a una filosofía de club, con unos principios muy sólidos transmitidos de generación en generación por muchos de los nombrados y otros que aunque no salgan ni en los diarios, ni en los reportajes han aportado muchísimo a esta historia.
Quizás el reflejo más notorio de este éxito, es que este año los 3 equipossuperiores han llegado a las semifinales de sus respectivos torneos, la Pre perdió con Alumni por muy poco y la Intermedia le gano al CASI en semifinales y en una dura final marcada por la lluvia torrencial, nada menos que al SIC en la zanja.
Al leer la alineación en la final, veo nombres de chicos ya hombres que marcaron la historia de este equipo desde el año ‘96, donde quedamos a un paso de salir campeones en intermedia y donde el Toto Fernández Miranda ya comenzaba a ser el gran conductor que es hoy, con Ale Castelli, el Alemán Larre, el Chori Grande y un Diego Liberato enorme como jugador y como entrenador de aquella Menores de 19 que nos visitó en Barcelona con varios integrantes hoy del Campeón de la URBA, entre ellos Tomás Di Franco, el Tito Díaz Bonilla y Severiano Escobio.
Han pasado 28 años desde que lo conocí a Tito Fernández, gracias a él y a muchos otros, comencé a disfrutar de este deporte y de mi querido club, a lo largo de estos años y sobretodo los últimos, viviendo tan lejos de Torcuato, he comenzado a valorar mucho más todo lo que encierra esta locura de pertenecer a Hindú, una locura que encierra mucho más que resultados deportivos, encierra lo más importante que nos deja este deporte: La amistad y las vivencias que perduran más allá del tiempo y la distancia.
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