Logo Chamigos

Logo Chamigos

sábado, 30 de abril de 2011

Gonzalo Longo dejó sus enseñanzas en Aranduroga

Aranduroga RC vivió dos jornadas intensas de capacitación de primer nivel. Con la presencia de Gonzalo «Chalo» Longo, Eduardo Meyrelles y José Esnaola, reconocidos entrenadores y ex jugadores del San Isidro Club y de la Seleccion Nacional de Rugby.

Los mismos realizaron en la jornada del lunes unas charlas para entrenadores en el Hotel Guaraní con el objetivo de asistir técnica y experimentalmente al plantel de entrenadores y de jugadores.

Por la tarde noche, se trasladaron al Club, en el predio camino a Santa Ana donde realizaron entrenamientos con los Menores y el Plantel Superior.


En tanto que por la noche la Comisión Directiva junto a los invitados especiales ante la prensa realizaron el lanzamiento de la nueva camiseta del club.


El miércoles por la mañana tuvieron una reunión con entrenadores del Plantel Superior en el Hotel Guaraní.


Y por la tarde la jornada de capacitación con una reunión con entrenadores y colaboradores del rugby Infantil en el Salón Azul del Hotel Guaraní con Eduardo Meyrelles y José Esnaola.
A la tarde desde las 14, el Ex Puma «Chalo» Longo realizó un entrenamiento con los forwards de los planteles de Menores de 18, Menores de 23 y del Plantel Superior en la cancha principal del club. A las 20 se realizará el último acto de las jornadas, entrenamientos con M13 - M14 - M15 - M16 - M17 y M18 en el club con Eduardo Meyrelles y José Esnaola.


VISITA DE LUJO


«La verdad como siempre muy grato venir a Corrientes, por el recibimiento de la gente, como nos tratan» así se mostraba agradecido el Ex Puma Gonzalo Longo en su visita a Corrientes.

El hombre del SIC, en contacto con el único medio presente,www.tiempoderugby.com, manifestó que la intención de esta visita es «transmitir principios del rugby, un poco la experiencia y cuestiones técnicas del juego y organización de equipos o del club» Y agregó que «vamos a hacer dos practicas para ver algunos aspectos del juego, aunque en dos prácticas no se puede ver mucho, pero servirá para tener un pantallazo y corregir acciones esperando que les sirva al club».


Por último dijo que « quizás podemos volcar un poco de la organización y la forma de ver el juego que tiene uno a través de los años, ver los detalles que hacen al juego en sí».


Polo en el Rugby - Por Marcelo Mariosa

En las historias de mi tierna juventud, ya he contado repetidas veces que a mis dulces 16 ya tenía cierto volumen corporal y jugaba, con un año menos, en la cuarta división dominguera de las 10:45 (maldita hora) y también al mismo tiempo en la reserva B que jugaba los gloriosos sábados a la tarde, cuando el club estaba lleno de gente, justo lo que a ellos les costaba conseguir para completar el quince que ingresaba a la cancha.

La reserva A era buena, pero la B no le andaba lejos, el problema era que no siempre juntaban los quince y en aquellos años no había cambios. En ese equipo de enormes amigos es que marqué el primer try de mi vida (los de infantiles no se cuentan) y también siguiendo a los amigotes haciendo las primeras barrabasadas típicas y razonables para la edad. 

Eran años bravos pero recuerdo que apenas tenía 17 cuando íbamos a Marrakesh en Buenos Aires (Maipú casi Marcelo T. de Alvear, en el subsuelo) o a Mau Mau (en la curva de Arroyo) con esos queridos y extrañados amigos que ya tenían más de 20 años, y yo me colaba en las jodas, los bailes y la noche incipiente. Polo, mi querido amigo Polo, era (es) un segunda línea liviano, casi un tercera línea de peso, que saltaba en el line y que jugaba aceptablemente. Pero no era esa su mejor virtud. 

Dueño de una facha de esas que las señoritas hacían cola para esperar que la anterior no fuera aceptada, y también de una voz envidiada por muchos cantantes famosos, Polo era nuestro ícono ganador de donde nos colgábamos los pobres para comer las migajas que dejaba su paso, es decir, las señoritas que quedaban cerca, y había que laburar y mucho con la palabra y los hechos, para compensar al modelo que era nuestro amigo. Y hubo suerte muchas veces. 

Debo confesar a la distancia que tal como se dice, en la guerra y en el amor todo vale. Entonces más de una vez hube de rebajar la imagen de mi querido amigo con el objetivo de que la damita prefiera a este pobre forward simpático y veloz en lugar de ese funesto muchacho que desecha a las chicas como si fuera papel higiénico. 

Juro que no fui tan cruel, pero a la sombra de Polo había que laburar y duro para ganarse el pan ... digo, las chicas. Hemos salido mil noches, hemos cantado cien más. Algunas veces, en algún piringundín de San Telmo, haciendo un dúo que el maestro gentilmente me regalara para poder convencer a nuestras acompañantes que yo también era un plato apetecible. Los años pasaron y nos seguimos juntando y jugando. Y aunque mi espalda ya me haya obligado a decir basta a jugar el viejo fútbol de la ciudad de Rugby, los amigos siguen estando, porque la amistad que se forja en una cancha de rugby supera las barreras y los años. Y sólo cuando cumplís algunos cuántos años podes darte cuenta de todo lo que el rugby y su entorno te han regalado: parte de tu esencia, tus códigos y tus amigos.

Menudo regalo. Gracias Polo por tu amistad, por tus canciones, por el rugby y por algunas chicas que no llegaron hasta tus manos pero que supieron quedarse con ese muchacho bueno y simpático que vendría a ser yo. Algunas veces, casi sin darme cuenta, me encuentro cantando canciones por lo bajo. "Americaaaaaa" dice mi voz, casi en cero. "Un inmenso jardín, eso es América" ... ahora es la voz de Polo que suena en mis oídos, pero del lado de adentro. "Cuando Dios hizo el Edén, pensó en América". 

Ahora cantamos juntos, abrazados, como en tantos terceros tiempos, como tantas veces.


viernes, 22 de abril de 2011

Chamigos SOLIDARIOS

Desde sus inicios, Chamigos basó todo su crecimiento en los principios del Rugby, esos mismos que nos inculcaron desde chicos nuestros maestros en los clubes, en cada entrenamiento, en cada charla.

AYUDAR, es uno de esos principios y en la medida que nuestra Agrupacion, crece y se consolida, va teniendo mas y mas fuerzas no solo dentro de una cancha sino fuera de ella tambien, sobre todo cuando se debe ayudar a los mas necesitados.

Acompañar a la Municipalidad de Corrientes a desarrollar el Programa ACCION BARRIAL, es un gran desafio y honor para cada integrante de esta Agrupacion, mas si debemos ENSEÑAR RUGBY que es lo que tanto nos apasiona.

El dia 08/05 desde las 15 a las 18 hs, en el BARRIO LA OLLA, esperamos a todos los CHAMIGOS y a quienes quieran acompañar en esta cruzada, a hacer FELIZ a los mas chicos con una ovalada y esperando aportar ese granito de arena desde el corazon.

FUERZAS CHAMIGOS !!!!! 


sábado, 16 de abril de 2011

El entrenador exitoso - 1º parte


La primera inquietud que debemos resolver respecto de esta cuestión, es establecer y precisar con claridad cuando un entrenador alcanza el éxito, es decir, cuando un coach puede sostener el rotulo de exitoso.

No hay duda de que el éxito no esta dado por las victorias o derrotas en el ámbito deportivo, sino que - estrictamente - esta relacionado con el cumplimiento de los objetivos o metas, que como conductor de un grupo propone y plantea frente sus dirigidos.

En ese sentido, el entrenador emparentado con el éxito, es aquel que ha cumplido todas sus metas u objetivos.
Así, aquel que ha conseguido que un equipo comprometido seriamente con el descenso haya podido salvar la categoría, puede incluso a haber conseguido el éxito sin rodearse siquiera de victorias.

Incluso, el éxito debiera traducirse en satisfacción en lo que se hace y mejora en el rendimiento deportivo.
Pero, aún más, ese éxito en nuestro campo amateur, puede no medirse por resultados, sino por consignas que van más allá de la tabla de posiciones, e incluso fuera del deporte mismo.

En las divisiones infantiles y juveniles, un entrenador que les entrega a sus jugadores las herramientas para progresar en el deporte y también fuera del él, esta haciendo una contribución mucho mayor a la que pudiere hacer aquel que los ayuda a levantar una copa.

Rainer Martens en su libro "El entrenador" menciona que “un entrenador exitoso es mucho más que un entrenador que conduce a su muchachos al triunfo”. Hay, en última instancia, una faceta extradeportiva que es incluso más relevante, porque los entrenadores de éxito no solamente están circunscriptos a enseñar las aptitudes y técnicas del deporte, sino que exceden ampliamente ese ámbito.

Para convertirse en un entrenador eficaz y exitoso, habrá que centrarse en el proceso, y no en los resultados, pues estos últimos son tan solo una consecuencia.


El SIC se entrenó con Fernando Parrado



El martes 12 de abril el San Isidro Club tuvo el gusto y el honor de recibir a Nando Parrado, uno de los sobrevivientes de la tragedia de Los Andes.

Más de 1700 personas pudieron disfrutar de un relato que leído de un libro o visto en una pantalla de cine, es impresionante… pero cuando alguien lo cuenta en primera persona, es emocionante.

Así como también lo fue cómo captó la atención del enorme auditorio, el recuerdo de su madre y de su hermana –que murió en sus brazos-, la muerte de sus tres mejores amigos, las noches, el frío, el hambre y la sed, los aludes, el sentirse abandonados porque ya nadie los buscaba.

Pero uno de los temas que asombró y emocionó fue la entereza con que logró aceptar que si bien él había invitado al viaje a su madre y su hermana, si bien él aceptó cambiar el asiento dejando a su amigo en la ventana, al final no era culpable de lo que había pasado. Simplemente (aunque poco tiene de simple) las cosas habían ocurrido de esa manera y no de otra. Él no fue víctima de su historia, así como tampoco -y lo repitió en reiteradas oportunidades- quiso ser un héroe. Pero así fue.

Todos los presentes vivimos con tensión y asombro el detallado relato de los 80 kilómetros que recorrió hasta encontrarse con el arriero. Un recorrido que contó con lo que quedaba de aliento y un enorme corazón que empujó a cada momento, acompañado de una frase: "ya llegué hasta acá, yo no vuelvo"

Emocionó escuchar el recorrido en el helicóptero, cuando el piloto le preguntaba si estaba seguro que ese era el camino, y nando no dudaba. Aunque la tripulación trataba de entender como habían hecho esos chicos para sobrevivir en ese lugar y luego recorrer esos terribles 80 kilómetros.

Y al volver, nando enfrentó una batalla inesperada, durísima. Su soledad se hizo inmensa cuando sus amigos sobrevivientes se encontraron en Uruguay con sus familias... pero él había dejado a su familia en la cordillera.

Fue culminante la parte en la que luego de referir todas las situaciones límites que le había tocado vivir, ya recostado en su departamento alquilado en Montevideo, decidió erguirse para enfrentar la vida, con amor y en la búsqueda de una familia –y vaya si la logró-; y lejos de las drogas y el alcohol, como se ocupó de remarcar.

Una enorme enseñanza de vida, para todos; para chicos y para grandes.

El SIC quedó en estado de emoción pacífica.

Gracias Nando.

viernes, 15 de abril de 2011

Aquel ensayo de Serge Blanco (Francia)



Ver el número de tu adversario es mala señal. Rota la línea de defensa, se agita cadenciosamente con el balanceo de unos brazos que llevan el balón más allá. Más allá de tu posición, más allá de tu alcance, a la marca, como en el caso de Serge Blanco en ese partido. El de 1987 entre Australia, anfitriona, y Francia, mejor equipo del norte. Qué partido, no por visto mil veces, menos fabuloso. El que ganara iba a la primera final del innovador torneo que, urdido por australianos y neozelandeses, en clubes de paredes forradas de madera y butacones de cuero, tintineando los hielos en el jugo de malta (sólo, naturalmente)  iba a revolucionar el deporte de Ellis.

Fue el 13 de junio de 1987 (yo tenía un exámen final ese día, creo que de Hacienda Pública, eso lo he olvidado, y puedo asegurar que sacrifiqué alguna décima, quizás un punto de la nota, por acabar e irme a verlo, que la diferencia horaria jugaba en mi contra). En el Concord Oval de Sidney, cuando los estadios no llevaban el cambiante nombre de un patrocinador y cuando TVE respetaba este deporte. Eran favoritos los locales, pero el corral que regentaba le petit Napoleon, Jacques Fouroux, guardaba gallos de pelea de pura raza, todos del sur del Hexágono, salvo ese chico que tuvo las agallas de debutar el otoño anterior frente a los All Blacks, el parisino Frank Mesnel. Los demás, una colección de vascos, landeses, occitanos: Patrick Lagisquet, el expreso de Bayona, Serge Blanco, el francovenezolano de Biarritz, Didier Camberabero, de Béziers, Phillipe Sella, de Agen, Denis Charvet, de Toulouse, Pierre Berbizier, de Agen, igual que el talonador Daniel Dubroca y el tercera Dominique Erbani; el pelotari Pascal Ondarts, de Biarritz también, como el enorme segunda Jean Condom; Jean-Pierre Garouet, de Lourdes, Eric Champ, de Tolón, Alain Lorieux, el director de un camping en Aix-les-Bains y  Laurent Rodríguez, el poitevin afincado en Monferrand.

Los australianos llegaban al partido más confiados, habían ganado todo con holgura (los franceses cedieron un empate con los escoceses en la primera fase) y su juego estaba siendo brillante, bajo la batuta innovadora de Nick Farr-Jones y de Michael Linagh, aun dos jovenzuelos creativos e impertinentes entre palos y palos. Les acompañaban el fortísimo Tom Lawton, talonador, Cameron Llillicrap y el veterano Andy McIntyre, pilares; los gigantones Steve Cutler y Bill Campbell en la segunda línea y Troy Coker, Jeff Miller y Simon Poidevin en la tercera, con Brett Papworth, Andrew Slack, que los capitaneaba, Peter Grigg y el millonario en ciernes David Campese atrás. Hasta seis veces cambió el marcador de dueño si bien algunos intuimos que los franceses se iban a llevar el partido: cuestión de fe y dientes apretados. La primera melé vio a los Wallabies recular y decisivo fue aquel ensayo de Alain Lorieux, pura fuerza, robando el balón al saltador de la corta y cargando en la esquina, arrollando a Lawton y a Farr-Jones, con Rodríguez y Dubroca y Garouche detrás, expectantes. Por lo demás, la carrera por la banda de Lagisquet, inalcanzable, zancada abierta y maillotazotado por el viento; Sella, por el centro, contrapie y potencia, evitando la "francesa" desesperada del primera McIntyre, recurso último de la defensa rota, y Blanco, Blanco, al final, con el tiempo suspendido, el aliento contenido y los ojos desorbitados. Un contrataque, (...a suivre!) mil apoyos, izquierda, derecha, vertical, horizontal, Lorieux noqueado, Rodríguez exhausto, y el 15 grabado a fuego, indeleble, en la retina de Slack y Lawton.C'est formidable. L'essai est accordé... exclamaban Albaladejo y Courdec, los antiguos internacionales del Gallo reconvertidos en la más animada pareja de comentaristas televisivos. Exultantes, enloquecidos, anunciaban que les Bleus llegaban a la final. Allí sería otra cosa. Pero los cánticos de los franceses, ya vacío el estadio, durante una hora antes de retirarse al vestuario, demostraban que su objetivo estaba conseguido.


El Viejo - Por Marcelo Mariosa

Todos los amigos leyentes sabrán, a estas alturas, que hace poco se nos ha ido otro amigo, en la provincia de Córdoba. Y muchos hablaron de los análisis obligatorios para poder jugar. La vida es un pequeño regalo que todos recibimos y que debemos atesorar.

Algunos queridos amigos, por diversas y dolorosas razones, han decidido abandonarnos antes de lo previsto y se fueron sin más ni más. Los que estamos por acá, todavía, sabemos de lo inexorable que es terminar la vida y que no hay análisis o chequeo que te garantice nada, pero sin dudas te ayuda a saber si tenés "con certeza" que parar con la actividad física, so pena de que aumente las probabilidades de que nos pase algo antes de lo deseable.

Ha habido muchos casos como el de Juan Migliore, que jugando en primera y con 21 años, una lesión terminó con su vida. Yo siempre digo que debemos cuidarnos para que ese "extra" que se nos regala que es jugar el rugby a una edad donde nuestros abuelos o padres apenas podían moverse, es como una obligación. Jugadores de nuestra edad deben saber que hay que cuidarse diferente que jóvenes de menos de 30, que hay que descansar todo lo necesario (y si no es posible, es mejor hacer el asado, pero no arriesgar el físico), si uno está enfermo debe quedarse en la cama (ya no tenemos 20 años que jugábamos con fiebre), hay que alimentarse adecuadamente para esta etapa de la vida (y no mandarse una pizza entera, sin medir lo que ingerimos) y saber a ciencia cierta si tenemos riesgos altos y posibilidades de que nos pase algo jugando el amado deporte de la pelota oval. Yo sé que hemos jugado "rotos" y enfermos, cortados y con diferente "nanas", pero ahora es tiempo de cuidarse, porque estamos aprovechando tiempo extra, usando un regalo, y no hay que excederse.

No tenemos que recuperar tiempo perdido (sobre la cancha) sino aprovechar este presente hermoso que es poder entrar a un vestuario, atarnos los cordones de los zapatos de rugby (para algunos eso ya es mucho, poder agacharse) y salir a la cancha a disfrutar con amigos con diferentes camisetas. Un día entré a un vestuario y un compañero y amigo estaba sentado en los bancos de ese club, quieto y en silencio, mirando el piso. le pregunté qué le pasaba y no me respondió. Me senté a su lado y vi que estaba llorando, levemente. Le puse la mano en el hombro, sabiendo que había pasado por lo que se creía un cáncer terminal, muchos meses de cama, quimioterapia y mucha esperanza perdida.

Sólo me dijo: -"Creí que nunca más iba a cambiarme para jugar rugby"- Para todos nosotros el juego y todo lo que lo rodea es algo mágico. Pero comprendan sus límites, no sea cosa que esa magia, alocada y sin control, nos haga desaparecer.


jueves, 7 de abril de 2011

Los Quinnell - Gales

En mayo de 1978 fue portada del Rugby World, la conocida publicación que luego iba a ser Rugby World & Post bajo la dirección de Nigel Starmer-Smith, para recuperar unos años después su denominación original, Derek Quinnell, tercera línea, a veces segunda, galés y fundador de una pequeña dinastía de jugadores: Scott, Craig y Gavin.

Derek, el padre, tuvo más fortuna que sus hijos, sin embargo: fue parte de la generación de oro de País de Gales y jugó con los Bennett, Edwards, Davies (Gerald y Merwyn), Gravell, Price, Faulkner y ambos Williams, por citar solamente a algunos. Fue, además, el primer jugador que vistió los colores de los British Lions en test-match sin haber sido internacional con su país, lo que sucedió en la gira por Nueva Zelanda de 1971. Con esa vitola tuvo que debutar, desde luego, durante el V Naciones del año siguiente, y así lo hizo, sustituyendo a Merwyn Davies en el partido que enfrentó a los galeses con los franceses, en Arms Park. Reunió un total de 24 caps, lo normal en aquellos años, y tres giras con los Lions, con cinto tests en total. Y sepan que dio uno de los pases que propiciaron en enero de 1973 el famoso ensayo tempranero de Gareth Edwards frente a los All Blacks en el partido en que ambos vestían la camiseta de los Barbarians. Como narró Cliff Morgan, el comentarista y antiguo internacional galés:

"Kirkpatrick to Williams. This is great stuff. Phil Bennett covering, chased by Alistair Scowan. Brilliant! Oh, that's brilliant! John Williams, Brian Williams, Pullin, John Dawes. Great dummy! David, Tom David, the half-way line. Brilliant by Quinnell. This is Gareth Edwards. A dramatic start. What a score!"

Si su década fue la de los 70, sus vástagos irrumpen, lógicamente, en el rugby internacional en los 90. El primero Scott, pasó por ambos códigos, el nuestro y original y el de los separatistas del norte con Wigan, y en ambos lució los colores nacionales de Gales. Naturalmente volvió al código original con el poderoso caballero que es don dinero, en 1996. Su club, como el de su padre, fue el Llanelli RFC, hoy apellidado Scarlets por aquello de la mercadotecnia, con el que jugó hasta 1994, año en que sacó a la  delantera del Dragón del letargo que sufría desde 1988, al menos, y consiguió aquel portentoso ensayo que anotó frente a Francia en la esquina del fondo sur, desde donde se veían aquellas casas bañadas en hollín que no sobrevivieron al reluciente Millenium Stadium


El hijo pródigo volvió a la fe verdadera en 1996, decía, pero eligió Richmond, en Inglaterra, experimento de millonario que fracasó y arruinó a un club centenario que dejó a la institución en quiebra y siete u ocho categorías por debajo de la Premiership. Scott, quesolamente jugó de tercera línea, regresó en 1998 a Cardiff, donde acabaría su carrera con los Dragones en 2004 y con su club en 2005, como uno de los mejores "rojos" de todos los tiempos, al decir del mismísimo Phil Bennett.

Craig, el mediano de los Quinnell, fue un buen segunda línea. Más grande y fuerte que su hermano mayor, le superaba en cinco centímetros y quince kilos (198 cm por 130 kg) y coincidió con él en la selección galesa desde 1995 a 2002, para un total de 32 caps, veinte menos que Scott. Tampoco fue Lion, como su padre y su hermano, pero sí pieza clave en una renovada delantera que junto a la fuerza de los Quinnell contaba con el dinamismo de Charvis y Williams. Lo cierto es que no cabe comparar a uno y otro. Craig fue un bastión inexpugnable en el juego cerrado que entendía mejor que su hermano la guerra subterránea, lo que le costó más de una visita al sin bin. Sin embargo, ello no era óbice para que aprovechara su masa con demoledora eficacia cuando le llegaba un balón con espacio para correr, tanto con Gales como con sus clubes (pasó de Llanelli a Richmond con su hermano en 1996 y más tarde sirvió en Cardiff, Saracens, Worcester y de nuevo Cardiff Blues).

El menor de los Quinnell, nacido en 1983, es el hermano de mayor envergadura (201 cm y 138 kg), el único que no ha sido internacional absoluto (jugó con los sub 21 galeses) y ya con pocas probabilidades de serlo, a pesar de reunir las misma cualidades que Derek y Scott, quizás más versátil aún, y desde luego con la misma capacidad de motivación que exhibía el patriarca. Ha jugado para Llanelli, Worcester, Viadana y de nuevo para losScarlets, hasta que una desgraciada lesión le hizo perder la visión en un ojo hace seis meses, asunto este que ha trascendido a lo deportivo e investiga la policía local por un presunto delito de lesiones.

Familia rugbística la de los Quinnell, y de suerte diversa, ya se ve por los hermanos menores  (Craig lo dejó por una lesión de cervicales) pero que ha dado momentos de gloria al rugby y a País de Gales, llevando con orgullo el testigo de la fe de los valles del sur.


viernes, 1 de abril de 2011

Las Magnolias - Por Marcelo Mariosa

Mi abuelo materno, a quien yo no he conocido, tenía unas tierras en Baradero que en una época servían para cosechar algunas cosas. El campo del abuelo era un lugar alejado de la mano de Dios, la ruta a Rosario, luego otra ruta (la 191) hasta Doyle y después unos diez kilómetros de tierra después de una curva y habiendo pasado un río.

El campo se llamaba (y se llama) Las Magnolias, y alguna explicación tendrá. Estimo que tiene unas 100 hectáreas, quizá un poco menos, y llegar, sobre todo en los días de lluvia, era algo serio y preocupante. Las Magnolias fue, hace algunos años, el destino de un equipo de rugby de señores mayores como nosotros, que pasó a llamarse, graciosamente, Los Magnolios, y cuya vestimenta era de un blanco purísimo (casaca y pantalón) y un escudo que era una magnolia.

Las medias eran las del club de cada uno. El equipo era una fiesta. Casi no había tres cuartos, por lo que teníamos dos problemas: uno, el handling. El otro, la cantidad de comida (en general los delgados tres cuartos comen escasamente la mitad que los luchadores forwards). El gordo Petaca era el apertura (su sueño de pibe), justo él, que nunca había dejado el puesto de pilar derecho. Casi todos los puestos eran ocupados por vigorosos forwards excepto los alas que eran casualmente los únicos dos tres cuartos del equipo.

Armamos una cancha en el campo, en una de las esquinas por donde pasaba el camino de tierra y levantamos una especie de tienda de campaña donde se hacían los terceros tiempos. De repente y de la nada llegaban 25 o 30 autos, los jugadores y sus familias, y la esquina de Las Magnolias se convertía en una especie de Unicenter un sábado de lluvia a las 5 de la tarde. Como teníamos problemas con los baños, hubo que improvisar con lonas y una camioneta abandonada. Las duchas eran bidones enganchados en palos y las haches eran unos caños de 8 que quedaron torcidos, pero daba como para despuntar el vicio.

Duró poco. Las señoras se quejaban de lo inhóspito y empezaron a no ir. El frío y la falta de un lugar acogedor ahuyentaron a otros. Un buen día ya no juntamos 15 o los contrarios se rehusaban a llegar tan lejos por tan poco. Y se acabaron Los Magnolios. Todavía queda en pie una de las haches y la camioneta esta en el mismo lugar. Si llegan a andar por la zona y se atreven, podrán ver los despojos de un sueño que fue cumplido, y que un día terminó. Bah, terminó. Los Magnolios siguen existiendo, y se entrenan el segundo jueves de cada mes en un restaurante español de Palermo, todos unidos, disfrutando la amistad que no se extingue, aunque el rugby "juego" haya pasado. ¿No les ocurre a ustedes?