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viernes, 19 de noviembre de 2010

Oda a los Capitanes - Por Marcelo Mariosa (Tirasaca)

Algunas veces, los jugadores mayores no saben cuánto les deben a los "capitanes" de sus equipos, los tipos que se hacen cargo de armar los partidos del año, llamar a todo el mundo para asegurar presencia a pesar de los decenas de mails que se cruzan durante la semana.

Es que los señores mayores solemos ser más difíciles que los chicos, que son obedientes y no tienen responsabilidades. Y entonces suele pasar que uno, a pesar de las enormes ganas que tiene de jugar y/o de juntarse con los amigos, es probable que un hijo, la mujer o hasta la suegra se enfermen y ese fin de semana genial se transforme en una desgracia. 

Ni que decir cuando la "patrona" no esta muy de acuerdo con este marido deportista que le tocó, porque (según ellas) ya se bancaron muchos años de rugby (y no saben que todavía falta mucho) y encima uno cae un domingo cualquiera con la rodilla hecha un bollo y con destino quirúrgico. Mamita querida. 

En muchos de los equipos que conozco, si el capitán elegido se "cae" por algún problema, es muy probable que nadie levante la bandera y tomar ese trabajo adicional que representa armar el equipo, que nadie se ofenda, que el tercer tiempo sea razonable en comida y precio, que los regalos para los visitantes estén listos y que nadie falte. 

Yo sé que muchos ayudan, pero el capitán viene a ser como el Auditor General y a la vez el Gerente Responsable del área. Pero sé de un equipo que no sólo tiene una comisión para cada actividad, equipos de llamadores, encargados de giras y de cada cosa que pudiera ocurrir a lo largo y a lo ancho del año deportivo. Son esos mismos que dos por tres se juntan para votar democráticamente y tienen más diferencias que Obama y Bush entre ellos. 

Pero a la hora del silbato, todos corren detrás de la pelota y se olvidan las diferencias. A cierta edad, uno ya quiere disfrutar de las mieles del rugby (si es que el físico aún se lo permite) y que nada malo pase, que la comida sea agradable, que todos estén bien y que nadie se enoje. Para pelear por los puntos hay una edad, para entrenarse como locos también. Y si hay cientos de locos que se juntan a jugar un "fulbito" todos los fines de semana, por qué no nosotros no podemos jugar a nuestro querido deporte, unos decibeles más bajo que cuando era por los porotos, divertirnos como locos y juntarnos con los amigos de siempre o nuevos amigos que se suman a compartir la dicha del viejo juego. 

Si alguno de los lectores conoce a algún jugador que esta dudando, tráigalo. Que vea un partido, que participe de un tercer tiempo. Y cuando se ponga los cortos y entre a la cancha, su cerebro sentirá que es joven de nuevo y será feliz, como cada uno de ustedes cada domingo. Un abrazo.


1 comentario:

  1. Que buen relato de Mariosa, esto si que es tener presente las vivencias del Rugby, nadie puede decir que esto no es verdad, mas los que supimos jugar este rugby que tanto nos gusta.
    Porque a todos o a la mayoria algo de lo que esta en esta nota los toca muy de cerca.
    Esto es el Rugby de veteranos.

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